Esta oración tiene como fin desagraviar al Sagrado Corazón de Jesús por todas nuestras ofensas y las del universo entero.
Acto de Expiación:
Divino Jesús Salvador de las almas:Cubierto de confusión mi rostro, me prosterno en vuestra presencia soberana, y dirigiendo mi vista al solitario Tabernáculo donde gemís cautivos de mi amor, pártese mi corazón de pena al ver el olvido en que Os tienen los remedios al ver esterilizada vuestra Sangre, infructuosos los sacrificios y escarnecido vuestro amor. Pero ya que con infinita condescendencia permitís que una yo este día mis gemidos a los Vuestros, mis lágrimas a las que brotaron por mi causa de Vuestros santísimos ojos, a las lágrimas de sangre que vertió Vuestro Divino Corazón.
Os ruego, dulcísimo Jesús por los que no ruegan, os bendigo por los que os maldicen, y os adoro por los que despiadados, Os ultrajan, y con toda la energía de mi alma, deseo bendeciros y alabarosen todos los instantes de este día y en todos los Sagrariosde la tierra, y con los valiosos afectos de Vuestro amante Corazón.
Suba, Señor, hasta Vos, el doloroso grito de expiación y arrepentimiento que el pesar arranca de mi contrito corazón.
Por mis pecados, por los de mis padres, hermanos y amigos, por los del mundo entero; perdón, Señor, perdón.
Por las infidelidades y sacrilegios, por los odios y rencores, perdón…
Por las blasfemias, por la profanación de los días santos, perdón Señor,…
Por las impurezas y escándalos, perdón…
Por los hurtos e injusticias penosas debilidades, respetos humanos; perdón, Señor.
Por la desobediencia a la Santa Iglesia, por la violación del ayuno, perdón Señor, perdón.
Por los crímenes de los esposos, por las negligencias de los padres, por las faltas de los hijos, perdón, Señor, perdón…
Por los atentados cometidos contra el Romano Pontífice, perdón, Señor, perdón…
Por las persecuciones levantadas contra los Obispos, Sacerdotes, Religiosos y consagradas Vírgenes, perdón, Señor, perdón…
Por los insultos hechos a vuestras imágenes, la profanación de los templos, el abuso de los Sacramentos, los ultrajes al augusto Tabernáculo, perdón, Señor, perdón…
Por los crímenes de la prensa impía y blasfema, por las horrendas maquinaciones de tenebrosas sectas; perdón, Señor, perdón.
Por los justos que vacilan, por los pecadores que resisten a la gracia, por los infelices que agonizan y por todos los que sufren, piedad, Señor, piedad.
Perdón, Señor y piedad por el más necesitado de Vuestra gracia: que la luz de vuestros divinos ojos no se aparten jamás de mí. Encadenad a la puerta del Tabernáculo mi inconstante corazón, hacedle allí sentir los incendios del amor divino, y a la vista de las propias ingratitudes y rebeldías, que se desahaga de pena, que llore lágrimas de sangre, y que viva muriendo de amor. Amén.