Palabra de Dios 6 de Nov. del 2024. Miercoles XXXI de Tiempo Ordinario.

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Palabra de Dios 6 de Nov. del 2024. Miercoles XXXI de Tiempo Ordinario.

Evangelio del dia.

PRIMERA LECTURA.

Carta de san Pablo a los filipenses (2, 12-18)

Queridos hermanos míos: Así como siempre me han
obedecido cuando he estado presente entre ustedes, con mayor
razón obedézcanme ahora que estoy ausente. Sigan trabajando
por su salvación con humildad y temor de Dios, pues él es quien
les da energía interior para que puedan querer y actuar conforme
a su voluntad.
Háganlo todo sin quejas ni discusiones, para que sean
ustedes hijos de Dios, irreprochables, sencillos y sin mancha, en
medio de los hombres malos y perversos de este tiempo. Entre
ellos brillarán como antorchas en el mundo, al presentarles las
palabras de la vida. Así, el día de la venida de Cristo, yo me
sentiré orgulloso al comprobar que mis esfuerzos y trabajos
no han sido inútiles. Y aunque yo tuviera que derramar mi
sangre para que ustedes siguieran ofreciendo a Dios la ofrenda
sagrada de su vida de fe, me sentiría feliz y me regocijaría con
todos ustedes. Y ustedes, por su parte, alégrense y regocíjense
conmigo.

Palabra de Dios.

SALMO.

Salmo (26, 1.4. 13-14)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle
miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme
temblar?
R.

Lo único que pido, lo único que busco es vivir en la casa del
Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar
continuamente en su presencia.
R.

La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate
de valor y fortaleza y en el Señor confía.
R.

EVANGELIO.

Evangelio según san Lucas (14, 25-33)

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran
muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:
“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su
madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas,
más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no
carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no
se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué
terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos,
no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a
burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no
pudo terminar’.
¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero
a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al
encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si
no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para
proponerle las condiciones de paz.
Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus
bienes, no puede ser mi discípulo”.

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: A quien quiera ser su discípulo,
Jesús pide abiertamente el desapego de la familia
y de los bienes materiales, ya que ambos pueden
condicionar o impedir su «seguimiento». Ante la
primacía del Reino –presente ya en su persona–
todo pasa a segundo término. Esto viene ilustrado
aquí con dos breves parábolas, exclusivas de san
Lucas. Frente a tal empeño, no se puede proceder
irreflexivamente y a la ligera, sino con la responsable
sensatez de quien sopesa los medios a su alcance,
como se haría antes de decidirse a «construir una
torre» o a «librar una batalla».

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