Los catequistas y el futuro de la Iglesia.
Catequesis.
Se celebró el día de los catequistas, el Papa Pío X fue un esmerado en preparar lo mejor posible a los futuros hombres que educaran en la fe al pueblo, vale la pena felicitarles y motivarlos a proseguir su labor, en realidad, en la actualidad, es un trabajo que no puede faltar dentro de una parroquia, por ello, existe un ministerio que lleva el nombre de “catequesis”, años y años de desarrollar pedagogías, metodologías, hombres y mujeres en todos los niveles para enseñar a sus hermanos, ya que ahora los sacerdotes ponen su confianza en ellos y por eso, los mismos párrocos tienen que estar seguro de lo que enseñan en nombre de la Iglesia.
No es el ministerio más importante, pues todos son importantes y habría hermanos que quizá les llegue el sentimiento de sentir que su ministerio diferente a catequesis es minimizado, pero este ministerio es fundamental para hacer crecer la buena semilla o para sembrarla y haya grandes frutos en el campo (mundo). Este ministerio tiene lazos para todos los demás ministerios, es cadena para trabajar, con evangelización se unen casi en uno solo para sembrar la palabra de Dios, por tal razón el Papa Juan Pablo II emite su exhortación apostólica CATECHESI TRADENDAE, empezando así el numeral 1 para indicar lo vital en la vida de la Iglesia que es la catequesis: 1. La catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que Él había mandado[1]. Él les confiaba de este modo la misión y el poder de anunciar a los hombres lo que ellos mismos habían oído, visto con sus ojos, contemplado y palpado con sus manos, acerca del Verbo de vida[2]. Al mismo tiempo les confiaba la misión y el poder de explicar con autoridad lo que Él les había enseñado, sus palabras y sus actos, sus signos y sus mandamientos. Y les daba el Espíritu para cumplir esta misión.
Su futuro como servidor.
No hay duda, los catequistas tienen un futuro maravilloso en la Iglesia, nos alegra, a la vez nos preocupa, hay un elemento que puede invertir todo: “que den su propia doctrina”, no hay tentación más cruel. El bombardeo de ideas, de mensajes, culturas, puede alejar de la santa doctrina a estos invaluables servidores. La supervisión del material, su supervisión, la metodología será responsabilidad del párroco, pues aunque se cuiden a estos hermanos el diablo busca a quien devorar y sus mejores manjares son los catequistas, más por eso, no se debe de descuidar la sensibilidad del catequista y mucho menos, cuidar la adhesión a Jesús.
Simples ataques que desalienta.
Hace unos 3 años, un joven brillaba dentro de la catequesis, la forma de exponer, de contagiar el trabajo, de darles confianza a los niños era incomparable, pero… una tarde de agosto, al casi comienzo de actividades de los que empezarían su formación para el sacramento de la confirmación, le desalentó algo: solo 7 niños, normalmente tenía grupos de 40, era muy felicitado por los padres de estos, con desgano se presentó con ellos, les hizo saber el plan de trabajo y así terminó esa tarde. Al querer preparar el material para la siguiente clase, le llego la conformidad, tenía el trabajo del año pasado, ¡con ese va a trabajar!, ¿para que esforzarse tanto si eran pocos?, así que llegó sin preparar nada la siguiente semana. En su segundo día con los 7 chicos, fue más escabroso, uno de ellos no fue, tampoco el señor cura fue a darles la bienvenida y la indiferencia se empezó a apoderar de él.
No se presentó a formación catequética del grupo que mes a mes reciben los catequistas, ¿para qué?, ya lo sabía todo, se dijo, comenzó a utilizar tiempo para amigos, actividades no religiosas y en la tercera catequesis descuidó su lenguaje y su tacto para tratar a jovencitos de 10 a 12 años que lo hicieron desesperar. El material no lo estaba consultando y pensó que sería muy bueno proyectar sobre lo bueno y malo, sobre valores y derechos de los niños, no parecía malo, pero se estaba alejando de la doctrina.
Su problema se agudizo cuando fue nombrado coordinador de catequesis del decanato, esas semanas habían sido un verdadero caos espiritual, ahora con esa responsabilidad se había sentido fuera de ritmo. Nadie lo felicitó, no le dieron orientación previa, tenía la catequesis y todavía quedarse a la reunión de decanato, uff ¡que aburrido!; ¿por qué había cambiado su actitud?, ¿le desanimaron los 7 niños?, ¿el párroco no se interesó en él?; en la reunión de decanato broto lo que había en su interior: le gustaba ser protagonista, se sentía el número uno, sentía que había hecho la catequesis más amena y sentía que era mal pagado con un grupo de 7, tenía una idea muy pobre del amor a los hermanos que lo que él prefería eran los saludos, elogios, los consejos que le pedían, el que las madres le encargaran a sus hijos para que salieran bien. El decanato tenía hombres mayores a quien el consideraba anticuados, gente que manipulaba y que tenían en una radical doctrina la catequesis, hombres inteligentes que dominaban los puestos importantes y con valor mal enfocado, hizo crítica de los procedimientos, pedagogía, material, subsidios que había en la Arquidiócesis, un maestro de teología lo respaldo, pero a la vez le pregunto: ¿qué propones?, ¿cómo podemos dinamizar el decanato?, ¿qué requisitos mínimos para los catequistas?, se le olvido que era el coordinador del decanato, había sacado su ofuscación pero no traía nada de aportación y uno de los adultos con mucho tacto le dijo: mi hermano, ¿por qué no elaboras un programa y lo tratamos en la siguiente reunión?, mientras nosotros también profundizamos algunas cosas que propusiste.
Uno de los participantes expuso el serio problema en su parroquia que necesitaba el apoyo para iniciar una evangelización más sistemática, ante aquello el joven se dio cuenta que no entendía todavía el lenguaje de algunos, ni sabía cómo iniciar una evangelización, quedo mudo, aterrado del compromiso que tenía, pero algo bueno broto de él ya en su casa: “ayúdame Dios porque no sé que hacer”, se había acordado de Dios. Hoy batalla por aceptar la formación bíblica, cree que es demasiado para unos niños, pero quizá la providencia de Dios le haga entrar en el amor a los pequeños nuevamente.
El compromiso y futuro.
Sí, es grato ser catequista, pero… el compromiso es enorme, se necesitan catequistas que se dejen llenar por el Espíritu santo, gente de vida sacramental y de oración, con unos cimientos bíblicos que nos den la seguridad de poder cumplir con la misión, así como el PDP de la Iglesia que busca evangelizar a todo el mundo. La Iglesia somos todos y todos ponen sus carismas, no es la excepción el catequista.
El futuro está ahí, desafiante, hay suficiente material, hay maestros, parroquias, ¿qué falta?, catequistas comprometidos, fieles que les interese aprender y enseñar, gente fiel que se integre a la Iglesia con mayor conciencia de que Jesús invita a ser ese catequista, futuro hay, ahora, es cuestión de ver su valentía para intentarlo y hacerlo. Felicidades.