“Los tres ardientes deseos de Santa Margarita María.”
A partir de las revelaciones que Santa Margarita recibió como unos obsequios de nuestro Señor Jesucristo experimentó siempre tres grandes deseos. Tales deseos fueron los que sostuvieron toda su vida espiritual y le ayudaron a vivir en una verdadera comunión con el Sagrado Corazón de Jesús. Tales deseos fueron: amar a Dios y recibir la Sagrada Comunión; padecer y dar su vida por nuestro Señor Jesucristo como consecuencia de su amor por Él; morir para unirse con su gran Amor, pero aceptaba vivir, si era la voluntad de Dios, hasta el juicio, aunque le doliera vivir en este mundo todo este tiempo de separación de su Amado.
En Santa Margarita encontramos el modelo adecuado para vivir nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Ella, considerada la confidente a la que el Señor le confió los secretos de su Corazón, es el ejemplo de aceptación del Amor divino y de la correspondencia amorosa.
En Santa Margarita siempre iba junto al amor de Dios la más tierna caridad con el prójimo y más con sus hermanas de la orden.
Al recordar la vida de Santa Margarita María Alacoque, ahora sólo cabe recordar que la autentica devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos lleva a vivir profundamente nuestra fe cristiana, esto es, a vivir dejándonos amar por Él y en correspondencia amándolo con un corazón limpio en la vida cotidiana y en la relación con el prójimo. Por tanto, la auténtica devoción al Sagrado Corazón de Jesús, tiene sus expresiones muy sencillas, pero con un significado muy profundo en la consagración de los hogares y entronización de su imagen en los mismos, la consagración personal, las peregrinaciones a los santuarios consagrados a Él, los estandartes, las medallitas, las oraciones, y el rezo de las jaculatorias para encomendarnos a su Amor Divino, ha de conducirnos a vivir en comunión con Él.
Pero esta comunión se realiza efectivamente en los encuentros que tenemos con Él los jueves en las Horas Santas de reparación realizadas en vísperas de los viernes primeros de cada mes, y, sobre todo, cuando unimos nuestros corazones con el suyo mediante la comunión Eucarística que tiene un verdadero sentido de amor y reparación. Que Santa Margarita, la confidente del Sagrado Corazón, interceda por nosotros y nos alcance del Señor la gracia de ser inflamados por el fuego de su Sacratísimo Corazón y le podamos amar en correspondencia. Así sea.
