Palabra de Dios 25 de Sep. de 2024. Miercoles XXV de Tiempo Ordinario.

Palabra de Dios 25 de Sep. de 2024. Miercoles XXV de Tiempo Ordinario.

Palabra de Dios 25 de Sep. de 2024. Miercoles XXV de Tiempo Ordinario.

Evangelio del dia.

PRIMERA LECTURA.

Del libro de los Proverbios (30, 5-9)

Toda palabra de Dios es verdadera. El Señor es un escudo
para cuantos en él confían. No alteres para nada sus palabras, no
sea que te reprenda y resultes mentiroso.
Dos cosas te pido, Señor, antes de morir, no me las niegues:
líbrame de la falsedad y la mentira; no me des pobreza ni riqueza,
dame tan sólo lo necesario para vivir, no sea que la abundancia
me aparte de ti y me haga olvidarte; no sea que la pobreza me
obligue a robar y me lleve a ofenderte.

Palabra de Dios.

SALMO.

Salmo (118, 29. 72. 89. 101. 104. 163)

R. Condúceme, Señor, por tu camino.

Apártame de los caminos falsos y dame la gracia de cumplir
tu voluntad. Para mí valen más tus enseñanzas que miles de
monedas de oro y plata.
R.

Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. Aparto
mi pie de toda senda mala para cumplir tus palabras.
R.

Medito tus decretos y odio el camino de la mentira. Detesto
y aborrezco la mentira y amo tu voluntad.
R.

EVANGELIO.

Evangelio según san Lucas (9, 1-6)

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y
autoridad para expulsar toda clase de demonios y para
curar enfermedades. Luego los envió a predicar el Reino de
Dios y a curar a los enfermos.
Y les dijo: “No lleven nada para el camino: ni bastón, ni
morral, ni comida, ni dinero, ni dos túnicas. Quédense en la casa
donde se alojen, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si en algún
pueblo no los reciben, salgan de ahí y sacúdanse el polvo de los
pies en señal de acusación”.
Ellos se pusieron en camino y fueron de pueblo en pueblo,
predicando el Evangelio y curando en todas partes.

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Cristo transmite por primera vez a
sus discípulos su misión, su autoridad y sus poderes.
La disposición de los enviados como «mensajeros
de paz» exige de ellos absoluta disponibilidad.
Como en tiempos de Jesús, el anuncio de la Buena
Nueva debe ir acompañado de los signos de una
liberación integral. Para evangelizar no basta
pronunciar sermones proselitistas. Hoy más que
de conquista ha de hablarse de presencia. Lo que
más necesita nuestro mundo son «testigos» que
vivan coherentemente su compromiso, sobre todo
mediante el amor a los hermanos, y en especial a los
más necesitados.

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