“ESTE ES UN HOMBRE DE DIOS”.
Un día pasaba Eliseo por Sunam. Había allí una mujer rica que lo invitó para que se quedara a comer, y desde ese día, cada vez que pasaba por allí, se detenía en su casa.
Ella dijo a su marido: “He sabido que ese hombre que pasa a menudo por nuestra casa es un santo hombre de Dios;”
construyámosle en la terraza un pequeño cuarto y pongámosle allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así, cuando pase por nuestra casa, podrá quedarse ahí”.
Un día que pasaba por allí, se fue al cuarto de arriba y se acostó.
Eliseo volvió un día a tocar el tema: “Pues bien, ¿qué se puede hacer por ella?” Guejazí respondió: “No tiene hijos y su marido ya es viejo”.
Eliseo le dijo: “¡Llámala!” El sirviente la llamó y ella se presentó a la entrada del cuarto.
Eliseo le dijo entonces: “Por esta misma fecha el año entrante, estarás acariciando a un hijo”. Ella respondió: “¡No, señor mío, tú eres un hombre de Dios; no engañes así a tu sirvienta!”
PALABRA DE DIOS.- TE ALABAMOS, SEÑOR.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México.