Palabra de Dios 26 de Nov. del 2024. Martes XXXIV de Tiempo Ordinario.

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Evangelio del dia.

PRIMERA LECTURA.

Del libro del Apocalipsis de san Juan (14, 14-19)

Yo, Juan, tuve otra visión: Vi una nube blanca y en ella a
alguien que parecía un ser humano, con una corona de oro en
la cabeza y una hoz afilada en la mano. Entonces un ángel salió
del templo y le gritó con potente voz al que estaba sentado
en la nube: “Empuña la hoz y ponte a segar; el tiempo de la
cosecha ha llegado ya; la mies de la tierra está madura”. El que
estaba sentado en la nube pasó su hoz sobre la tierra y recogió
la cosecha de la tierra.
Salió otro ángel del templo celestial, también él con una
afilada hoz en su mano. Y salió del templo otro más, el ángel
que tiene poder sobre el fuego, y le gritó con potente voz al que
tenía la hoz afilada: “Empuña tu hoz afilada y corta los racimos
de la viña de la tierra, porque sus uvas ya están maduras”.
El ángel acercó su hoz a la tierra, cosechó la viña de la
tierra y echó los racimos en el gran lagar de la cólera de Dios.
Pisaron las uvas en el lagar, fuera de la ciudad, y del lagar corrió
tanta sangre, que subió hasta los frenos de los caballos, en una
extensión de unos trescientos kilómetros.

Palabra de Dios.

SALMO.

Salmo (95, 10. 11-12. 13)

R. Que todo se alegre ante el Señor.

“Reina el Señor”, digamos a los pueblos. El afianzó con su
poder el orbe, gobierna a las naciones con justicia.
R.

Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo
submarino; salten de gozo el campo y cuanto encierra,
manifiesten los bosques regocijo.
R.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el
orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas
las naciones.
R.

EVANGELIO.

Evangelio según san Lucas (21, 5-11)

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la
construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas
que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará
piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será
destruido”.
Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto
y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”
Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque
muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías.
El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan
hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico,
porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino
contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos,
epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas
y terribles”.

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: San Lucas ya nos había hablado
de este misterioso «día del Hijo del hombre» (Cfr. Lc
17, 20-25), pero ahora –al inicio de este «discurso
escatológico» no fácil de interpretar– acentúa más el
significado “cósmico” de la venida última de Cristo.
Lo efectúa sobreponiendo indistintamente alusiones
al tiempo presente y al futuro. Como lo elaborara
anteriormente, este nuestro evangelista insiste en
no fomentar la curiosidad, hurgando en “detalles”
y “circunstancias”. Habrá que hacernos a la idea de
que puede aguardarnos una larga espera no exenta,
por lo demás, de persecución y de cruz.

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