Palabra de Dios 11 de julio de 2023. Memoria, SAN BENITO, Abad.
Evangelio del dia.
PRIMERA LECTURA.
Del libro del Génesis (32, 22-32)
En aquel tiempo, se levantó Jacob, tomó a sus dos mujeres con
sus dos siervas y sus once hijos y cruzó el arroyo de Yaboc. Los
hizo cruzar el torrente junto con todo lo que poseía.
Jacob se quedó solo y un hombre estuvo luchando con él hasta
el amanecer. Pero, viendo que no podía vencerlo, el hombre hirió
a Jacob en la articulación femoral y le dislocó el fémur, mientras
luchaban. El hombre le dijo: “Suéltame, pues ya está amaneciendo”.
Jacob le respondió: “No te soltaré hasta que me bendigas”. El
otro le preguntó: “¿Cómo te llamas?” Él le dijo: “Jacob”. El otro
prosiguió: “En adelante ya no te llamarás Jacob sino Israel, porque
has luchado con Dios y con los hombres y has salido victorioso”.
Jacob le dijo: “Dime cómo te llamas”. El otro le respondió: “¿Por
qué me preguntas mi nombre?” Y ahí mismo bendijo a Jacob.
Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues se dijo: “He visto a Dios
cara a cara y he quedado con vida”. El sol salió después de que Jacob
y los suyos pasaron Penuel, y Jacob iba cojeando, por haber sido
herido en el nervio del muslo. Por eso los israelitas no comen, hasta
el día de hoy, el nervio del muslo.
Palabra de Dios.
SALMO.
Salmo (16, 1. 2-3. 6-7. 8b y 15)
R. Señor, escucha nuestra súplica.
Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oídos a mi
súplica, pues mis labios no mienten.
R.
Júzgame tú, Señor, pues tus ojos miran al que es honrado.
Examina mi corazón, revísalo de noche, pruébame a fuego y no
hallarás malicia en mí.
R.
A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme,
Dios mío, y escucha mis palabras; muéstrame los prodigios de tu
misericordia, pues a quien acude a ti, de sus contrarios salvas.
R.
Protégeme, Señor, como a las niñas de tus ojos, bajo la sombra
de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro
y al despertarme, espero saciarme de tu vista.
R.
EVANGELIO.
Evangelio según san Mateo (9, 32-38)
En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que
estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el
mudo habló. La multitud, maravillada, decía: “Nunca se había
visto nada semejante en Israel”. Pero los fariseos decían: “Expulsa
a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios”.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en
las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda
enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de
ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin
pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los
trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que
envíe trabajadores a sus campos”.
Palabra del Señor.
SAN BENITO, Abad.
Nació en Italia (Nursia). Estudió en Roma y se retiró a una cueva
de Subiaco, “anteponiendo el amor de Dios a cualquier otra cosa”.
Se le unieron unos discípulos, pero, al cabo de un tiempo, Benito
tuvo que mudarse a Monte Casino. Ahí escribió su “Regla” y ahí
murió en 547. La Orden benedictina, continuadora de su carisma,
ha sido decisiva en la población y civilización de Europa, y en la
renovación litúrgica contemporánea.