Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales” Es necesario comenzar por la purificación del alma, despojarnos de lo que nos pueda apartar del Amor Divino.
Las flores –dice el Esposo- se muestran ya en nuestra tierra, el tiempo de limpiar y cortar ha llegado.
Las flores de nuestros corazones, son los buenos deseos; y tan pronto como estos aparecen debemos echar la hoz para cortar de nuestra conciencia todas las obras muertas y superfluas.
La joven extranjera, para poderse desposar con el israelita, debía quitarse la ropa de captividad, cortarse las uñas y el cabello.
El alma que aspira a tan gran honra como es ser esposa del Hijo de Dios, también ha de quitarse las vestiduras viejas del pecado y vestirse las de virtud, después de cortar toda suerte de embarazos que pueden estorbar el amor de Dios; porque el comienzo de la salud es purgarsede los humores pecantes.
La purificación se hace poco a poco
San Pablo quedó perfectamente limpio en un momento, también Santa Catalina de Génova, Santa Magdalena, Santa Pelagia y otros; pero esta clase de purificación es milagrosa y extraordinaria en el orden de la gracia, como la resurrección de los muertos en la naturaleza, cosa que no debemos pretender.
La limpieza y la salud ordinaria, de los cuerpos o de los espíritus, no se hace sino poco a poco, progresivamente de mejor en mejor, contrabajo y tiempo. Los ángeles de la escala de Jacob tienen alas y no por eso vuelan, sino que suben y bajan por orden, de escalón en escalón.
El alma que sube del pecado a la Devoción, es comparada al alba; La senda de los justos es como la luz de aurora, que va en aumento hasta ser pleno día. Al levantarse, no despide en un mismo instante las tinieblas, sino poco a poco.