Conviviendo un mes con el Sagrado Corazón de Jesús
Día 28
Día de la contemplación Dolorosa
Sin más el amargo del cáliz de la pasión de Nuestro Señor le vino del cobarde egoísmo de las almas débiles y mezquinas lo más dulce de la reparación le vino de la ferviente caridad de las almas escogidas. Cada latido del corazón de estas almas fervorosas fue una gota de dulzura que cayó en el cáliz que le presento el ángel en Getsemaní.
“Mi alma (en el Huerto) estaba tan triste y desamparada que padecía angustias de muerte. Me vi cargado con todas las iniquidades de la humanidad y como recompensa de mi amor y de mi sufrimiento había de recibir los mayores ultrajes, las más negras ingratitudes”.
Deja que tu alma se empape de los mismos sentimientos de amargura y de tristeza que inundaron el alma de Jesús en aquella hora. Busca a Dios en la soledad, es decir, dentro de ti misma y para encontrarlo impón silencio a todo lo que grite en tu naturaleza.
“La sangre que brotaba de todos los poros de mi Cuerpo sería inútil para un gran número de almas muchas se perderían y muchas más no me conocerían. Derramaría mi Sangre por todas y mis méritos serian aplicables a cada una de ellas y sin embargo inútiles para tantas… y tantas almas”.
Ofrece tu alma a la Sangre de Cristo para que lave tus faltas, te embriague de amor, te fortalezca en la lucha, te sostenga en la tentación.
Corazón de Jesús:
Que “no vuelva nunca atrás a la vista de los sufrimientos”
Que “no los crea inútiles aunque no vea el resultado”
Que “no busque nunca mi voluntad sino que me someta a la tuya”
Corazón de mi Jesús:
Que “yo sea para ti un lugar de reposo, un jardín de delicias”
Que “yo sea el bálsamo que cicatrice las heridas que te hace el mundo”
Que “te ayude a dar vida a las almas que se pierden en la oscuridad”