Palabra de Dios 12 de Dic. del 2024. NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE.
Evangelio del dia.
PRIMERA LECTURA.
Del libro del Eclesiástico (Sirácide) (24, 23-31)
Yo soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son
producto de gloria y de riqueza. Yo soy la madre del amor, del
temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda
la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de
virtud.
Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de
mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi
heredad, mejor que los panales.
Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban
seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan
no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí
no pecarán. Los que me honran tendrán una vida eterna.
Palabra de Dios.
SALMO.
Salmo ( 66 )
R. Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus
ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos
tu obra salvadora.
R.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo
con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la
tierra a las naciones.
R.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos
te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda
honor el mundo entero.
R.
SEGUNDA LECTURA.
Carta de san Pablo a los gálatas (4, 4-7)
Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió
Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para
rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos
suyos.
Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus co-
razones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abbá!», es decir,
¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres
también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.
EVANGELIO.
Evangelio según san Lucas (1, 39-48)
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pue-
blo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías,
saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura
saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando
la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi
Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño
saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se
cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor». Entonces dijo
María: «Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo
en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.
Palabra del Señor.
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE,
PATRONA DE AMÉRICA.
Era el mes de diciembre de 1531, diez años solamente después
de conquistada Tenochtitlan por los españoles, cuando la santí-
sima Virgen se apareció al indígena Juan Diego en el cerro del
Tepeyac. Lo nombró su embajador ante el obispo, fray Juan de
Zumárraga, para que le construyeran un templo. La prueba de
que las palabras de Juan Diego eran ciertas fueron las rosas que
llevó en su tilma y la preciosa imagen que apareció dibujada en
ella. La santísima Virgen es nuestra Madre. Toda la historia de
Juan Diego y de las apariciones de la Virgen están fundadas en
una constante y sólida tradición.