Guardia de Honor
Los Cinco Jefes de la Santa Milicia
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, San José, San Francisco de Asís, San Francisco de Sales y Santa Margarita.
“Un día dice Santa Margarita María, la Santísima Virgen me hizo ver el Sagrado Corazón como un Manantial de Agua viva, de donde salían cinco canales que corrían, como con cierta complacencia, en dirección a cinco corazones, que había escogido para llenarlos de esta divina abundancia.”
Así parece se le mostraron a la Amante de este Divino Corazón de Jesús, los cinco jefes celestiales colocados a la cabeza de la Guardia de Honor:
Nuestra Señora del Sagrado Corazón: reúne bajo el piadoso estandarte a las vírgenes, las esposas y las madres, eleva hasta el heroísmo este sexo débil y tímido; y le hace triunfar para gloria del Rey de los corazones.
San José: llama bajo esta santa bandera a los valientes cristianos de todas condiciones, al magistrado, al obrero, al estudiante, al agricultor, al soldado; y los prepara alrededor del Real Corazón de Jesús para que se asemejen a aquellos sesenta bravos, escogidos entre los fuertes de Israel, que rodeaban el lecho de Salomón; todos muy experimentados en la guerra e invencibles en el peligro.
San Francisco de Asís: conduce la brillante escolta de las Órdenes Religiosas en el gran combate del amor.
San Francisco de Sales: conduce toda la jerarquía eclesiástica.
Santa Margarita María: dirige a la multitud de desheredados, pequeños y sencillos que sobreabundan en la tierra.
Así avanza en buen orden, bajo el mando de sus nobles jefes, la santa Milicia de la Guardia de Honor.
El puesto de honor el tabernáculo
Fundada en el Calvario la Guardia de Honor, reúne a sus miembros en otro nuevo Calvario. ¿No es la Eucaristía, crucificado, herido y abandonado a todas horas?
Allí, pues al pie de ese Trono de Amor, de donde han desertado tantos ingratos, alrededor del Rey solitario y desamparado de los corazones, los fervorosos centinelas van por turno a cumplir la tierna práctica de la Hora de Guardia.
¡Espectáculo digno de los Cielos! Mientras por una parte los Ángeles del santuario se postran y adoran…, los guardias de honor se anonadan y confunden en un acto de reparación, amor; y el Corazón Herido de Jesús queda divinamente consolado!
La Divisa ¡Viva+Jesús!
Esta milicia necesitaba tener el grito de combate: el ¡Viva+Jesús! de San Francisco de Sales parece convenido. Si del campo enemigo se levanta un universal grito, sangriento de “crucifícale” “quítalo del mundo” “mátalo” el campo fiel contesta a este grito de muerte con un grito de amor: ¡Viva+Jesús! y no solamente que viva Cristo muy amado; sino que triunfe, que reine y gobierne.
Esta Divisa, aceptada con entusiasmo por los Guardias de Honor, es su esfuerzo y consuelo. Ella levanta al que desfallece, da valor a los más íntimos e intrepidez a todos. Los asociados se saludan con su ¡Viva+Jesús! lo escriben encabezando la correspondencia de la Obra, es en una palabra su grito de esperanza y amor, como lo era el de nuestros antecesores en la época cristera ¡Viva+Jesús!