Para ser Amigos de Dios con “San Francisco de Sales”
Dios te hablara por medio de tu guía
Siempre ha de ser para ti un ángel; quiero decir que cuando lo hayas encontrado, no lo has de considerar como un simple hombre. No pongas tu confianza en él ni en su sabiduría humana, sino solo en Dios que te favorecerá y te hablara por medio de este hombre, poniéndole en la boca y el corazón lo que sea necesario para tu salud.
Así, le debes escuchar como a un ángel que baja del cielo para guiarte a Dios.
Ábrele tu corazón con toda sinceridad y fidelidad manifestándole claramente tu bien y tu mal sin fantasías ni disimulación, y por este medio tu bien será examinado con más seguridad, y tu mal será corregido y remediado. Te sentirás aliviado y fortificado en tus aflicciones, moderada y regulada en tus consuelos.
Trátalo con confianza y respeto a la vez
Pon en él una gran confianza, mezclada de una sagrada reverencia no haga de crecer la confianza sea obstáculo para el respeto; confía en él con el respeto que una hija siente hacia sus padres; respétale con la confianza que el hijo tiene con su madre.
En fin, esta amistad ha de ser firme y dulce, santa, sagrada, divina y espiritual.
A propósito de esto dice Ávila: escoged uno entre mil. Y yo digo, que entre diez mil, porque son mucho menos de lo que pensamos, los capaces de cumplir este oficio. Ha de ser un hombre lleno de caridad, de ciencia y de prudencia. Si le falta una de estas cualidades, le faltará mucho. Pero también lo digo de nuevo: pídeselo a Dios, cuando lo hallas encontrado, persevera con él, da gracias a su Divina Majestad, y no busques otras novedades sino ve siempre por el camino que tu guía te muestre, sencilla, humilde y confiadamente. Con esto harás un dichoso viaje.