Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33
Día 31. Tomad muy en serio esta preparación.
Pasos para cada día:
1. Rezo del santo Rosario, meditado y con letanías de la Virgen
2. Meditación del día y una virtud.
3. Coronilla de protección.
4. Letanías al Inmaculado Corazón de María.
5. Oración final
6. Consagración (para el día de la festividad o al terminar los 33 días.
1er. Rezo del Santo Rosario
Gozosos: lunes y Sábados
Dolorosos: martes y miércoles.
Luminosos: jueves
Gloriosos miércoles y domingos.
Jaculatorias para rezar en cada decena del Santo Rosario:
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y llevad al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.
Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo, os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculo del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
Día 31. Tomad muy en serio esta preparación.
Amados hijos: abrid vuestro corazón a cada una de mis lecciones de Amor Santo. Meditad en ellas cada día y tomad muy en serio esta preparación para la consagración a mi Inmaculado Corazón.
Preparación que os exige estar en estado de gracia. Preparación que os hará soldados valerosos de mi Ejército Victorioso. Preparación que os mostrará eventos de gran magnitud que están por suceder en todo el mundo. Preparación que adelanta el triunfo de mi Inmaculado Corazón y por ende el reinado del Sagrado Corazón de mi Hijo Jesús.
Preparación que alerta a la humanidad para el segundo advenimiento de Jesús que está muy próximo. Preparación que os pondrá bajo mis órdenes porque soy la capitana de este gran ejército. Ejército que hará de vosotros apóstoles de luz, porque estáis en la hora de las tinieblas. El mundo está envuelto en una capa de oscuridad; apóstoles de luz que habrán de testimoniar con su vida de santidad; vida llevada según las directrices del Evangelio. Apóstoles de luz que brillarán como el resplandor de una estrella porque en su alma hay nitidez, coherencia. Apóstoles de luz que enfrentarán al adversario, cumpliendo los mandamientos de la ley de Dios y de la Santa Madre Iglesia. Apóstoles de luz que esparcirán la Palabra predicando a tiempo y a destiempo.
Apóstoles de luz fieles a la sana doctrina y a la tradición.
Apóstoles de luz que se dejan guiar por las inspiraciones del Espíritu Santo. Apóstoles de luz que estarán en el mundo, pero sin ser del mundo.
Apóstoles de luz que rechazarán rotundamente el error, filosofías llamativas y extrañas.
Apóstoles de luz que andarán por la calle de la amargura dispuestos a ofrecer consuelo al Corazón agonizante de Jesús.
Apóstoles que iluminarán en el tiempo en el que la Iglesia pase por la horrorosa crisis.
Apóstoles de luz que difundirán el Evangelio, defenderán la verdad amarán la Iglesia.
Apóstoles de luz que recorrerán el camino andando por vuestra Madre Celestial; camino que os llevará al Cielo. Apóstoles de la luz que reparan con su oración al Corazón Eucarístico de Jesús, porque es herido por los suyos en su propia casa.
Apóstoles de luz que resplandecerán por su vida apostólica, porque el cielo de su Casa le devora.
Apóstoles de luz que aceptarán los sufrimientos y se adherirán a la Cruz de Cristo.
Apóstoles de luz que se dejarán formar e instruir por mí, como el resto fiel de la Iglesia.
Apóstoles de luz que sabrán abrir las puertas de su corazón para que Jesús reine dentro de ellos.
Apóstoles de luz que sabrán llegar al calvario del Mártir del Gólgota dispuestos a morir por Jesús y por la Iglesia verdadera.
Apóstoles de luz que ayudarán a los perseguidos a caminar por la senda de la confianza y de la seguridad. Apóstoles de luz que responderán a mis llamados, darán a conocer mis mensajes sin miedo.
Apóstoles de luz que harán de su vida: en María, con María, por María y para María.
Apóstoles de luz que comprenderán que a través de mi intercesión maternal se llega a Jesús.
Apóstoles de luz que expandirán el apostolado de Reparación porque muy pronto se verán cielos nuevos, tierra nueva.
Apóstoles de luz que se sentirán gozosos en la persecución porque de ellos será el Reino de los cielos.
Hijos carísimos: consagraos totalmente a mí, que soy Madre de la esperanza y de la consolación, porque días aciagos están por venir; el día fuerte de la tribulación está tocando vuestras puertas; la bestia, semejante a una pantera negra, llevará a la Iglesia a una dolorosa agonía; los dolores de parto han comenzado; combatid conmigo las fuerzas tenebrosas del mal. Pronto pisaré con mi talón la cabeza de la serpiente.
Combatid conmigo las fuerzas tenebrosas del mal, difundiendo esta consagración. Necesito abrirle los ojos a muchos de mis hijos que, aún, están somnolientos; Satanás los ha adormecido, los ha sumergido en un aletargamiento espiritual.
Combatid conmigo las fuerzas tenebrosas del mal, venerándome como: María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, maestra que os está formando y preparando como guerreros de Dios en mi Ejército Victorioso. Combatid conmigo las fuerzas tenebrosas del mal, orando el santo Rosario, arma letal que encadenará a Satanás en este final de los tiempos.
Combatid conmigo las fuerzas tenebrosas del mal, reparando por vuestros pecados y los pecados de la humanidad entera.
Combatid conmigo las fuerzas tenebrosas del mal, como soldados rasos de mi Ejército Victorioso porque el pecado ha envuelto al mundo, el mal se ha difundido por todas partes como una terrible epidemia, epidemia que está llevando a muchos hombres a la muerte espiritual.
Virtud del silencio.
Debéis ejercitaros en la virtud del silencio, silencio exterior e interior. Aprender a moderar vuestras palabras. Aprended a interiorizar, a meditar, no pequéis por exceso en el hablar.
Si queréis alcanzar la sabiduría, debéis aprender a silenciar vuestras tres potencias: cuerpo, alma y espíritu; la paz en vuestra alma la encontraréis en el silencio. Silencio que ha de elevar vuestro espíritu al Cielo y uniros en un idilio de Amor Divino. Silencio que os hará más inteligentes, más receptivos a la voz del Divino maestro. Silencio que os habrá de llevar a la sobriedad, a la quietud, a la armonía, al equilibrio emocional. Los grandes sabios, los grandes santos supieron colocar mordaza en sus labios, supieron abrir su corazón y su entendimiento a la Sabiduría Divina.
La virtud del silencio os hará aceptos y agradables ante la presencia de los hombres.
La virtud del silencio os hará almas prudentes, delicadas, moderadas en vuestro hablar.
La virtud del silencio os adelantará en las sendas de la contemplación, en la ruptura con las cosas del mundo.
La virtud del silencio os llevará a la adquisición de la virtud de la prudencia; ambas os dan crecimiento espiritual, dan fin a la procacidad de vuestras palabras.
Hijos míos: en el silencio escucharéis la voz de Dios.
En el silencio podréis encontraros más fácilmente con el Señor. Sus Palabras Divinas caerán en la profundidad de vuestro corazón como susurros de brisa suave.
En el silencio os encontraréis con vosotros mismos, descubriréis vuestras flaquezas, vuestras debilidades, tendréis oportunidad de consideraros ínfimos porque, aún, sois obras de arte no terminadas.
En el silencio os regocijaréis, nadaréis en una paz infinita.
En el silencio vuestro corazón se ensanchará al Amor de Dios, percibiréis mi presencia maternal, mi candidez de Madre.
Hijitos míos: evitad la palabrería, hablad con sutileza y silenciad vuestras potencias, de tal modo que aprendáis a tener un encuentro cara a cara con Dios.
3. Coronilla de Protección
(Se reza en un rosario común)
En cada Padre Nuestro:
Ave María Purísima, sin pecado concebida, hija de San Joaquín y santa Ana, María Santísima.
En cada Ave María (diez veces)
V. ¿Quién como Dios?
R. Nadie como Dios.
En cada Gloria:
V. Huid poderes malignos
R. venció Cristo el Señor.