Después de la tormenta del covid 19 “viene el trabajo.”
Nuestra fe.
Apunto de activar parte de sus trabajos, la iglesia católica da concretas normas para el debido cuidado dentro del culto, de los servicios y posteriormente de la integración de los grupos apostólicos, lo cual nos congratula para empezar por el lado del culto y la vida sacramental de los fieles, todas estas experiencias que se han vivido de forma inevitable lo podemos capitalizar de manera positiva.
Un retiro forzado pero eficiente.
Hace años un buen amigo que nos apoyaba en el crecimiento espiritual y de servicio, nos hizo un comentario que hoy parece que lo podemos aplicar: “den un determinado tiempo para retirarse y poder profundizar nuestro papel de servicio, por lo menos 1 vez al año.” Estos meses de confinamiento nos pueden ayudar mucho a valorar nuestra fe, a reflexionar lo que significa ser iglesia y adquirir las virtudes necesarias para el servicio y crecimiento espiritual nuestro, “tomar aire”. Muchos hermanos desprecian los medios de crecimiento como retiros, talleres y participaciones grupales, creen que ya lo saben todo, así que pascua, adviento y los tiempos medios donde se programan retiros, talleres para servidores, “brillan por su ausencia.”
Nuestra vida sacramental es elemental, sin ella no podríamos crecer, hablamos de los servidores y católicos más integrados, no de católicos que apenas les cayó como anillo al dedo el que se suspendiera la vida sacramental (eucaristía), así no les remordería la conciencia o sentirse temerosos de que les vaya mal en la semana: “tienen permiso forzado”, estos viven una vida sacramental convenenciera, pero los que según están más integrados o participan con regularidad como iglesia, los sacramentos son el motor de su vida después de la sagrada palabra de Dios.
Una evaluación honesta.
Es beneficioso “parar” nuestro ritmo de vida como fiel y en estos momentos aprovechar que está parado nuestro ritmo de vida, lo que nos hace más fácil respondernos con honestidad varias preguntas simples: ¿Qué significa mi ministerio?, ¿qué representan mis hermanos de ministerio?, ¿vale la pena trabajar en la parroquia?, ¿cómo ves al mundo católico?, y por último: ¿anhelas la vida común y corriente de un ciudadano?
La evaluación debe de ser honesta, aunque fuera negativa como fiel e inclinándose al mundillo, esto negativo serviría para reactivar la vida, volverle a echar ganas, ver que sucedió, que tanto me he regresado en mi caminar etc.; a fin de cuentas, este tiempo de suspensión de actividades en la iglesia es un paliativo que mitiga las ansias, el stress, el tedio, puede redirigir proyectos y perspectivas.
Anotar las respuestas que nos hemos dado y luego con una paz llevar a cabo nuestra oración, abre la posibilidad de que el espíritu santo nos conduzca por el camino de encontrar planes de acción, descubrir descuidos, localizar defectos que no queremos contemplar y luego rogar mucho al espíritu santo para que podamos iniciar el camino de nuevo, sí seguimos con ánimo siempre es bueno mejorar y crecer más, así que no es solo para hermanos que se les ha bajado las pilas, el gas, es para todos.
Podemos aprovechar la tormenta y “retomar confianza en Dios”.
Varios síntomas se visualizan en el camino del Señor y en su servicio, entre los más normales: cansancio físico, presión emocional, monotonía, poca participación, nerviosismo, muchas excusas, falta de vida sacramental, entre otras más. Recargamos energías, nuestra mente se relaja, nuestro corazón ve un horizonte más positivo y se renuevan las ganas de trabajar en conjunto.
Las tormentas generan un ruido importante: rayos, truenos, relámpagos y el golpeteo en techos de las casas, calles, autos, edificios, etc.; pero esa agua que se precipita nos da vida con las cosechas, control de nuestro ciclo atmosférico, hidrata al planeta dando estabilidad en los ecosistemas, agua para convertirse en potable y más, lo que con seguridad está tormenta del covid 19 a pesar de víctimas y lamentables perdidas humanas, así como un duro golpe a la economía familiar por falta de trabajo, nos dejará una experiencia positiva, nos hará valorar la vida espiritual, familiar y más ganas de trabajar, no por dinero sino por lo valioso que es para el ser humano trabajar.
Podemos concluir entonces:
– Los grandes males siempre dejarán una enseñanza útil y efectiva.
– Los grandes males fortalecen nuestro espíritu y nuestro carácter.
– Los grandes males fortalecen la fe.
– Los grandes males siempre hacen que la relación con Dios crezca en amor.
– Las tormentas nos harán ver un mejor horizonte.
– Las tormentas que nos dan miedo nos invitan a confiar en Dios.
– Las tormentas nos invitan a trabajar para construir mejores cimientos que resistan los embistes.
– Las tormentas nos invitan a trabajar en equipo.
Podemos decir con confianza que Dios obra misteriosamente y como lo hizo con Elías, no se mostrará en las tormentas, ni en el fuego, Dios se mostrará en el trabajo en equipo, en el amor de la familia, en el valor espiritual y la vida de Iglesia, lo que podemos decir que después de la tormenta del convid 19 el trabajo llegara en bendiciones.