Palabra de Dios 25 de Julio de 2023. Fiesta, SANTIAGO APÓSTOL.
Evangelio del dia.
PRIMERA LECTURA.
Carta de Pablo a los corintios (4, 7-15)
Hermanos: Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que
se vea que esta fuerza tan extraordinaria proviene de Dios y no de
nosotros mismos. Por eso sufrimos toda clase de pruebas, pero no
nos angustiamos. Nos abruman las preocupaciones, pero no nos
desesperamos. Nos vemos perseguidos, pero no desamparados;
derribados, pero no vencidos.
Llevamos siempre y por todas partes la muerte de Jesús en
nuestro cuerpo, para que en este mismo cuerpo se manifieste
también la vida de Jesús. Nuestra vida es un continuo estar
expuestos a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida
de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De modo que la
muerte actúa en nosotros, y en ustedes, la vida.
Y como poseemos el mismo espíritu de fe que se expresa en
aquel texto de la Escritura: Creo, por eso hablo, también nosotros
creemos y por eso hablamos, sabiendo que aquel que resucitó a
Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a
su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes de manera
que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la
acción de gracias para gloria de Dios.
Palabra de Dios.
SALMO.
Salmo (125, l-2ab. 2cd-3. 4-5. 6)
R. Entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran
con dolor.
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar;
entonces no cesaba de reír nuestra boca, ni se cansaba entonces la
lengua de cantar.
R.
Aun los mismos paganos con asombro decían: “¡Grandes cosas
ha hecho por ellos el Señor!” Y estábamos alegres, pues ha hecho
grandes cosas por su pueblo el Señor.
R.
Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora
nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos
que siembran con dolor.
R.
Al ir, iban llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando
vendrán con sus gavillas.
R.
EVANGELIO.
Evangelio según san Mateo (20, 20-28)
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de
Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó: “¿Qué deseas?” Ella respondió: “Concédeme que
estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu
izquierda, en tu Reino”. Pero Jesús replicó: “No saben ustedes lo
que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?” Ellos
contestaron: “Sí podemos”. Y él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero
eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí
concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado”.
Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los
dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ya saben que los
jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen.
Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes,
que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su
esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.
Palabra del Señor.
SANTIAGO APÓSTOL.
Santiago, hijo de Zebedeo, era hermano de Juan y compañero de
Pedro y Andrés. Antes de seguir el llamamiento de Jesús, que los
convirtió en sus Apóstoles, estos pescadores del lago de Genesaret
se habían acercado a Juan el Bautista para escucharlo. Junto con
Pedro y con Juan, Santiago fue testigo de la transfiguración y de
la agonía del Señor. El año 43 o 44, Herodes Agripa I lo mandó
decapitar.