Pentecostés, sabiduría del Padre y del hijo.

Pentecostés, sabiduría del Padre y del hijo.

Pentecostés, sabiduría del Padre y del hijo.


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La iglesia ha vivido la fiesta de pentecostés de una forma maravillosa, la vigilia de Pentecostés en las parroquias que congregó a una gran cantidad de fieles que con gran fervor celebró el gran acontecimiento de una “efusión vital” del Espíritu santo. Recordando: “No se alejen de Jerusalén, manténganse unidos”, hasta que sean revestidos del poder de lo alto, hasta que sean bautizados en el espíritu santo (cf. Hch 1, 4-5; Lc 24, 49), pero… ¿por qué no hay que irse?, Jesús les iba a cumplir la promesa del Padre, revestirlos con el poder del cielo para poder ser sus testigos y vivir la salvación en una iglesia que proyecto su misma esencia.

Jesús profundizó los signos judíos más relevantes del judaísmo para dejar en el cristianismo el vigor de su amor en la práctica y vida en él. En la fiesta de las “chozas, tabernáculos, tiendas” se transfiguró y pidió que el que tuviera sed se acercará a él, La pascua, dejo para el cristianismo su parte medular en la celebración eucarística y ahora en Pentecostés, aun modificada por el judaísmo después del exilio donde la intención ya no era el de las gavillas sino celebrar en su lugar la entrega de la Toráh por Dios en el Sinaí, la fiesta de las semanas como se le conoce.

Pentecostés para el cristianismo.

Aunque el judaísmo celebra la entronización de la “ley” para los israelitas, el movimiento sacerdotal buscó que se recuperará la nacionalidad israelita que se había diluido en Babilonia, sin arca, sin tablas, no quedaba de otra. Los sacerdotes exponen el retorno a su historia a través de la Toráh, con pergaminos que contenían la palabra de Dios se proclamó ante el pueblo y entonces el significado de pentecostés cambió en el nuevo judaísmo, de una simple fiesta agrícola a enaltecer a la palabra de Dios. Aquí se observa la sabiduría de Dios para el naciente el cristianismo.

Para el cristianismo, aun en sus raíces judías, su significado es totalmente distinto, ciertamente se cumple la palabra del Padre (Dios) a través del hijo (promesa), quizá los discípulos pensaron en la fiesta judía, mantenernos “unidos”, más todo dio un giro inesperado; en oración como es el rito de Pentecostés, una ráfaga, un viento impetuoso, un viento huracanado (cf. Hch 2, 2) entró en aquel lugar y por primera vez se pudo apreciar a la tercera persona de Trinidad. Muchos en su raciocinio dirán que se infló o se trató de escenificar pasajes del antiguo testamento. Lenguas como de fuego, lenguas en idioma, alegría, gozo, euforia, capacidad de proclamar a Jesús, iluminación del intelecto de la misma palabra de Dios, la sabiduría de Dios se daba aquellos hombres y mujeres en oración.

La sabiduría de Dios es espejismo para unos.

Con la llegada del Espíritu santo se derrama una gran cantidad de dones, siete como perfección, como plenitud, pero estos siete abren por así decirlo, las puertas a una cantidad incalculable de dones, carismas, virtudes, cualidades, potencias que se desarrollan en el hombre, la docilidad a él es lo que marca la acción y gracia. ¡Sí!, el Espíritu santo no tiene límite, el límite es el mismo hombre. Un cirujano importante de la ciudad decía: ¡eso lo inventado la Iglesia para adormecer la conciencia del pueblo!, el consideró que su gran “don” de ser uno de los más grandes cirujanos de la ciudad se debía al desarrollo que él había hecho a lo largo del estudio y práctica, pero también algo nato en él lo hizo más fácil y que no necesitaba “el espíritu santo”, pues el que operaba era él, que era una superstición invocar a un dios “que no se ve”, en ese momento suena su celular y un abogado le comunica la decisión de que su tercera esposa, ha decidido divorciarse de él, no hay posibilidad de reconciliarse y solo se espera la firma ante el juez del divorcio y comenzó a comentar: otra vez todo el pleito de quien se queda esto, con aquello, ufff, sí, su tercera ex, no hablo de moral, ni mucho menos enjuiciar, menos deducir que vive así por no tener al Espíritu santo, la vida en el Espíritu santo ofrece un equilibrio perfecto en el hombre, no sólo en un área donde puedes ser bueno, sino más bien un equilibrio en todo el ser y actividades como interacción, la sabiduría de Dios es la manifestación de una sana vida, un dominio y responsabilidad de sus actos cotidianos y decisivos, es curioso como sumido en el pecado, el hombre se conduce nerviosamente, vive en tremendos huecos existenciales y perdido en un mundo consumista.

Unos apuestan a que el Espíritu santo es un espejismo, todos esos síntomas son causados por ansías, sujeción colectiva, una psicología de influencia eclesial, un deseo inmenso de querer sentir a Dios, el cual nunca se aparecerá. Quizá sí perteneciera a la renovación carismática me hubiera “sonado” ofensivo ese comentario pues muchos son testigos de la veracidad del actuar del Espíritu santo. Un día escuche en una capacitación de predicadores a través de un sacerdote que dijo: ahora vamos a tratar el asunto más importante, el gran desconocido “El Espíritu santo”, apenas iba a preguntar porque era desconocido cuando respondió, para un predicador es necesario empezar a vivir una relación íntima con él, pues será su plataforma de vida ministerial, sin él, el predicador no es nada, “su punch” será meramente humano y su predicación será estéril para las almas, agregó, el Espíritu santo será quien le ayude a dar “testimonio de Cristo Jesús”. Desconocido es porque muchos católicos ni lo conocen ni lo usan, son muy marianos, invocan al Padre y mucho a su hijo, pero el espíritu santo se esfuma de muchas vidas cristianas. ¿Espejismo?, ¡nunca!, lo que le llaman efectos, es la forma en que actúa y se manifiesta en signos el Espíritu santo, por eso Jesús cito rotundamente: Jn 3:8 El viento sopla hacia donde quiere: oyes su rumor, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así sucede con el que ha nacido del Espíritu.

La Iglesia lo celebra.

Los más racionalistas se preguntan: ya recibimos el Espíritu santo en nuestro bautismo, lo confirmamos en la confirmación, entonces, ¿es un nuevo espíritu o que tiene de particular?, Jesús aseveró: Jn 16:7 pero les digo la verdad: les conviene que yo me vaya. Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor, pero si me voy, lo enviaré a ustedes. La tercera persona de la Trinidad que “prepara la vida”, defiende lo que es de él, es su forma natural de actuar del Espíritu santo con una efusión permanente, haciendo madurar al hombre, renovando su interior, para vencer al pecado que ronda la vida en todo minuto; el gran defensor porque él “acrecienta la vida” de los hombres llevándolos a cumplir el fin por el cual ha sido hecho el hombre, se celebra porque hará con su soplo divino que los hombres sean capaces de dar testimonio de Dios; santifica al hombre porque lo conduce a una vida santa, llena de esa comunicación divina; san Pablo deja palabras rotundas: “nuestro cuerpo es templo del Espíritu santo”.

La Iglesia celebra esta gran fiesta porque el Espíritu santo es el que funda la Iglesia. La vigilia es un acto de verdadero amor, una eucaristía única, y posteriormente la adoración a Cristo Jesús en la Iglesia, miembros que unidos en Cristo son guiados por el espíritu santo. Una Iglesia que experimentó la promesa de un manera fantástica: Hch 2:39 Porque la promesa ha sido hecha para ustedes y para sus hijos y para todos aquellos que están lejos a quienes llamará el Señor nuestro Dios. La iglesia celebra porque fue el primer momento que inicio la predicación y evangelización de la Iglesia: Hch 2:37-38 Lo que oyeron les llegó al corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: –¿Qué debemos hacer, hermanos?
Pedro les contestó:
–Arrepiéntanse y háganse bautizar invocando el nombre de Jesucristo, para que se les perdonen los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo.

Conclusiones.

La iglesia celebra la gran sabiduría de Dios que nos ha cumplido en Cristo Jesús, a través del Espíritu santo el cristiano puede llegar a cumplir las metas de nuestro Señor, quedando así la iglesia como signo de salvación para los hombres. La sabiduría de Dios, sabe que el espíritu santo es quién ilumina el intelecto humano para poder visualizar a Jesús y al Padre, por esa razón tenía que dejar que madurará la fe en los primeros cristianos y ahora en pleno siglo XXI, espera la reacción positiva a su infusión, en su acción permanente plasma en el hombre como dice la secuencia: “el fuego de tú amor”, calienta los corazones fríos, la frialdad devora muchos corazones que en su frío anula la sensibilidad humana, en un corazón que deja que habite el “dulce huésped”, el fuego es permanente, sin él, el hombre no puede nada, pues con un sólo toque del Espíritu, años de conocimiento adquirido, se infunde por él en segundos. Bendito Pentecostés, que nuestro corazón lo llene de vida para poder signo de Dios.

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