Historias posibles: los apaga velas y los desalados Mt. 5,13-16.
Laicos compartiendo la fe.
Un trabajador de una importante empresa zapatera, salió muy motivado después de acudir a la celebración eucarística, las palabras del padrecito hicieron mella en el corazón del trabajador y se dio cuenta que ha perdido el sabor y la luz que Jesús pide a los católicos, se preguntaba ¿en qué momento la perdí?, pero al mismo tiempo salió muy motivado para volver a retomar la fe, el mismo padrecito dio una especie de orientación a su corazón y se le quedaron impresas las palabras del sacerdote: “para retomar la fe, volver a ser el sabor y luz del mundo”, se debe de empezar con lo simple, con los pequeños detalles, porque sería vano empezar con lo más desafiante de la fe, y quizá nos haría desfallecer en los primeros intentos y los apaga velas en poco tiempo soplarían sobre la débil luz de la fe, “quedando ahora totalmente a oscuras”.
En el trascurso del camino a casa, se metió muy en la mente, que era ya tiempo de empezar a ser esa luz y sal del mundo, pensando en lo simple que sugiere el sacerdote, pensó en su hogar, su esposa e hijos, ¿cómo empezar ahí?, por lo pronto abrió la puerta y vio a su mujer, le dijo: “hola amor”, a los hijos les dijo: ¿qué tal hijos?, esposa e hijos se miraron, ahh ¡caray!, retomó la palabra y le dijo a Carlos su hijo mayor: ¿vas con tú novia?, al menor le pregunta: ¿vas con tus compañeros?, la esposa afanada rociando la ropa pues iba a planchar lo miró de reojo, Carlos le contesto: vamos ir al cine, el menor le dijo: “tengo mucha tarea”, el hombre aprovecho y le pregunta a su hijo menor: ¿te puedo ayudar en algo?, el chico está sorprendido y le contesta: “no, no es tan difícil, la esposa más sorprendida interviene quedamente: ¿de qué trató la misa?, el responde: el padre dio un magnifico sermón sobre la sal y la luz que debe de ponerle el católico al mundo, la esposa dijo: “esos nomás inventando”, el esposo responde inmediatamente: no mujer, no inventa nada, son palabras de nuestro Señor Jesús, donde nos dice que somos como lámparas que alumbramos a los demás hombres, ella malhumorada le replica: “debería de venir a planchar este garrero”, parecía que su mujer quería “apagar la vela” de su deseo de ser sal y luz, el apenado le pregunta: ¿te puedo ayudar en algo?, ella reacciona: “ya termine, ya para que”, sin saber que decir más el hombre se siente confundido, parece que ya desfalleció con los primeros minutos de querer ser “sal y luz del mundo, pero se le ocurre algo: “quieres algo de cenar?, lo que gustes, se le iluminó el rostro a la mujer y voltea con su hijo menor y le dice: ¿qué quieres tú hijo de cenar?, el jovenzuelo se alegra y le hace saber que quiere una hamburguesa, suspira el hombre y perece que por hoy ya la libró.
Comienza la prueba.
A la mañana siguiente besa a su mujer y se despide de sus hijos, están sorprendidos púes no lo hacía antes, al llegar al trabajo, saluda, unos animosamente responden, otros como sí no hubiera dicho nada, va directamente a su máquina pues es pespuntador, intenta hacer una pequeña oración, tiene que hacer hábito, arranca su máquina y empieza a trabajar, había unos cortes pendientes del viernes, los termina y se le acercaron dos chicas y un compañero, el chismorreo que llevaban era tentador, mordiéndose los labios, conteniendo el comentar algo de lo que le comentaban, trataba de sonreír y una de las chicas le pregunta: ¿le pasa algo don?, no dice nada, él le contesta: “estaba pensando en lo que decían”, en eso el supervisor venía y una de ellas le dice: “nos vemos don ya viene el viejo pelón a dar lata”, el supervisor ve que se alejan y llega con él, le extiende las tareas que le tocan ese día, las observa el hombre, de antemano no se la lleva bien con el supervisor, el supervisor lo conoce como: “contreras”, hay una revolución en sus entrañas, una lucha interior, las tareas son estilos difíciles, de pronto recuerda algo del “padrecito”: “en el trabajo es fácil ser luz y sal de la tierra sí tú lo deseas, ahh que padrecito tan molón”, pensó, tragando saliva le salen palabras suaves,: “muy bien don Pepe”, el supervisor, espera una respuesta agresiva y como queriendo apagar la vela que iluminó al hombre, desea don Pepe ¿desalarle el día?, como una banderilla a un toro, “don Pepe” le pregunta: ¿alguna objeción o aclaración?, el hombre, contesta: “todo está claro”, enciende la banda para que las tareas lleguen a él y el supervisor se retira, sonríe, parece que ha logrado un triunfo, algunos trabajadores observan a don Pepe, parece el diablo.
El hombre empieza a organizar las piezas que va a pespuntar, se pregunta: ¿cómo ser luz y sal de la tierra en la fábrica?, una idea viene a su mente: “no pierdas tiempo en el baño”, parece que se desencadenan más ideas: no te prestes a albures, no vayas al baño a ver revistas impropias, a chismorrojear, sin embargo a las 11.30 va al sanitario, al abrir la puerta del sanitario el olor a cigarro sale, risas de compañeros se escuchan, lo saludan, unos más agudos como apagando su vela de buenos intentos de ser luz y sal del mundo, le dicen: “te agarró de barco el viejo cascarrabias” y soltaron la carcajada, unos más hablaban de chicas y hasta unos se drogaban en el baño, él sólo termina y se retira diciendo: “para que me alquilo”, los compañeros burlonamente lo ven salir, algo raro siente en su corazón, parece que ha vencido los malos hábitos de 15 años en la fábrica.
A la hora de la comida, termina lo más pronto posible, los compañeros que se sientan con él le dicen: “ya se la sacará don, aguante”, él sonríe para no comentar nada, no quiere echar a perder los deseos que tiene de ser luz y sal de la tierra, parecen aguijones las pláticas de los compañeros, como sí lo quisieran dejar a oscuras su alma, quiere retirarse y en eso ve a un hombre ya madurón de 52 años que pasa, le saluda y se retira de la mesa de los compañeros argumentando que tiene que preguntar algo a aquel hombre: “don Robert”, ¿puedo preguntarle algo?, el hombre se detiene y le contesta. “claro, a tus ordenes mi hermano”, disculpe, me inquieta, muchos comentan que hace algo en el templo, se dedica a no sé qué, el hombre le sonríe amablemente, mira mi hermano: tengo 7 años integrado al ministerio de evangelización de la parroquia de la colonia, ese ministerio es un grupo de hombres y mujeres que tienen una misión y un papel a desarrollar en la parroquia, ayudando al párroco y su tarea de evangelizar a su territorio parroquial, nos reunimos los días miércoles de 7.30 pm a 9.15 pm, mi esposa también está en ese ministerio, para servir a nuestros hermanos de la parroquia, el párroco nos capacita y luego nosotros vamos a nuestros hermanos “con retiros y otras actividades”, en pocas palabras: “somos servidores de nuestros hermanos”, ¿nos é sí va a misa mi hermano?, le pregunta Robert, el hombre contestó: “si”, don Robert prosiguió: ayer se habló de la sal y luz de la tierra, para poder ser esa sal y luz tenemos que conocer a Jesús y nosotros hemos tenido un encuentro con él y lo mínimo es dar de lo que él nos da, así se cumple la palabra de ser luz y sal de la tierra, el hombre sorprendido de lo que comentó don Robert, le dijo: gracias, después seguimos, don Robert le dice: “cuando gustes”, el hombre se fue a su máquina pensando que hay hombres que se siente en ellos que son luz con su mirada, su presencia trae positivismo, palabras que edifican, es un hombre que no quiere apagar la vela de los demás ni mucho menos el deseo de ser mejor católico.
El hombre se sorprendió cuando terminó sus tareas a las 5.20 pm, 40 minutos antes, con estilos muy complicados, va con el supervisor y le menciona que ya terminó, sí hay la posibilidad de que le diera las tareas de mañana, el supervisor está sorprendido y su júbilo parece que se desvanece, separa, los estilos más complicados y le entrega los talones de las tareas, el hombre las mira y ve que es más duro, casi revienta echándole una viga, pero se contiene y le dice: “gracias don Pepe”, el supervisor sabe que tronará y lo ve retirarse a la máquina, enciende de nuevo su máquina y empieza a trabajar, termina su horario de trabajo y para no caer en tentación sale lo más pronto posible, hay cansancio pero está satisfecho, llega a su hogar y le da un beso a su esposa que sorprendida le dice: ¿ya saliste de trabajar?, sí, ¿cómo te fue?, llegaste muy pronto insiste la mujer, el hombre le contesta: “muy bien”, el hombre invita a su esposa al centro o zócalo ella sorprendida no sabe que decir, acepta y se van al “centro” de la ciudad. Fue un día donde brilló la luz a pesar de que querían apagar su deseo, sabe que apenas empieza y se prepara mentalmente para el día de mañana que será más cansado, pero por la gracia y el deseo de ser sal y luz de la tierra y un mejor católico por primera vez se siente seguro de lo que hace y que Dios le va ayudar.
La crisis lo invade.
Llegando al día siguiente una chica se le acerca, lo siento lejano, ¿sucede algo o ya le soy indiferente?, le dice ella, nervioso no sabe que decir, pensé que sentía algo más serio por mí, vuelve hablar la chica, aquel hombre está en un embrollo, siente que un viento huracanado apaga su lucha, ¡le gusta la mujer! y quizá ya llegó todo a su final en su deseo de ser sal y luz del mundo, piensa en su interior: que duro es ser católico, todo es pecado, y se pregunta: ¿valdrá la pena ser sal y luz o la complazco?, la chica en un gesto despectivo se retira moviendo provocativamente las caderas, el hombre llega a su lugar, enciende la máquina, no ha hecho oración y dice: “que lata hacer oración”, sin embargo empieza a dar gracias por el día y el trabajo, comienza con su labor, a las 12.28 va al baño, ahí hay compañeros y uno le pregunta: ¿qué se le rajó a la Cleo?, ya se sabe lo de la chica, él le contesta: “ella merece un hombre libre”, “que se entregue a ella seriamente”, las carcajadas resuenan en el baño, pero ella quiere, cual es el problema le objeta uno, un puño casi quiere estrellarse en la boca de ese compañero, pero… en lugar de eso, le responde: tengo esposa y dos hijos, tengo aquí vecinos, no es justo para ella escondernos para tener sexo que es lo único que le podré ofrecer yo, hubo un silencio y él se retiró del baño, respiró profundamente y siguió trabajando.
A la hora de la comida don Robert se le acerca y le dice: estuve checando la parroquia a que perteneces tú mi hermano, es una parroquia bastante grande y según hay varios ministerios y checando horarios de la notaria es de 10 a 2 y de 4 a7 o sea sí alcanza a pedir información, el hombre le pregunta: don Robert, ¿cómo ha aguantado tantas tentaciones en la fábrica y a cada trabajador tan diferente?, don Robert le expresa una sonrisa amplia, te voy a dar cuenta de 7 años en adelante: al principio es muy duro, parece que las tinieblas se enfurecen, pero Dios siendo la luz del mundo ya lo hace más fácil, el Espíritu santo nos hace valorar entre lo bueno y lo malo, lo recto, lo justo, nos hace más responsables en el trato con los demás pues así fuimos, el alimento de la palabra diaria nos hace ver la luz y ser luz, nos conduce Jesús a una vida distinta aun en la fábrica, nos hace más eficientes, pero te aclaro: “es paulatino”, poco a poco e incluso a veces se nota y otras veces parece que vas de retroceso, lo importante es que Jesús lo va trasformando y le hace ver con cariño a los demás, tenga paciencia, le doy un consejo: la sal da sabor, meta en su corazón ser sabor y no desale nunca lo que otros intentan de bueno, al contrario anímelos, podemos tener una sociedad mejor sí viviéramos aunque sea el 60% del catolicismo, no hay duda que existen hombres que dan luz a los hombres y estás palabras de don Robert lo han animado: a las 4.00 pm terminó sus tareas y de la misma fue con el supervisor y le preguntó si era posible empezar las tareas del día de mañana, don Pepe lo miró y empezó a apartar los talones, el hombre le dice: disculpe sí le ofendí en algún momento don Pepe o le avergoncé, no lo hago para que me de tareas más fáciles, al contrario, es para tener una mejor relación entre nosotros, don Pepe no podía creer lo que escuchaba, años teniendo diferencias y el hombre agregó: en estos días me he dado cuenta lo problemático de tratar con gente difícil y le aprecio su paciencia, don Pepe más desconcertado le pregunta: ¿ya se va a morir o vive momentos complicados?, el hombre sonríe, ¡no!, claro que no, lo que he visto es que es fácil trabajar y relacionarse, don Pepe le contesta: casi le oigo hablar como don Robert, la señora Rebe, don Paco y el joven Daniel, que andan en la Iglesia y quieren ser diferentes, mire por mi parte no hay problema, eso no quiere decir que le beneficie, aquí se trata de ser parejo para todos, el hombre le responde gracias don Pepe, toma sus talones y continua trabajando.
Al concluir el horario de trabajo, sale inmediatamente, quiere llegar a la parroquia y se dirige a la oficia, pide información de cómo integrarse a un ministerio y una monjita que da servicio social le informa de lo que hacen los grupos, el que más le llama la atención es catequesis, le dan los horarios y con quien se va a dirigir, no sabe que pasa, pero hay una felicidad en él; llega a su casa saluda a su esposa, le toca la cabeza al hijo menor, la mujer le hace saber que el hijo lo espera para que le ayude en su tarea pues es un trabajo manual, el hombre accede y se ponen a trabajar, más tarde los llama a cenar, ya han terminado y juntos cenan, ha sido un buen día a pesar de tan inmensa tentación, cree que Dios le ha salvado de caer en adulterio.
Cómo mágico.
Llegó el viernes, día de pago, ha obtenido por primera vez en 15 años la mención honorifica del mejor pespuntador de la fábrica en esa semana y la empresa le da un incentivo, en esa semana, respetó más la autoridad de “don Pepe”, limó asperezas con él, valoró más las pláticas que construyen, empezó una buena amistad con don Robert, quien le oriento el acercarse a su parroquia y preguntara como puede servir, su esposa estaba sorprendida, eran detalles pero estaba feliz que hasta le preparó sus chilaquiles que tanto odia, sus hijos, se sienten confundidos y el en un momento a solas por primera vez en años, da gracias a Dios por la semana que ha vivido, “la mejor” en mucho tiempo, se ha dado cuenta que no es difícil ser católico, ser sabor y luz ante los hombres sin presunción y ha decidido después de misa integrarse en la parroquia en el ministerio de catequesis, no sabe nada de eso, pero ahí los preparan, le comenta a su esposa de su decisión y la esposa le dice: “te prefiero en el templo que andes de borracho”, ciertamente, solo es una semana, pero él sabe que lo difícil fue arrancar, habrá muchas pruebas, pero Dios no le dejará solo, y sí Jesús le pide a ese hombre católico ser sal y luz del mundo es porque puede.
Muchos hombres no sabemos cómo empezar a ser sal y luz de los hombres, cómo iniciar con un hábito y romper con viejos hábitos, nos es difícil vivir los “dones” de nuestro bautismo, en ocasiones sentimos que todas las puertas se cierran y que los apaga velas están por todas partes tratando de apagar la vela del deseo de ser luz y sal de la tierra, pero hay algo que es verdad: sí Jesús es la luz del mundo y la sal de la tierra, podemos lograrlo pues ya somos luz por Jesús, sal de la tierra al ser católicos, simplemente hay que creerlo, desearlo y mantener la vela prendida, evitar a “los apaga velas” de la fe, fijar su mirada y seguir la luz de Cristo que esa no tiene confusión, ni tiniebla.
interesante reflexión