Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Dia 4
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Acto de Contrición
Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Acto de Consagración
Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.
Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.
Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.
Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.
Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.
Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…
Día 4
Jesús en la última cena nos dio ejemplo de humildad y caridad.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón. El propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciño. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice: “Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?” Jesús le respondió: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás mas tarde.” Le dice Pedro: “No me lavarás los pies jamás.” Jesús le respondió: “Si no te lavo, no tienes parte conmigo.” Le dice Simón Pedro: “Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.”Jesús le dice: “El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.” Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: No estáis limpios todos.”
Después que les lavo los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: “¿Comprenderéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
Palabra del Señor.
Plegaria
Oh Jesús:
Te amo, por los que no te aman.
Te bendigo, por los que no te bendicen.
Creo, por los que no creen.
Te recuerdo, por los que no se acuerdan de Ti
Te adoro, por los que no te adoran.
Te proclamo, por los que no se interesan por Ti
Te visito, por los que no te visitan.
Te agradezco, por los que no te agradecen.
Y quiero recibirte con amor, por los que no se preocupan por recibirte.
Tu estas en el altar:
Manso y humilde: como cuando estabas en Belén, en Nazaret y Galilea.
Enseñando: como en el Sermón de la Montaña.
Transfigurado y hermoso: como en el Monte tabor.
Orando por nosotros: como en Getsemaní.
Obrando maravillas: como cuando hacías tus portentosos milagros.
Sacrificándote: como en el Calvario.
Inmortal: como en la Resurrección.
Glorioso: como en el día de tu Ascensión y de tu entrada al cielo.
Y diciendo: “Vengan a mi todos los que penan y sufren y yo los aliviare.”
Bendito seas por siempre, Señor.
Amén.
Sufrimientos de la propagandista de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Cuando santa margarita Alacoque llegó al convento de la Visitación en Paray Le Monial se llenó de alegría y pensó: “Es aquí donde Dios quiere que yo este” estaba convencida de haber entrado a una casa santa y se imaginaba que todas las personas que allí Vivian eran unas verdaderas santas, pero pronto se dio cuenta que allí también había gente que ha haría sufrir. Ella estaba convencida de que su vocación era ofrecerse como víctima para desagraviar a Jesucristo de las ofensas que se le hacen, por lo tanto aceptó las persecuciones e incomprensiones que le fueron llegando, que a veces resultaron aún más fuertes que las que había tenido que sufrir de parte de algunos de sus familiares que tan crueles se mostraron con ella.
Sus santos patronos. En el monasterio de la Visitación le contaron que los venerables fundadores de la Comunidad, San Francisco de sales y Santa Juana de Chantal habían sido unos grandes devotos del Corazón de Jesús, y esto la animó a esforzarse por llegar a ser santa a toda costa y por tratar de llenarse cada día más y más de amor hacia el Corazón de Jesucristo.
Vocación de sufrimiento. La joven Margarita deseaba intensamente saber que era lo mejor que ella podía hacer para tener contento a nuestro Señor. Le pregunto esto a su superiora y ésta le dijo: “En su oración, dígale frecuentemente a Jesús lo que le dijo San Pablo cuando fue derribado del caballo en Damasco: “Señor: ¿Qué quieres que yo haga?” ella empezó a repetir frecuentemente esta oración y un día le pareció oír que Jesús le respondía: “Quiero que aprendas a sufrir con paciencia y por amor de Dios y la salvación de las almas, todos los padecimientos que te vayan llegando” en adelante se dedico a ofrecer con el mayor amor que le era posible todos los sufrimientos que le fueron sobreviniendo.
Consagración total. En la oración le pareció que Jesús le decía: “Quiero que me consagres y ofrezcas con todo el amor de tu alma todo lo que haces, piensas, dices y sufres. Que tu vida entera esté totalmente consagrada a tu Redentor” ella se dedico a tratar de cumplir día por día y hora por hora con este deseo de nuestro Señor.
Comienzan las humillaciones. Nadie llega a ser humilde si no le llegan las humillaciones. Y a Santa Margarita le llegaron por montones. Por estar pensando en lo espiritual se manifestaba muy torpe para las ocupaciones materiales. Le mandaban colocar la loza en el comedor y se le caían los platos y las bandejas. Para labores manuales se manifestaba sin habilidades y sin cualidades. A veces le estaban hablando y ni siquiera se daba cuenta de que era lo que le estaban diciendo. Empezaron entonces a considerarla como una inútil para la vida religiosa y dispusieron echarla de la Comunidad. Ella se angustió muchísimo al saber semejante noticia y no tenia sino un solo consuelo: ir al Sagrario y contar a Jesús sus amarguras. Y el buen Amigo iba a intervenir de manera admirable para ayudarla y defenderla.
Más tarde dirá: “Cuando me dijeron que no era útil para nada y que tenía que irme de la comunidad, sentí una tristeza y un abatimiento tan grande que no sabía qué hacer. Solo Dios sabe lo que sufrí en aquella ocasión. Pero nuestro Señor cumplió conmigo la promesa que repite 4 veces en la Santa Biblia: “yo nunca te abandonaré”
Practica: lee una página de la Biblia, vida de algún santo o de algún libro religioso.
Gozos
Pues eres de nuestro amor el más tierno y dulce encanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
I
En este Pan, escondido se encuentra tu Corazón, para dar paz y perdón al que llega arrepentido; escucha, pues, el gemido que eleva el alma; entre tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
II
Tu Santa Cruz es el emblema de tu ternura y amor, asilo del pecador, consoladora en la pena; y por esto el alma llena de gratitud, alza un canto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
III
Con la corona ceñida de espinas, tu Corazón nos muestra la compasión que por el hombre has tenido, y por eso nuestro olvido te hace sufrir, ¡Oh Amor Santo!
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
IV
Con una lanza atrevida abrió el soldado tu pecho, y allí nos das el derecho de ir a buscar acogida; por esto el alma afligida cambia en gozo su quebranto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
V
De tu entreabierto costado brota a torrentes la vida; en él encuentra acogida el triste, el desamparado; por eso el que te ha gustado, te dice lleno de encanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VI
Mas no tan sólo el costado la cruel lanza desgarró; a tu Corazón llegó dejándolo atravesado, ¡Oh, cuánto, Jesús amado, te debe mi alma! Por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VII
Aquí en este Sacramento de tu Corazón palpitante nos brinda, Jesús amante, el más sabroso alimento; eres de amor el portento que asombra al mundo y por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VIII
Conociendo tu ternura ¿Cómo puede el pecador abandonarte, Señor, por buscar a la criatura? Venga, pues, toda alma pura y diga bañada en llanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
IX
Por las penas interiores de tu amable Corazón haz que en santa contrición te busquen los pecadores; escucha nuestros clamores y pon fin a nuestro llanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
Oración final
Acto de fe, esperanza y caridad.
Dios mío, creo en Ti, fortalece, Señor, mi fe.
Espero en Ti, afirma mi esperanza.
Te amo con todo mi corazón; enciende mi amor.
Me pesa de haberte ofendido; aumenta mi dolor.
Te adoro como a mi primer principio; te deseo como a mi último fin.
Te doy gracias como a mi continuo bienhechor; te invoco como a mi soberano defensor.
Dígnate Dios mío, dirigirme con tu justicia, consolarme con tu misericordia y ampararme con tu poder.
Te consagro todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos; a fin de que de hoy en adelante piense siempre en Ti, hable de Ti, obre según Tú y padezca por Ti
Señor, hágase en mi y en todas mis cosas tu Santísima Voluntad, en tiempo y en eternidad.
Te suplico que ilumines mi entendimiento, fortalezcas mi voluntad, purifiques mi corazón y santifiques mi alma.
Socórreme, Señor con tu gracia para vencer la soberbia con la humildad, la avaricia con la generosidad, la pereza con la diligencia, la lujuria con la mortificación, la envidia con la caridad, la ira con la paciencia, la gula con la abstinencia, la tibieza con el fervor; y todas mis inclinaciones y afectos desordenados con tu Santo temor y amor.
Amén.