Cortinas de humo que nos alejan de Dios.

Cortinas de humo que nos alejan de Dios.

Cortinas de humo que nos alejan de Dios.


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En días pasados, tratando de hacer una cuantía del camino recorrido hacía Dios, tuve que aceptar que el poco o mucho paso hacía Dios estaba relacionado con la presencia de cortinas de humo que desorientan el caminar, cuando más limpia es la visión, el paso es más sólido, cuanto más denso el humo, el avance es poco o hasta negativo, pero lo curioso, es que muchos nos hemos acostumbrado a ver entre esas cortinas de humo y nos parece normal lo poco que avanzamos.

Jesús citó unas palabras verdaderamente alarmantes para un corazón que quiere ir a Dios: Mc 4:18-19 Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la palabra, y queda sin fruto.

3 son las cortinas de humo que me hicieron sentir infeliz, casi impotente, estás tres cortinas las podríamos resumir de la siguiente manera:

Primera cortina: Las preocupaciones de la vida.

Es triste, pero el hombre pasa la mayor parte de su vida preocupado en lugar de ser feliz, vive distraído por lo que le pasa, a tal grado que pocas veces está verdaderamente concentrado en lo que hace y dice; un esposo piensa durante el día: hay que pagar el recibo del agua, la colegiatura del niño, tengo que asistir a junta de padres de familia en la escuela, “estoy perdiendo la vista”, mi esposa parece que ésta perdiendo el fuego sexual, “que cansado estoy y apenas es martes”, ya estoy harto de este trabajo, mi madre y padre me dicen que los tengo abandonados etc.; ejecutando un trabajo con tantos pensamientos en su mente, este hombre no trabaja como debe de desarrollar su trabajo, nunca se concentra al 100%.

Las preocupaciones distraen la mente y el resultado de esa cortina de humo es la infelicidad, imagine salir de su trabajo con su sueldo y ver que no le alcanza para lo que necesita, frustración, desaliento, y para colmo: maldice su situación. Vamos por lo del apetito sexual de la esposa, su insatisfacción no le permite pensar que esa pérdida de apetencia sexual de su esposa sea porque empiece a vivir los efectos de la menopausia, pero esa parte sexual es parte de la vida del hombre y quizá sea presa de perturbaciones en su mente y usted se la pase viendo cuerpos ajenos, o que tal los problemas de las adicciones de los hijos, ¡un tormento!, vive a la orilla del sillón su vida, bajando a todos los santos; estas cortinas de humo no dejan creer en algo mejor, por lo tanto estas preocupaciones no nos permiten acercarnos a Dios y sí nos acercamos lo haremos al estimo clásico: “siempre pidiéndole”.

Las preocupaciones por las cuestiones más variadas, simplemente privan de la entrega a Dios. Ayer invitamos a escuchar la palabra de Dios a una persona muy necesitada de Dios, con grandes problemas y “preocupaciones”, y nos dijo que no podía porque iba a tener de visita a su hijo y que lo iba a esperar, le dijimos que siquiera media hora y nos dijo: hummm, tengo que ir a hacer una llamada para saber cómo ésta mi hija porque tiene una semana que no me llama, le argumentamos que la hiciera más tarde pero agregó: es que le tengo que dar de comer a los perros de mi hija, hicimos el último esfuerzo por convencerla y le dijimos: hermana, 20 minutos, la llevamos a su casa para que le alcance bien el tiempo y nos dijo con descaro: les voy a decir la verdad, es que voy a ver la novela “el Señor de los cielos” que ésta muy interesante, nos miramos y ante eso, ya no insistimos, pero lo más sarcástico que nos sucedió fue cuando nos dijo: “pero oren por mí”, concluimos mi hermano y yo: “verdaderamente las preocupaciones nos apartan y alejan de Dios”, la preocupación por ver una novela por la gloria de Dios y ¿saben?, es la más sencilla, pero muy efectiva para alejarnos de Dios.

Segunda cortina: seducción por las riquezas.

Jesús fue claro: “no se puede servir a Dios y al dinero”, pero el hombre insiste en dedicar su vida a cumular riqueza, su objetivo es acumular porque de ahí depende el poder que va a tener, no importa las horas que se le dedique ni el sacrificio que implique; el diablo lo sabe y pone cadenas a los hombres y lo propuso a Jesús: te daré todos estos reinos sí me adoras”, pero Jesús es tajante: “insensato hoy vas a morir”. La envidia del que tiene es su infelicidad y la pérdida de un bien es desgracia, su satisfacción es poder comprar, adquirir, hacer lo que él quiere con el dinero o lucirlo ante los demás, ahora bien, no es que este mal tener dinero, el error es el lugar que ocupa el dinero, esta riqueza me puede hacer que pierda el camino a Dios, y aunque parezca chusco tal vez nunca busque el camino a Dios porque no ve que este camino de dinero.

Unos hombres dicen: que es más seguro un peso en la bolsa que el amor de una mujer, o más vale vivir en casa de oro que en colchones chinchentos abrazado de una mujer. Le importa mucho la riqueza al hombre, a tal grado que es capaz de pagar al hombre unos 20 millones de dólares por una vil película, por una pelea de Box, a un jugador de futbol por jugar futbol o pagar tanta cantidad por un cuadro de un pintor, pero no quiere pagar el precio de la salvación, no acepta dedicar un tiempo a su salvación, o dar el tiempo precioso a la familia, busca lugares para descansar al momento de morir pero no busca primero salvarse; la riqueza es poder y que palabras tan justas de Jesús: “de que te vale tener todo el dinero del mundo se tú alma se ha perdido”, ¿piensas sobornar en el cielo?, ¡error!, ¿piensas comprar vida con la riqueza?, equivocación fatal. Tanto que trabajaste para nada, se da cuenta amigo la incompatibilidad con la riqueza, el libro a los proverbios es sabios y cita dando un giro de mayor relevancia: Pro 25:12 Pendientes de oro y alhajas de oro fino es el sabio que amonesta al que sabe escuchar. Lo más seguro es ir por las cosas de Dios.

Cuando la cortina de humo de la riqueza nos apresa, nos hace un corazón obsesionado, todas las energías se canalizan y metalizan, triste pero así, y más cuando se quiere asegurar el futuro con la riqueza, porque la riqueza nunca será suficiente, Dios se aleja porque nosotros quisiéramos se metalizará, pero ¡no!, el camino a Dios requiere de gente ligera, desprendido de lastre.

Concupiscencias que retan.

Los deseos desordenados contrarios y no gratos a Dios, retan a los cristianos en todo momento, esa inclinación rara que deseando a Dios por el simple hecho de inclinarse contrariamente a él, es un rechazo silencioso a Dios. Las concupiscencias son letales porque se desencadena una terrible lucha entre el goce carnal y el gozo de Dios, se desborda todo aquel gozo carnal que invade el cuerpo y que parece que hace una barrera invisible para que Dios no penetre.

El cuerpo llega tanto a disfrutar y a quedar preso de esas emociones, de excitaciones, de pasiones que Dios no es capaz de causar un efecto que logre sacudir ese placer quemante, como droga circulando en el cuerpo. Una cortina de humo muy sutil, muy envolvente, muy densa, que no permite ver el camino que se lleva.

Millones de gentes son presa de sus instintos, las consecuencias dañan el hogar, el matrimonio, el amor, la confianza, la fidelidad, la lealtad, la honestidad etc.; capaz de exterminar a los hombres que buscando la satisfacción personal hace que desaparezca el diferente a mí.

Las 3 pestes más sencillas.

Juntas estas tres cortinas, son el asesino silencioso de las almas, parece que solo deja caminos humanos a la vista, parece que solo vivir como los demás es lo único que puede que seguir.

¿Alguna vez ha pensado porque no puede ver a Dios?, ¿una cortina de humo lo oculta?, ¿cómo sería su vida sí por arte de magia dejara de preocuparse, que no tuviera la necesidad de riqueza y que pudiera dominar la concupiscencia?, probablemente le parezca bobo pensar eso, pero ¿qué acaso no se puede vivir sin esto?; las pestes en el pasado han dejado un saldo aterrador de muerte, pues estas cortinas de humo no se quedan atrás.

Una realidad conclusiva.

Cuando Jesús expresó: Yo soy el camino”, no lo dijo porque sí, ni mucho menos dijo que con el camino iluminado no tropieza porque hay luz, ¡no!, es que él está, pues es el camino. Antes de avanzar algunos pasos piense por cual camino quiere caminar, luego limpie bien sus ojos porque seguramente le asaltarán cortinas de humo tratando de confundir, de desorientar para que vaya por otro camino.

Quizá sea más fácil quitar estas cortinas de lo que parece; el camino tiene otra verdad: “es la verdad” y en ella no hay error, la verdad genera vida y el error lleva al sin sabor, la mentira nos aleja de la realidad y la verdad no puede más que ´producir vida, su vida puede quedar limpia con la luz del Espíritu santo, no falla, sí Jesús lo ha dejado es porque es 100 % eficaz.
Vamos caminando con el espíritu santo y desvaneciendo esas cortinas tan severas que solo sirven para tropezar y perder la noción del camino. Hoy será un día sin cortinas, tal vez brille demasiado la luz y le encandile, ¿sabe por qué?, porque ya se había acostumbrado a caminar entre humo, adelante y déjese de preocupar y tener como base cumular riquezas, quizá su concupiscencia le sea ahora de gran utilidad para vencer esas cortinas que nos alejan de Dios.

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