Palabra de Dios 19 de Enero de 2023. 2do. Jueves de Tiempo Ordinario.
Evangelio del dia.
PRIMERA LECTURA.
De la carta a los hebreos (7, 23-8, 6)
Hermanos: Durante la antigua alianza hubo muchos
sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer en su
oficio. En cambio, Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque
él permanece para siempre. De ahí que sea capaz de salvar, para
siempre, a los que por su medio se acercan a Dios, ya que vive
eternamente para interceder por nosotros.
Ciertamente que un sumo sacerdote como éste era el que
nos convenía: santo, inocente, inmaculado, separado de los
pecadores y elevado por encima de los cielos; que no necesita,
como los demás sacerdotes, ofrecer diariamente víctimas,
primero por sus pecados y después por los del pueblo, porque
esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
Porque los sacerdotes constituidos por la ley eran hombres llenos
de fragilidades; pero el sacerdote constituido por las palabras
del juramento posterior a la ley, es el Hijo eternamente perfecto.
Ahora bien, lo más importante de lo que estamos diciendo
es que tenemos en Jesús a un sumo sacerdote tan excelente, que
está sentado a la derecha del trono de Dios en el cielo, como
ministro del santuario y del verdadero tabernáculo, levantado
por el Señor y no por los hombres.
Todo sumo sacerdote es nombrado para que ofrezca dones y
sacrificios; por eso era también indispensable que él tuviera algo
que ofrecer. Si él se hubiera quedado en la tierra, ni siquiera sería
sacerdote, habiendo ya quienes ofrecieran los dones prescritos
por la ley. Pero éstos son ministros de un culto que es figura
y sombra del culto celestial, según lo reveló Dios a Moisés,
cuando le mandó que construyera el tabernáculo: Mira, le dijo,
lo harás todo según el modelo que te mostré en el monte. En
cambio, el ministerio de Cristo es tanto más excelente, cuanto
que él es el mediador de una mejor alianza, fundada en mejores
promesas.
Palabra de Dios.
SALMO.
Salmo 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis
oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije:
“Aquí estoy”.
R.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor,
lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón.
R.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado
mis labios, tú lo sabes, Señor.
R.
Que se gocen en ti y que se alegren todos los que te buscan.
Cuantos quieren de ti la salvación repiten sin cesar: “¡Qué
grande es Dios!”.
R.
EVANGELIO.
Evangelio según san Marcos (3, 7-12)
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la
orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos.
Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea
y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido
noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.
Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una
barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba
a punto de aplastarlo.
En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que
todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para
tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían,
se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero
Jesús les prohibía que lo manifestaran.
Palabra del Señor.