Historias posibles: Mirar con los ojos del corazón. Jn 9, 1-38.
Familia cristiana.
Fabián es un chico moreno de 11 años de edad que ha llegado como nuevo al vecindario, por ahí de las 5.00 de la tarde en una zona dedicada a los chicos, el lugar se llena de risas, gritos, juegos, Fabián es atraído y parado en la puerta de su casa, con los ojos brillantes al ver a los chicos jugar y con las ganas de jugar con ellos, de repente sus ojos se posan en una niña hermosa, blanca, con pelo rubio, que sentada fuera de su casa, parece que mira a todos y a la vez parece que su vista esta fija en algo, Fabián se acerca a ella, ¡vaya que es bonita!, ella parece que no lo percibe y acercándose más Fabián le habla: ¡hola!, ella parece que reacciona al saludo pero a la vez no llega a hacer contacto con Fabián, sin embargo devuelve el saludo: ¡hola!, Fabián se siente atraído y sigue hablando, Yo soy Fabián y tengo dos días en que me mudé a esta colonia, que por cierto es muy bonita, le extiende la mano a la chica pero parece que no quiere saludarle, Fabián baja la mano, ella responde: Soy Margarita, tengo aquí viviendo ya 6 años y sí, tienes razón, es muy bello este lugar, nuevamente Fabián le tiende su mano pero ella parece que no le ve y Fabián se acerca a mirarla de frente, zaz es más bella de lo que pensó, pero… nota algo en los ojos de Margarita, están fijos, son hermosos en ese tono verdoso, esa lo presiente y pregunta: ¿pasa algo?, hay un silencio.
La ceguera de Margarita.
Margarita rompe el silencio y le pregunta a Fabián: ¿ya notaste que no veo?, Fabián le afirma pero a la vez le dice eso no es tan importante porque tiene muchas cualidades y Fabián empezó a describir como la miraba, así comenzó una gran amistad. Al cabo de un mes, Fabián era feliz, porque sí Margarita era bella por fuera, era más, pero más hermosa por dentro, apenas salía de la escuela buscaba con ansias en verla. Una tarde, llego el papá de Margarita muy feliz porque un médico iba a venir a verle su ceguera, arreglaron todo e incluso Margarita no salió, en so un auto llego a la casa de Margarita, bajo un hombre muy elegante que era acompañado con un chico de unos doce años, era el hijo de aquel hombre, se llamaba Pedro, el cual se acercó a Fabián y le dice: ¡hola!, Fabián extrañado le devuelve el saludo: ¡hola!, Pedro le pregunta a Fabián: ¿sabes jugar futbol?, a lo que contesto Fabián: “Si”, sonríe Pedro y se dirige al auto y baja un balón profesional de futbol y lo invita a patearlo, diciéndole Fabián: me llamo Fabián y Pedro respondió: yo Pedro y ese momento fue el inicio de una bonita amistad.
Dios ha enviado a que haya luz.
La enfermedad de Margarita hizo que dos veces a la semana viniera el doctor a verle para acondicionarla para una futura cirugía. Los tres jugaban juntos, eran muy buenos amigos y los dos cuidaban de Margarita, al fin llego el día de la cirugía, los dos pidieron al padre de Pedro que pudieran estar con Margarita, dos horas duró la cirugía y por fin, subieron a verle al cuarto, con los ojos vendados la vieron los dos, la animaron, en tres días le quitaban las vendas y tarde o temprano llegaría ese día, Fabián estaba tan feliz, por fin Diosito, va a ver Mago pensaba en sus adentros, en un pequeño cuartillo, estaban mamá y papá de Margarita y los jovencillos, llego el médico o sea el papá de Pedro y con alegría comenzó a quitar las vendas, una luz le encandiló los ojos, el médico decía: poco a poco se van a adaptar a la luz y la p fue mirando esas figuras que se iban aclarando, y posó sus ojos en una mujer que parecía que se le desbordaba el corazón, era su madre a la que abrazó con mucho amor, el papá no resistió y la abrazó junto con la madres, fue una abrazo maravilloso, las gracias al doctor no se hicieron esperar: gracias doctor, mil gracias, Dios le bendice.
La gran desilusión.
Margarita fijó sus ojos en los dos jóvenes y mirando a uno de ellos le pregunto: ¿Pedro?, aquel joven de ojos azules, pelo rojizo, tez blanca le abrazó diciendo: sí, ella busco con los ojos, Fabián con una sonrisa amplia casi se lanzaba sobre ella, pero ella pregunto: ¿y Fabián?, Fabián le dijo: soy yo y se abalanzó sobre ella, pero ella perturbada, no respondió al abrazo como lo hizo con Pedro, ese muchacho moreno parece que la había desilusionado y hubo una especie de aceptación fingida que Fabián percibió, pero que no sabía que pasaba, aquel ambiente era toda alegría por Mago, el médico se ofreció en llevarles a casa, ya en casa, Fabián se despidió y repentinamente le dio un beso a Margarita y se retiro gritando: “felicidades Mago”.
Entro corriendo a su cuarto Fabián, estaba feliz, pero su corazón lloraba, no sabía que pasaba pero había algo que no entendía y sus lágrimas llamaron a su mamá, ella entro al cuarto y le pregunto: ¿pasa algo Fabis?,él se secó rápido las lágrimas y dijo: “no”, su mamá insistió, no por nada se llora, a ver dígame mi consentido, Fabián le dijo: cosa de hombres mami, ella sonrió, ¿sabes fabis?, soy experta en solucionar problemas o explicar cosas, él le sonrió y le dijo: no sé si soy bello, ella lo abrazo con más fuerza y le dijo: a los niños no se les dice bellos sino guapos y sí, eres muy guapo, pero… ¿por qué me preguntas eso? Y Fabián empezó a narrar todo lo vivido, lo escuchó con atención y al final suspirando se dispuso a contestarle la mamá.
La enseñanza inolvidable.
Ester, la mamá de Fabián, lo miró fijamente y le dijo: hace muchos años, nuestro Señor Jesús le devolvió la vista a un ciego, el ciego no le dio las gracias pero aun así, Jesús sabiendo que lo habían expulsado unos hombres que lo interrogaban de cómo había recobrado la vista, buscó al ciego y al encontrarlo le pregunto: ¿crees en el hijo del hombre?, cuando el hombre era ciego pues no sabía cómo era Jesús y el que había sido ciego le pregunto: ¿y quién es él para creer en él?, Jesús le contesto: soy yo, el que ves, ese que había sido ciego dijo: creo Señor y se postro ante él y lo adoró.
Margarita hijo no conocía a Pedro y a ti físicamente, solo sus voces, pero quiero felicitarte porque a Mago, tú la viste con los ojos del corazón, nunca te importó que fuera ciega, disfrutabas sanamente con ella y él le interrumpe, ¿sabes mami?, ella es muy bonita de cara y de pelo pero es más bonita por dentro, ella lo estrecha más a su pecho, hay Fabián, ¡dichoso tú!, Porque ves como Jesús, con los ojos del alma, porque hijo querido, Dios no ve a los hombres con los ojos superficiales sino con los del alma y eso vale más a los ojos de Dios, tú no encontraste defecto en ella, miras su alma y su alma vale más.
Hijo mío, muchos hombres solo usan la vista para pecar y hacer daño a las personas, otros más no quieren tener ojos porque ellos hacen que el hombre peque, pero ¿sabes?, la vista es un regalo de Dios, es un regalo maravilloso de él, yo te pregunto: ¿qué te importa más?, ¿qué Mago vea o que te quiera a ti?, sin titubear contesta Fabián: que Mago vea, Ester para consolidar su sentimiento de su hijo le hace otra pregunta y ¿por qué prefieres eso?, Fabián responde: tú lo has dicho mamá, ver es muy hermoso y usando bien la vista crecerás sanamente, podrás trabajar, estudiar, podrá casarse y sería muy feo verla siempre sentada en una silla o hacerle todo como una niñita, ella abraza con gran fuerza a su hijo y le dice otras palabras: Qué bello piensas y ves hijo, es un regalo ver así, sí los hombres no tuviéramos maldad el hombre no haría tanto daño pero la vista aunque se utiliza para mal le sirve a todo hombre para no depender los unos de los otros y por último ella dice: sí su cariño es por lo que eres y no por el color de tú piel, ojos etc. Te seguirá hablando igual y Fabián abrazó a su madre como nunca.
La gran lección.
En la casa de Margarita era todo felicidad, pero Mago no estaba feliz del todo y su padre le preguntó: ¿hay algo que te inquieta, hija? Y ella murmuro: Fabián, el rostro del padre se ilumino con una sonrisa y ella la vio, y dijo su padre: ese muchacho vale oro, todos los días al irse a clases nos decía: ya Mago va ir a la escuela como si fuera profeta y si no es , la enseñaré yo, cada que llega pone un girasol en el jardín para que llegue mucha luz y tú vieras, ella le pregunta al padre: ¿por qué él es morenito?, el abrazó a su hija y le contesta: Dios no ve igual que tú, el no ver color de ojos, de piel, estatura, él no le importa de que familia eres, sí tienes dinero o no, sí tienes carro, estudios, es más no le interesa que tú no hayas visto o no, él te ama igual que hoy ves, él mira con ojos de amor, mira con los ojos del alma, así debiéramos ser, ¿en que es menos Fabián que tú hija?, no deja que conteste y sigue diciendo: ¿en la piel?, ¿por qué eres blanca y el moreno?, hay un silencio.
El padre de Mago prosigue: Pedro es blanco rojizo, tiene ojos azules, pero no es atento como Fabián, Pedro es educado porque su papá seguro lo manda a una buena escuela, pero Fabián es muy respetuoso, no usa palabras anti-sonantes, es cortés, caballeros y apenas es un joven, ¡imagina cuando corteje a una mujer! Y lo más sobresaliente de él es que hace el bien sin “ver a quién”, se ha ganado la simpatía de todos, incluyendo la de nosotros, su piel no es impedimento, ni mancha, ni contamina, todo lo que se hace con la mirada de Dios es reflejo de su persona, mira hija: el oro vale mucho, pero sin el petróleo la humanidad sufriría y por eso se le llama oro negro, porque vale más que el otro oro o igual, tú sabrás como vas a mirar a la gente desde este momento, ya sabes lo que ves y lo que puedes valorar, ella les dice a sus padres me dejan invitar a Fabián a comer, ahh pero no hay mucho que comer y la mamá dijo, el comerá lo que sea y todos sonrieron y fue a invitar a Fabián a comer.