Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Día 11. Jesús, anuncia la Santa Eucaristía.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Acto de Contrición
Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Acto de Consagración
Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.
Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.
Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.
Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.
Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.
Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…
Día 11
Jesús anuncia la Sagrada Eucaristía.
Lectura del Santo Evangelio según san Juan 6,25-69
… Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el padre, Dios, ha marcado con el sello.
Ellos le dijeron: “Que hemos de hacer para obrar las obras de Dios? Jesús les respondió: “La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado” ellos entonces le dijeron: “¿Qué signo haces para que viéndolo creamos en Ti? ¿Que obra realizas? Nuestros padres comieron el mana en el desierto, según esta escrito:
Pan del cielo les dio de comer.”
Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.”
Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan.” Le dijo Jesús: “Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mi no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo lo resucite el último día.”
Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: “Yo soy el pan que ha bajado del cielo” Y decían: “¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: he bajado del cielo? Jesús les respondió: “No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo lo resucitaré en el último día…
En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus vuestros padres y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.”
…pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ¿esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al hijo del hombre subir adonde estaba antes?
“El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. “Pero hay entre vosotros algunos que no creen “porque Jesús sabía desde el principio quienes eran los que no creían y quien era el que lo iba a entregar. Y decía: “Por esto os he dicho que nadie puede venir a mi si no se lo concede el Padre.” Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.
Jesús dijo entonces a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Le respondió Simón Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.”
Palabra del señor.
Plegaria
Salmo 13
Petición para momentos difíciles
¿Hasta cuándo Señor seguirás olvidándome?
¿Hasta cuando me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuando he de estar preocupado, con el corazón apenado todo el día?
Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo?
Atiende y respóndeme, Señor Dios mío.
Mírame, da luz a mis ojos; llena mis ojos de luz, para que no caiga en el sueño de la muerte, para que no diga mi enemigo; “Le he vencido, ni se alegre mi adversario de mi fracaso.
Porque yo confió en tu amor y misericordia; alegra mi corazón con tu auxilio y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
Gloria al Padre….
Las primeras que aprendieron la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
En el monasterio de Paray Le Monial fue nombrada como superiora una religiosa que apreciaba mucho la santidad de Margarita maría, y esta superiora, la Madre Melin, eligió a Margarita como Maestra de Novicias o encargada de formar jóvenes aspirantes que deseaban entrar a la comunidad religiosa. En contra de sus deseos de permanecer ignorada y desconocida, la hermana Alacoque tuvo que ocupar el segundo puesto en importancia en su comunidad.
Las novicias. La influencia de una maestra de novicias es grande y decisiva en las jóvenes que dirige. Y la santa se propuso hacer de cada una de sus discípulas una fiel devota del Sagrado Corazón. Les enseño a consagrarse totalmente al Divino Corazón, a confiar inmensamente en Él, a desagraviarlo por las ofensas que recibe, a ofrecerle continuos actos de amor, y a tratar de imitar a Jesús en su mansedumbre y humildad.
Cambios consoladores. Pronto la superiora u las compañeras notaron que las novicias que practicaban la Devoción al Corazón de Jesús se transformaban de manera admirable y se volvían mucho mas fervorosas y notablemente mas simpáticas y amables.
Fue tal la transformación de aquellas jóvenes, que una religiosa antigua que ya había hechos sus votos, pidió a la Superiora que le permitiera volver al noviciado y ser novicia, para lograr aprender de santa Margarita los detalles de la Devoción al Sagrado Corazón.
La maestra de novicias para evitar creerse más que las demás, se mezclaba con las jóvenes en los oficios de cocinar, barrer, lavar platos y ollas, y traer leña ´para el fogón. Quería imitar a Jesús que decía: “Yo no he venido a que me sirvan sino a servir y a ofrecer mi vida por la salvación de muchos.”
Una noticia. Margarita repetía a sus discípulas: “Una persona que no ama la oración, es como un soldado que se presenta a la batalla sin llevar armas. Entonces la derrota es segura. Pero si oramos con fervor, Dios nos llevará a la santidad a pesar de nuestras miserias, debilidades y defectos.”
Práctica: si me es posible repartiré algunas estampas del Sagrado Corazón de Jesús. Si no fuere posible, al menos hablare a alguna persona acerca de esta maravillosa Devoción.