Catecismo del Sagrado Corazón de Jesús.
XI.- Los Papas del siglo XX y la Devoción al Corazón de Jesús.
1.- León XIII y la devoción al Corazón de Jesús.
No sólo elevó su fiesta a rito de primera clase sino que consagró el mundo al Sagrado Corazón. Como preparación a esta consagración escribió la encíclica Annum sacrum cifrando en esta devoción la esperanza de tiempos mejores para la humanidad y la Iglesia. “En el Corazón de Cristo se han de poner todas las esperanzas, a Él se ha de rogar y de Él hemos de esperar la salvación” (11).
2.- Pío X y la devoción al Corazón de Jesús.
Mandó recitar todos los años en la fiesta del Sagrado Corazón el acto de consagración de León XIII.
3.- Benedicto XV y la devoción al Corazón de Jesús.
Apoyó decididamente al P. mateo Crawley apóstol de la consagración de las familias al Sagrado Corazón. En 1919 decía a los apóstoles de esta obra: “¿No constituye la consagración de las familias al Sagrado Corazón el medio más eficaz de extender el anhelado reinado social de Jesucristo? En 1920 canonizó a Santa Margarita María.
4.- Pío XI y la devoción al Corazón de Jesús.
Publico la encíclica “Miserentissimus Redemptor” en la que define la espiritualidad del Corazón de Jesús como la “síntesis de todo el cristianismo y la norma de vida más perfecta porque es la que con más facilidad lleva a conocer íntimamente a Cristo”. En 1919 beatifico al P. Claudio de la Colombiére.
5.- Pío XII y la devoción al Corazón de Jesús.
Al subir al pontificado escribió la encíclica Summi Pontificatus donde afirma: “de la devoción y arraigo del culto al Sagrado Corazón han brotado incalculables bienes para los cristianos”. En 1948, en carta al P. General de la Compañía de Jesús como Director General del Apostolado de la Oración, afirma: “La unión de los fieles entre sí y con Cristo se logra perfectamente por medio de la devoción al Corazón de Jesús”.
6.- Pío XII y la encíclica “Haurietis Aquas”
A Pío XII se debe el documento más completo sobre esta devoción publicado en 1959, en el centenario de la extensión, por Pío IX, de la fiesta del Corazón de Jesús a toda la Iglesia. De la Hauretis Aquas son las frases que siguen: “Es absolutamente cierto que se trata del acto más excelente del cristianismo” (4), “es la mejor manera de practicar la religión cristiana” (62), por eso “los que estimen en poco este beneficio de Cristo a su Iglesia, ofenden a Dios” (62). “Su admirable desarrollo se debe a que está totalmente de acuerdo con la esencia del cristianismo que es religión de amor” (52).
7.- Juan XXIII y la devoción al Corazón de Jesús.
En la primera audiencia general, comenzando el concilio, citó una frase de Santa Margarita que, desde niño, le impresionó; “¡Qué delicia morir después de haber tenido una constante devoción al Corazón Sagrado de aquel que ha de juzgarnos!”
En frases de su diario habla del Corazón de Jesús: “Esta devoción deberá ser siempre el elemento más eficaz de mi progreso espiritual…debo considerar que vivo tan sólo para el Sagrado Corazón”
8.- Pablo VI y la devoción al Corazón de Jesús.
Es particularmente importante su carta apostólica Investigabiles divitias en el segundo centenario de la aprobación de este culto por Clemente XIII, donde recomienda “que los fieles todos, con renovado fervor, rindan el debido honor al Sagrado Corazón, reparen con ardientes obsequios todos los pecados y acomoden toda su vida a la autentica caridad, que es la plenitud de la ley…”
9.- el Vaticano II y la devoción al Corazón de Jesús.
Algunos se extrañan que el Concilio Vaticano II no mencionase esta devoción. No era su finalidad. Tampoco la mencionó el Vaticano I a pesar de que casi la mitad de los Padres le pidió a Pío IX que consagrase el mundo al Sagrado Corazón.
No obstante, no faltan las menciones explicitas al Sagrado Corazón, como la de la Gaudium et Spes en que nos dice que “el Hijo de Dios nos amó con Corazón de hombre” (22)
Pero la pública profesión de fe del Vaticano II se expresó al comienzo de la segunda sesión, ya bajo Palo VI, el primer viernes de octubre de 1963, cuando toda la asamblea celebró la misa votiva del Sagrado Corazón.
10.- Juan Pablo II y la devoción al Corazón de Jesús.
Aunque no dedicó ninguna encíclica o carta apostólica a este tema, son numerosas las citas que ha hecho del Sagrado Corazón y su culto. Escogemos algunas:
“Solo en el Corazón divino nuestra expiación se reviste del poder de alcanzar el perdón y de llegar a la reparación” (Carta al obispo de Leiria, 16.IV.83).
A los sacerdotes: “Nuestro sacerdocio nació en el Corazón de Jesús durante la última Cena” (Carta Jueves Santo 1985).
En 1985-86 dedicó una serie de Ángelus a comentar sistemática y fervorosamente las letanías del Sagrado Corazón.
Pero es en su encíclica “Rico en Misericordia”, capítulo VII donde expresa la importancia de esta devoción: “De manera especial la Iglesia profesa y venera la misericordia de Dios acercándose al Corazón de Cristo cuyo misterio nos revela el amor misericordioso del Padre”.
11.- Juan Pablo II en la celebración del centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón. (Celebración en Varsovia, 11 de junio de 1999):
(a) “Con la encíclica Annum Sacrum, el Papa León XIII confirmó cuanto habían hecho sus predecesores para conservar religiosamente y dar mayor relieve al culto y a la espiritualidad del Sagrado Corazón…”
(b) “También yo he invitado muchas veces a mis hermanos en el episcopado, a los religiosos y a los fieles a cultivar en su vida las formas más genuinas del culto al Corazón de Cristo… Con ocasión de la solemnidad del Sagrado Corazón y del mes de junio, he exhortado a menudo a los fieles a perseverar en la práctica de este culto, que en nuestros días cobra una actualidad extraordinaria, porque precisamente del Corazón del Hijo de Dios, muerto en la cruz, ha brotado la fuente perenne de la vida que da esperanza a todo hombre. Del Corazón de Cristo nace la nueva humanidad, redimida del pecado”. El hombre del año 2000 tiene necesidad del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; tiene necesidad de él para construir la civilización del amor”
12.- Juan Pablo II y la fiesta de la Divina Misericordia
Notable ha sido el impulso dado por Juan Pablo II a la devoción a la Divina Misericordia revelada al mundo por el Sagrado Corazón a través de Sor Faustina Kowalska que fue beatificada en 1993 y canonizada en 2000. En ese mismo año se dispuso la denominación de Segundo Domingo de Pascua “o de la Divina Misericordia”. En 2002 se publico la carta Apostólica “Misericordia Dei” de Juan Pablo II y el mismo Papa bendijo la Basílica de la Divina Misericordia de Cracovia-Lagiewniki (Polonia).
13.- Benedicto XVI y el Corazón de Jesús
El domingo 5 de Junio del 2005, durante su intervención en el Ángelus Dominical, se expresó así:
“… la solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús, devoción profundamente arraigada en el pueblo cristiano. En el lenguaje bíblico, el “corazón” indica el centro de la persona, la sede de sus sentimientos y de sus intensiones. En el corazón del Redentor adoramos al amor de Dios por la humanidad, su voluntad de salvación universal, su infinita misericordia. El culto al Sagrado Corazón de Cristo significa, por tanto, adorar a ese Corazón que, después de habernos amado hasta el final, fue traspasado por una lanza y, desde lo alto de la Cruz, derramó sangre y agua, manantial inagotable de vida nueva.”
14.- la primera encíclica de Benedicto XVI y el Sagrado Corazón
Varios son los números en los que el papa habla del “Corazón traspasado” en su primera encíclica “Deus caritas est” publicada el 25 de enero de 2006. Veámoslas:
(N°7) “Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don. Es cierto- como nos dice el Señor- que el hombre puede convertirse en fuente de la que manan ríos de agua viva (cf. Jn 7,37-38). No obstante, para llegar a ser una fuente así, él mismo ha de beber siempre de nuevo de la primera y originaria fuente que es Jesucristo, de cuyo Corazón traspasado brota el amor de Dios (cf. Jn 19,34)
(N°12) Poner la mirada en el costado traspasado de Cristo, del que habla Juan (cf. 19,37), ayuda a comprender lo que ha sido el punto de partida de esta Carta encíclica: “Dios es amor” (1 Jn 4,8). Es allí, en la Cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se puede definir ahora qué es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar.
(N°17) Dios se ha hecho visible: en Jesús podemos ver al Padre (cf. Jn 14, 9). De hecho, Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado en la Cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente.
(N°19) El Espíritu es esa potencia interior que armoniza su corazón con el corazón de Cristo y los mueve a amar los hermanos como Él los ha amado, cuando se ha puesto a lavar los pies de sus discípulos (cf. Jn 13, 1-13) y, sobre todo, cuando ha entregado su vida por todos (cf. Jn 13, 1; 15, 13).
(N°39) La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el Corazón traspasado de Jesús en la Cruz, suscita a su vez el amor.