Del libro del Génesis 41,55-57; 42,5-7.17-24. Miércoles 12 de Julio de 2017.
“CON RAZÓN ESTAMOS SUFRIENDO AHORA, PORQUE PECAMOS CONTRA NUESTRO HERMANO”.
Pasados los siete años de abundancia en Egipto,
llegaron los siete años de escasez, tal como José había anunciado. Hubo hambre en todos los países, pero en todo Egipto había pan.
Cuando en Egipto se sintió el hambre, el pueblo pidió pan a gritos, y Faraón decía a todos los egipcios: “Vayan a José y hagan lo que él les diga.
Había escasez por todo el país, pero José abrió los almacenes y vendió trigo a los egipcios.
Una gran hambruna asolaba todo el mundo.
Como el hambre se hacía sentir más y más en todos los países, de todas partes venían a Egipto a comprar trigo a José.
Se fueron los hijos de Israel a comprar trigo junto con la otra gente, pues arreciaba el hambre en Canaán.
Siendo José el gobernador del país, vendía el trigo a toda la gente. Al llegar sus hermanos, se postraron ante él hasta tocar el suelo con la cara.
José reconoció a sus hermanos, pero no se lo dio a entender, sino que más bien los trató duramente. Les preguntó: “¿De dónde vienen ustedes?” Respondieron ellos: “Venimos de la tierra de Canaán a comprar grano para comer.
Y los metió a todos en la cárcel por tres días.
Al tercer día José les dijo: “Les doy un medio para que se salven, pues yo también tengo temor de Dios.
Si han dicho la verdad, que se quede sólo uno de ustedes como prisionero en la casa de la guardia donde ahora están, y los demás llevarán el trigo que tanta falta hace en sus casas.
Pero habrán de traerme a su hermano menor para que yo compruebe que es cierto lo que ustedes me han dicho; y así podrán salvar su vida.
Así se hizo,
y ellos comentaban entre sí: “Verdaderamente estamos pagando lo que hicimos con nuestro hermano, pues a pesar de ver su aflicción y de oír sus súplicas, no le hicimos caso. Por eso ahora ha venido sobre nosotros esta desgracia.
Rubén dijo a los demás: “¿No les decía yo que no le hicieran mal al muchacho? Pero ustedes no me escucharon y ahora estamos pagando por su muerte.
Ellos no sabían que José les entendía, pues entre él y ellos había un intérprete.
Al oír esto, José se retiró y lloró. Después volvió, habló a sus hermanos, tomó a Simeón, lo hizo amarrar en su presencia.
PALABRA DE DIOS.- TE ALABAMOS, SEÑOR.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México.