Misa de SANTA MARÍA VIRGEN
“HE PECADO CONTRA EL SEÑOR”
En aquellos días:Yavé mandó donde David al profeta Natán. Este fue y le dijo: “Había en una ciudad dos hombres: uno era rico y el otro, pobre.
El rico tenía mucho ganado mayor y menor;”
el pobre, en cambio, sólo tenía una oveja que había comprado. La alimentaba, crecía a su lado junto con sus hijos, comía de su pan, tomaba de su copa y dormía en su regazo; era para él como una hija.
Un día el rico recibió a una visita. Como no quería sacrificar ningún animal de su ganado para preparar una cena al que acababa de llegar, robó la oveja del pobre y se la preparó a su visita”.
David se enojó mucho con ese hombre y dijo a Natán: “Por Yavé que vive, el hombre que hizo eso merece la muerte.
Devolverá cuatro veces más por la oveja por haber actuado así sin ninguna compasión”.
Entonces Natán dijo a David: “Ese hombre eres tú. Esto dice Yavé, el Dios de Israel: Te consagré como rey de Israel, te libré de las manos de Saúl,
Por eso, la espada ya no se apartará más de tu casa, porque me despreciaste y tomaste a la mujer de Urías el hitita para hacerla tu propia mujer.
Esto dice Yavé: Haré que te sobrevenga la desgracia desde tu propia casa; tomaré a tus mujeres ante tus propios ojos y se las daré a tu prójimo que se acostará con ellas a plena luz del sol.
Tú hiciste esto en secreto, pero yo llevaré a cabo eso en presencia de todo Israel, a pleno día”.
David dijo a Natán: “¡Pequé contra Yavé!” Y Natán le respondió: “Yavé te perdona tu pecado, no morirás.
Sin embargo, puesto que con esto despreciaste a Yavé, el hijo que te nació morirá”
Mientras Natán regresaba a su casa, Yavé hirió al hijo que la mujer de Urías había dado a David, que cayó enfermo.
David pidió a Dios por su hijo, se negaba a comer y cuando regresó a su casa, dormía en el suelo.
Los ancianos de su casa le insistían para que se levantara, pero se negaba y no ingirió ningún alimento con ellos.
PALABRA DE DIOS.- TE ALABAMOS, SEÑOR.
MISA DE SANTA MARÍA VIRGEN
Todos los nobles del pueblo buscan tu favor: te llevan ante el Rey, con séquito de vírgenes, te siguen tus compañeras en medio de alegría y cantos. Perdona, Señor, los pecados de tus siervos; y, a quienes no logramos agradarte con nuestros actos, sálvanos por la intercesión de la Madre de tu Hijo, nuestro Señor. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México.