Misa por la Santificación del Trabajo Humano
“PÓNGANSE AL SERVICIO DE DIOS, QUE LES HA DADO LA VIDA”.
(Así también ustedes deben considerarse a sí mismos muertos para el pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús).
Hermanos: No dejen que el pecado tenga poder sobre este cuerpo -¡es un muerto!- y no obedezcan a sus deseos.
No le entreguen sus miembros, que vendrían a ser como malas armas al servicio del pecado. Por el contrario, ofrézcanse ustedes mismos a Dios, como quienes han vuelto de la muerte a la vida, y que sus miembros sean como armas santas al servicio de Dios.
El pecado ya no los volverá a dominar, pues no están bajo la Ley, sino bajo la gracia.
Díganme: el hecho de que ya no estemos bajo la Ley sino bajo la gracia, ¿nos autoriza a pecar? Claro que no.
Si se entregan a alguien como esclavos, pasan a ser sus esclavos y obedecen sus órdenes, ¿no es así? Si ese dueño es el pecado, irán a la muerte, mientras que obedeciendo a la fe, alcanzarán una vida santa.
Así, pues, demos gracias a Dios, porque antes tenían como dueño al pecado, pero han obedecido de todo corazón a esa doctrina a la cual se han entregado.
Y, liberados del pecado, se hicieron esclavos del camino de justicia.
PALABRA DE DIOS.- TE ALABAMOS, SEÑOR.
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Y creó al hombre a su imagen. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.
Señor Dios, que por el trabajo humano perfeccionas y diriges constantemente la inmensa obra de la creación, oye las plegarias que te dirige tu pueblo, suplicante, y concede que todos los hombres gocen de un trabajo digno en el que, honrando su propia condición humana, puedan, más estrechamente unidos, servir a sus hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México.