Elementos esenciales en la vida del cristiano: oración y justicia Lc 18, 1-8.
Comentario al evangelio.
La vida de un cristiano está llena de una plenitud que Jesús nos da día tras día, sin embargo esa vida plena tienes sus atrancones, tiene sus adversidades frecuentes sobre todo en el aspecto central de la vida de un cristiano como lo es: “la justicia”, para ello es necesario un elemento fundamental para abrir puertas a la justicia: “la oración”, hoy Jesús nos proclama desde el ambón sacerdotal su santa palabra, por medio de una parábola magnifica, la cual citamos en su contenido e iremos haciendo el comentario más adecuado:
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”». Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
Jesús nos proyecta una escena de la vida real, pero con los elementos cristianos básicos por los cuales hay que luchar como son la justicia, la oración y un tercer elemento que se agregará que moverá a una viuda a la esperanza: “la fe”.
La justicia.
¿Se ha preguntado alguna vez cuanta injusticia se lleva o se produce en un día?, causa pavor pensar que son millones de casos diarios donde el hombre al actuar en menor o mayor escala, genera injusticia para otro. Sí la justicia la tomamos como la virtud, el principio moral que impulsa al ser humano a obrar conforme a la verdad, al derecho, al estado de respeto y la mutua equidad dando a cada quien lo que le corresponde, muchos actos buscan inmediatamente sacar ventaja personal sobre otro hombre lo que es contrario a lo que se describe, el principio aplica la verdad de tal manera que al permitir o solapar abuso de justicia sobre otro, cooperamos para la caída de la justicia, reinando la injusticia.
La vida cristiana nos exige que luchemos por la justicia, pero muchas veces esa justicia no depende de mí, sino de factores humanos que en su criterio no la quieren aplicar o la ven totalmente distinta al concepto real, no se da la justicia por factores de estructuras gubernamentales, sociales, políticas, económicas, culturales etc., por lo Jesús nos pone está parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”.
Jesús sabe que no depende de la viuda sino de un juez, el que se produzca la justicia que clama la viuda, el juez tiene un criterio, una forma de ver la justicia, principios para juzgar acciones e incluso de tener negligencia de justicia, entonces… ¿tenemos que resignarnos a esa injusticia por la que pasamos?, Jesús también quiere mostrarnos a los cristiano lo importante que es la oración, día a día nos dice que oremos, pero somos testarudos, otros lo intentan y es tan pobre el intento que hasta da risa la manera de santiguarse y de hacer oración, haciendo otras miles cosas al mismo tiempo oramos, otras no ven efectos al orar, Jesús tiene que ponernos el ejemplo de esa oración: En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
La oración.
Se dice que la oración es capaz de doblegar hasta el acero más resistente, pero esa oración para que pueda doblar ese acero dice que se tiene que hacer sin desfallecer, constante, en todo momento, sin embargo, aunque el espíritu esta pronto a orar, Jesús sabe que el cuerpo es débil y sucumbe ante tantos distractores. La viuda le cree a Jesús y ora con intensidad, clama la justicia, pero hay un elemento que la mueve a orar a pesar que no sucede nada: “la fe divina”, el extraordinario regalo de Dios, ella ora porque tiene una fe de que algún día habrá justicia para ella, las bienaventuranzas refuerzan esa fe: dichoso los que sufren a causa de las injusticias porque encontrarán justicia.
Al juntarse los elementos “justicia + oración” se produce una fuerza tal que el juez se ve sacudido: Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Se dice que la oración pone en contacto al orante con Dios, se estrechan los lazos entre el hombre y Dios, la intimidad de pensamientos, deseos, sentimientos, pasiones, expresión de palabras se manifiestan en un respeto mutuo y como resultado un profundo conocimiento entre el orante y Dios, a tal grado que Jesús hace ver a lo discípulos y nos hace ver a nosotros que por la fe que mueve a orar hay un resultado positivo: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar.
La fe.
Muchas veces llegamos a la conclusión de quién pide justicia lo hace porque tiene el derecho a que se le de justicia, sin embargo el cristiano construye cimientos para que la justicia se dé a todos de manera general, como un regalo de Dios, sin distinción alguna, más en la práctica la lograr la justicia no es fácil, sobre todo porque el hombre ha perdido el regalo de Dios como es “la fe”, parece que el mal triunfa, la violencia reina, la injusticia brilla ante el pobre, el débil, el marginado, el pequeño, porque se perdió la fe, los agresores de la justicia se aprovechan utilizando engaño, muerte y tinieblas, la pregunta es: ¿qué hacer para hacer contrapeso y alcanzar la justicia?
Hay que pedir a Dios “la fe divina”, para que esa fe llegue hay que orar todos los día lo más que se pueda, la pregunta que hace Jesús es mordaz: Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
Por la fe divina se mueven montañas, suceden acontecimientos únicos, pasan eventos extraordinarios, se alcanzan cosas inimaginables, más hay que ver que estos tres elementos no están aislados, sino estrechamente unidos, interactúan unos con otros, de tal manera que Jesús no niega la fe sino al contrario motiva al discípulo a pedir esa fe y en todo el evangelio nos dice: pidan, toquen, y se les dará. Gritaron con fe y quedaron limpios.
En conclusión.
Nuestra fe cristiana debe de ser nuestro bastión de la vida, pero sin oración quedamos a merced de los que detestan la justicia, quedamos en manos de los que por la violencia, amenaza se apoderan de la vida, por tanto oremos a Dios apara que nuestra fe persista a pesar de los resultados adversos que vemos, oímos, sí la justicia se quiere restaurar debemos de tener fe para que suceda y una oración que conmueva al Padre.
La oración debe ser parte de nuestra vida, sea utilizada para cualquier fin u objetivo, la oración es la más bella herramienta que Dios regala al hombre para que al utilizarla sea de enorme ayuda y llegar al Padre.
En cuanto a la justicia, si se deja de pelear por la justicia, automáticamente permitimos que el mal habite en nuestras vidas, permitimos que el pecado vuelva con bravura a los hombres, permitimos que la pobreza, la marginación, el olvido de los débiles, el abuso de los de a pie no tenga fin ni esperanza.
Nuestra fe crece a medida que oramos a Dios y el responderá con la justicia cabal y con equidad, vida para todos los hombres.