El Dios de vivos nos reta a creer. Lc 20, 27-38.
Comentario al evangelio.
La celebración eucarística en este domingo tiene en la parte de la liturgia uno de los pasajes más intensos de la fe: “creer en la resurrección”. Ante un mundo que seduce a negar dicha resurrección con el argumento: “se vive la vida y termina todo con la muerte” Jesús a través de este pasaje afianza el misterio que vive la Iglesia e impulsa a la fe y esperanza de dicho misterio. Para el comentario de este pasaje lo citamos todo en su contenido y posteriormente se harán los comentarios más convenientes:
Lc Se acercaron entonces unos saduceos, los que niegan la resurrección, y le preguntaron:
Lc 20:28 –Maestro, Moisés nos ordenó que si un hombre casado muere sin hijos, su hermano se case con la viuda, para dar descendencia al hermano difunto.
Lc 20:29 Ahora bien, eran siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar hijos.
Lc 20:30 Lo mismo el segundo
Lc 20:31 y el tercero se casaron con ella; igual los siete, que murieron sin dejar hijos.
Lc 20:32 Después murió la mujer.
Lc 20:33 Cuando resuciten, ¿de quién será esposa la mujer? Porque los siete fueron maridos suyos.
Lc 20:34 Jesús les respondió:
–Los que viven en este mundo toman marido o mujer.
Lc 20:35 Pero los que sean dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no tomarán marido ni mujer;
Lc 20:36 porque ya no pueden morir y son como ángeles; y, habiendo resucitado, son hijos de Dios.
Lc 20:37 Y que los muertos resucitan lo indica también Moisés, en lo de la zarza, cuando llama al Señor Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob.
Lc 20:38 No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven.
Hoy desde el púlpito, la homilía sacerdotal abordará temas que durante años y años han causado polémica entre los fieles y los que se niegan a creer en estos principios fundamentales de nuestra fe como son: “la resurrección” y que “Dios está vivo”. Este pasaje lo podemos dividir en tres partes: (1) Los saduceos; (2) La resurrección y (3) el Dios vivo; así pues para empezar abordemos nosotros también el primer tema.
1.- Los saduceos.
Los saduceos fue un grupo de gran influencia en tiempos de Jesús, ellos apelaban a ser descendientes de Sadoc (sacerdote en tiempo de David y salomón), grupo formado por sacerdotes y laicos aristócratas. Está facción tenía la idea de que no existía la resurrección que proponían los fariseos, tampoco los beneficios, bienes premios de la vida futura, así como negar la existencia de ángeles y espíritus.
Su peso en lo religioso era importante, formaban parte del Sanedrín, en lo económico pesaban y su inclinación al materialismo permitía una interesada aplicación de la ley que trataban en su teoría de cumplir de la mejor manera.
La ley y el levirato.
Los discursos de Jesús, los premios de una vida futura, fueron elementos que les orilló a planear una argumentación a los saduceos para rebatir a Jesús su doctrina: 28 –Maestro, Moisés nos ordenó que si un hombre casado muere sin hijos, su hermano se case con la viuda, para dar descendencia al hermano difunto.
La ley cf. Dt 25, 5-10 trataba que todo israelita tuviera descendencia y que su nombre no se perdiera en el anonimato de las generaciones de Israel. Por lo tanto, sí un hermano casado muriera sin descendencia y tuviera hermanos que Vivian en la casa su obligación es cumplir para que la viuda no saliera de casa y se casara con un extraño, así el primogénito daría descendencia al hermano muerto.
Lo expuesto a Jesús buscaba contradecir su doctrina, por esa razón argumentan que el principio dogmático de la resurrección no era sólido.
2.-Resurrección.
San Pablo cita: 1Co 15:13-14 Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, es vana nuestra proclamación, es vana nuestra fe. La resurrección es principio fundamental de nuestra fe: Lc 24:6 No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea.
Jesús promete resucitar al que se entregue a él: Jn 6:39 Y ésta es la voluntad del que me envió, que no pierda a ninguno de los que me confió, sino que los resucite [en] el último día. En pocas palabras es el dogma de la esperanza en Cristo, su Parusía. No es solo un pasaje más, más bien es la realidad que impulsa la fe.
La manera elegante de contra argumentar es mostrarles el error que tienen de la resurrección: 34-36 Jesús les respondió: –Los que viven en este mundo toman marido o mujer. Pero los que sean dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no tomarán marido ni mujer; porque ya no pueden morir y son como ángeles; y, habiendo resucitado, son hijos de Dios. Jesús pone a todo vapor el pensamiento saduceo, es más hoy abriría un debate importante con esta respuesta: ángeles (como ángeles pero no son), los dignos de resurrección y los hijos de Dios vaya temas que merecen en otra ocasión tratar adecuadamente.
3.-El Dios vivo.
¿Qué problema hay en la actualidad para creer en Dios?, ¿el Dios servil para los hombres?, ¿el Dios de los cielos?, ¿el Dios vivo?, sí a Dios no lo visualizamos y o sentimos como vivo, puede que nuestra fe este en problemas, por esa razón Jesús les comenta que la figura más importante del judaísmo en este caso Moisés, también habla de la resurrección: 37 Y que los muertos resucitan lo indica también Moisés, en lo de la zarza, cuando llama al Señor Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob. Un Dios que se relaciona de manera personal con cada hombre, cada uno de estos patriarcas representan generaciones y por esa razón culmina Jesús: 38 No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven. Se tenía la idea de que el paso por el sheol era transitorio para después ser llevados. Así muestra a Dios inmortal generación en generación.
Conclusiones:
Como cristianos creemos en la resurrección, nuestro credo es claro y creemos también en los bienes para la vida futura. Hoy Jesús los ha defendido y los extiende, reafirmando lo que creemos, su resurrección es la garantía del Dios vivo, por eso San Pablo rotundamente cita: Rm 10:9 si confiesas con la boca que Jesús es Señor, si crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás. Las comunidades cristianas nos han trasmitido los misterios esenciales que ellos asimilaros, vivieron y comprobaron, la Iglesia fielmente lo enseña a través de los santos padres que nos dieron la explique pero hace más entendible los misterios de fe. El reto para el cristiano actual es retomar nuestros dogmas de fe, vivirlos, experimentarlos, trasmitirlos, la fe, no necesita que explicaciones, es un “don” que el Dios vivo da a los hombres para creer y comprender.
La vida futura es una promesa de Jesús, se acerca a la promesa cuando se cree que Jesús lo hace, pues ha resucitado, ¡está vivo! Como diría el padre Emiliano Tardif. Parece que la generación actual necesita que con hechos se le muestre la fe, pero esa explicación también requiere de una mutua correspondencia, ¡sí se explicó! la fe, entonces: ¡entrégate a Jesús!, no apliques la ley del azadón