Evangelio: Mt 28,16-20. La trinidad presente en la iglesia.

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Con gran alegría recorremos las frases de este texto que inicia con la partida de los discípulos a la región de Galilea estando en Jerusalén, Mateo en sus últimos versos del evangelio resume todo el evangelio y acentúa la partida de los once, el encuentro con Jesús resucitado, el monte donde seguramente con regularidad se veían (Tabor, el del Sermón de la montaña), descansaban e intercambiaban sus ideas; Jesús los llamó a reunión y ellos fiel al llamado partieron a su tierra Galilea.

Existen varios problemas para ubicar que monte fue donde se reunieron, en que tiempo, San Juan en el capítulo 21 narra que están en Tiberiades y se da aquella bendición del pan y del pescado y donde san Pedro recibe preguntas del amor por Cristo y el encargo de apacentar las ovejas; por su parte San Marcos, en su capítulo 16 narra la presencia de un ángel en el sepulcro que les indica que Jesús ira delante de ellos y los verá en Galilea.

Un problema que parece no entenderse es de aquellos discípulos que dudaron, los once es de dudarse que hayan dudado después de 40 días de habérseles presentado con signos y prodigios, sin embargo “los once” serán el representativo de los discípulos más se cree que otros más discípulos fueron a Galilea y que no habían visto a Jesús, de ahí esa turbación mientras que unos se postraron con gran convicción, alegría, pero para quienes no se turbaron y para quienes se turbaron Jesús fue muy claro: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Jesús les hace saber que tiene toda la autoridad dada por el Padre que durante su vida ministerial había anunciado: “el hijo es el dueño del sábado”, “han oído que se dijo pero yo les digo…”, “ven esta belleza de templo, pues yo les digo que no quedará piedra sobre piedra…”, el poder del cielo otorgado por su Padre lo ejerció con plenitud, ese poder rige en la tierra y en el cielo y por esa autoridad los envía a predicar la buena nueva, un trabajo adjunto será el hacer discípulos, es fundamental para que los beneficios de la salvación que irán madurándose en todos; por reconocimiento el bautismo ahora será prenda de pertenecer a Cristo, a la iglesia, a la comunidad, será como se dice hoy: “el sacramento de la iniciación cristiana” (bautismo, confirmación y eucaristía). San Juan profundizará: el “Padre, le dio poder sobre toda carne”, para que (a todos los que Tú le diste) les dé la vida eterna” cfr. Jn 17:2. El poder “en el cielo” es sobre toda potestad celestial, y “en la tierra,” sobre “toda la humanidad”, y acaso sobre todo lo creado. Jesús ejerce poderes divinos, pues tiene el poder de Dios. Mateo encumbra el lugar que va a ocupar Jesús: “como Juez de toda la humanidad” cfr. c25. Se podría decir que empieza a ejercer poder pleno después de su resurrección.

Lo interpelante para nuestra iglesia de este siglo XXI es poder dimensionar con gran respeto ese poder que tiene Cristo para mandarme a conversión, para mandarme a la caridad, para mandarme a la misión de todos reciban el mismo beneficio, en pocas palabras una iglesia para el mundo. De igual manera en este pasaje aparece uno de los dogmas más atacados: “la santísima trinidad”. ¿Cómo es que este Dios se puede dividir en tres personas?; los judíos en su gran sabiduría se preguntaban: ¿cómo es que un semi dios ha sido enviado a salvarnos?, (dos naturalezas, la divina y la humana), pero este pobre criterio judío no es capaz de eliminar de los códices la formula trinitaria que se encuentra en la palabra de Dios; el gran misterio trinitario es el mayor de todos, la encarnación, la salvación son equiparables; el comentario de los padres de Salamanca favorecen a acentuar la formula trinitaria y citan así:

La fórmula trinitaria aparece en todos los códices y en los primeros escritos eclesiásticos. Aparece, v.gr., en estos términos en la Didaje (Hec_7:1.3). Pero no se sigue que esta obra lo tome de Mt, sino que era conocida en la Iglesia a fines del siglo I, y en círculos próximos a Mt. Por otra parte, los elementos de la fórmula trinitaria estaban en germen, al menos en Pablo (2Co_13:13; 1Co_12:4-6). Y si se “lee la fórmula trinitaria a la luz del ?. ?., se reconocerá, bajo una forma sistematizada, un pensamiento muy frecuentemente expresado en los escritos apostólicos, en donde las fórmulas trinitarias sobreabundan.” (1Co_16:16.

No se intenta aquí tratar o explicar la santísima trinidad, simplemente que la iglesia tiene los fundamentos para celebrarla, creerla y vivirla intensamente, pero más aún, el creerlo como dogma manifestado en nuestro “credo”; hace una semana el Espíritu santo (pentecostés), ahora este Cristo con todo el poder (segunda persona) que va al Padre (primera persona). Para la mayor parte de los católicos aceptar este misterio no le es difícil, le es difícil cuando unos que no profesan o que son de otra profesión de fe cuestionan, quizá no sepan responder, pero tan sencillo es el cuestionar porque siguieron a un fundador de su iglesia que no tiene nada de misterioso y que al final no saben responder porque siguen normas que solo ellos tienen por válidas. Igualmente el católico tiene lo suyo y no dista de entrar en misterios, la fe viva nos hace bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu santo y ya, no importa sí el cristiano lo comprende o no, sí él hindú, el busdista, el teofísta etc.

Un punto importante va a ser lo relacionado con lo de la enseñanza, trasmitir fielmente la doctrina que Jesús y las comunidades cristianas intentaban vivir, comunidades donde había un fuerte arraigo a la ley de Moisés, su lento rompimiento con la ley se gestará paulatinamente hasta quedar solo la doctrina de Jesús; la enseñanza de los apóstoles va a ser determinante para la futura iglesia apostólica; la didaje de los apóstoles y la tradición oral va a ser determinante en lo que aprende el cristiano pero para este cumplimiento Jesús da palabras que hoy como promesa bien vivida se da un fuerte vínculo con el salvador: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Jesús se ha quedado en la iglesia, asistiéndola con el Espíritu santo, San Marcos cita: Mc 16:19 Ellos salieron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba la palabra con las señales que la acompañaban. Sí se observa Jesús es acción, vivo se muestra a través de los tiempos: Lc 24:49 Yo les enviaré lo que el Padre prometió. Por eso quédense en la ciudad hasta que sean revestidos con la fuerza que viene desde el cielo. Esos discípulos no fueron hombres que se reunieron a cavilar un engaño para toda la vida, eran testigos que apuntan y se juegan el todo por la verdad: Jn 21:24 Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y lo ha escrito; y nos consta que su testimonio es verdadero.

Estimado amigo, hermano en la fe, Jesús sigue día a día llamando a vivirlo intensamente, a que la acción trinitaria realice su obra en nosotros, en ti: Jn 11:15 Y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Vayamos a verlo. El reto que hoy tenemos es vivir su doctrina, vivir sus sacramentos, vivir su amor, no es el de la iglesia como dice que se inventa, la iglesia vive lo que Cristo ha enseñado, predicado y ha prometido, cada uno de estos hombres que han creído en el son testigos y fieles gozantes de las promesas de Jesús que no abandona a su grey, por eso el intentar estar con Cristo en el monte de Dios genera la oportunidad de enraizarse más en él Cristo, y promete su cuidado y guarda, menos quien le extiende la confianza de que este a su lado en el presente y en la futura vida espiritual.