Palabra de Dios 20 de Marzo 2024. 5to. Miercoles de Cuaresma.

Palabra de Dios 20 de Marzo 2024. 5to. Miercoles de Cuaresma.

Palabra de Dios 20 de Marzo 2024. 5to. Miercoles de Cuaresma.

Evangelio del dia.

PRIMERA LECTURA.

Del libro del profeta Daniel (3, 14-20. 91-92. 95)

En aquellos días dijo el rey Nabucodonosor: “¿Es cierto,
Sedrak, Mesak y Abednegó, que no quieren servir a mis dioses,
ni adorar la estatua de oro que he mandado levantar? Pues bien,
si no es cierto, estén dispuestos para que, al oír sonar el cuerno, la
flauta, la cítara, el salterio, la chirimía y toda clase de instrumentos,
se postren y adoren la estatua que he mandado hacer. Pero si no
la adoran, serán arrojados inmediatamente a un horno encendido.
¿Y qué dios podrá librarlos entonces de mis manos?”
Pero Sedrak, Mesak y Abednegó contestaron al rey
Nabucodonosor: “No es necesario responder a tu pregunta, pues
el Dios a quien servimos puede librarnos del horno encendido y
nos librará de tus manos; y aunque no lo hiciera, sábete que de
ningún modo serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua
de oro, que has mandado levantar”.
Entonces Nabucodonosor se enfureció y la expresión de su
rostro cambió para Sedrak, Mesak y Abednegó. Mandó encender
el horno y aumentar la fuerza del fuego siete veces más de lo
acostumbrado. Después ordenó que algunos de los hombres más
fuertes de su ejército ataran a Sedrak, Mesak y Abednegó y los
arrojaran al horno encendido.
Pero el ángel del Señor bajó del cielo, se puso junto a
ellos, apartó las llamas y produjo en el horno un frescor como
de brisa y de rocío, y el fuego no los atormentó, ni los hirió,
ni siquiera los tocó. El rey Nabucodonosor, estupefacto, se
levantó precipitadamente y dijo a sus consejeros: “¿Acaso no
estaban atados los tres hombres que arrojamos al horno?” Ellos
contestaron: “Sí, señor”. El rey replicó: “¿Por qué, entonces,
estoy viendo cuatro hombres sueltos, que se pasean entre las
llamas, sin quemarse? Y el cuarto, parece un ángel”.
Nabucodonosor los hizo salir del horno y exclamó: “Bendito
sea el Dios de Sedrak, Mesak y Abednegó, que ha enviado
a su ángel para librar a sus siervos, que confiando en él,
desobedecieron la orden del rey y expusieron su vida, antes que
servir y adorar a un dios extraño”.

Palabra de Dios.

SALMO.

Dan (3, 52. 53. 54. 55. 56)

R. Bendito seas, Señor, para siempre.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu
nombre santo y glorioso.
R.

Bendito seas en tu templo santo y glorioso. Bendito seas en
el trono de tu reino.
R.

Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los
abismos y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito
seas, Señor, en la bóveda del cielo.
R.

EVANGELIO.

Evangelio según san Juan (8, 31-42)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él:
“Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos
discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.
Ellos replicaron: “Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido
esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?”
Jesús les contestó: “Yo les aseguro que todo el que peca es
un esclavo y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el
hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán
realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo,
tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de
lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han
oído en casa de su padre”.
Ellos le respondieron: “Nuestro padre es Abraham”. Jesús les
dijo: “Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham.
Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que
oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras
de su padre”. Le respondieron: “Nosotros no somos hijos de
prostitución. No tenemos más padre que a Dios”.
Jesús les dijo entonces: “Si Dios fuera su Padre me amarían
a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por
mi cuenta, sino enviado por él”.

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN: Contra lo que, con gran desacierto,
piensan igual que los judíos de su tiempo, Jesús
declara que el solo hecho de ser descendientes de
Abrahán no es suficiente para obtener la verdadera
libertad y la filiación legítima. Esta libertad no se
destruye ni por la “presión” ni por la “prisión”, sino
por el «pecado». Los mártires y los santos de todos
los tiempos han atestiguado –lo mismo con su vida
que con su muerte– esa solemne afirmación de
Jesús: «Si se mantienen fieles a mi palabra, serán
verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad, y
la verdad los hará libres» (Jn 8, 32).

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