Palabra de Dios 27 de marzo de 2023. Lunes de la 5ª semana de Cuaresma.
Evangelio del dia.
PRIMERA LECTURA.
Del libro del profeta Daniel (13, 41-62)
En aquel tiempo La asamblea creyó a los ancianos, que habían
calumniado a Susana, y la condenaron a muerte.
Entonces Susana, dando fuertes voces, exclamó: “Dios eterno,
que conoces los secretos y lo sabes todo antes de que suceda, tú
sabes que éstos me han levantado un falso testimonio. Y voy a
morir sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra
mí”. El Señor escuchó su voz. Cuando llevaban a Susana al sitio de
la ejecución, el Señor hizo sentir a un muchacho, llamado Daniel,
un santo impulso de ponerse a gritar: “Yo no soy responsable de la
sangre de esta mujer”.
Todo el pueblo se volvió a mirarlo y le preguntaron: “¿Qué
es lo que estás diciendo?” Entonces Daniel, de pie en medio de
ellos, les respondió: “Israelitas, ¿cómo pueden ser tan ciegos? Han
condenado a muerte a una hija de Israel, sin haber investigado y
puesto en claro la verdad. Vuelvan al tribunal, porque ésos le han
levantado un falso testimonio”.
Todo el pueblo regresó de prisa y los ancianos dijeron a Daniel:
“Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, puesto
que Dios mismo te ha dado la madurez de un anciano”. Daniel les
dijo entonces: “Separen a los acusadores, lejos el uno del otro, y yo
los voy a interrogar”.
Una vez separados, Daniel mandó llamar a uno de ellos y le dijo:
“Viejo en años y en crímenes, ahora van a quedar al descubierto
tus pecados anteriores, cuando injustamente condenabas a los
inocentes y absolvías a los culpables, contra el mandamiento del
Señor: No matarás al que es justo e inocente. Ahora bien, si es
cierto que los viste, dime debajo de qué árbol estaban juntos”. Él
respondió: “Debajo de una acacia”. Daniel le dijo: “Muy bien. Tu
mentira te va a costar la vida, pues ya el ángel ha recibido de Dios
tu sentencia y te va a partir por la mitad”. Daniel les dijo que se
lo llevaran, mandó traer al otro y le dijo: “Raza de Canaán y no
de Judá, la belleza te sedujo y la pasión te pervirtió el corazón.
Lo mismo hacían ustedes con las mujeres de Israel, y ellas, .por
miedo, se entregaban a ustedes. Pero una mujer de Judá no ha
podido soportar la maldad de ustedes. Ahora dime, ¿bajo qué árbol
los sorprendiste abrazados?” Él contestó: “Debajo de una encina”.
Replicó Daniel: “También a ti tu mentira te costará la vida. El
ángel del Señor aguarda ya con la espada en la mano, para partirte
por la mitad. Así acabará con ustedes”.
Entonces toda la asamblea levantó la voz y bendijo a Dios, que
salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos viejos, a
quienes, con palabras de ellos mismos, Daniel había convencido de
falso testimonio, y les aplicaron la pena que ellos mismos habían
maquinado contra su prójimo. Para cumplir con la ley de Moisés,
los mataron, y aquel día se salvó una vida inocente.
Palabra de Dios.
SALMO.
Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R. Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me
hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar
mis fuerzas.
R.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto;
así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás
conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
R.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de
mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
R.
EVANGELIO.
Evangelio según san Juan (8, 1-11)
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al
amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud
se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.
Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer
sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron:
“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que
dices?”
Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo.
Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo.
Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel
de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se
volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.
Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse
uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a
Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él.
Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están
los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó:
“Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y
ya no vuelvas a pecar”.
Palabra del Señor.