Meditación de las Horas Nocturnas
X. Reparad por los pecados de la humanidad, la ingratitud de los hombres para con Dios.
Coronilla del Amor
En las cuentas del Rosario:
En las cuentas grandes:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
Sed nuestro amor y salvación.
En las cuentas pequeñas (10 veces):
Jesús, María os amo. Salvad almas.
Al final del Rosario, repetir tres veces:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
Haced que os ame cada vez más.
Jesús:
Hijo amado de mi Sacratísimo Corazón: ¡Cómo quisiera que la humanidad entera me adorase y me glorificase como al Dios: Uno y Trino! ¡Cómo quisiera que la humanidad entera, fijase sus ojos en Mí y no en el mundo! ¡Cómo quisiera que la humanidad entera, dejara del todo su pecado y viviera en estado de gracia! ¡Cómo quisiera que la humanidad entera, no caminara más en pos de falsos dioses y siguiera las huellas del Crucificado! ¡Cómo quisiera que la humanidad entera, descubriera mi presencia en la alborada de la mañana y en el ocaso de la tarde! ¡Cómo quisiera que la humanidad entera se desbocara de amor por Mí y cortara con las obras de las tinieblas! Obras que llevan a muchos hombres a no valorar mis prodigios de amor en sus vidas, a no percatarse de mi inmensa misericordia para con ellos, a no pensar que todo lo que tienen es bondad de mis venerables manos, a permanecer sumido en un aletargamiento y somnolencia espiritual, a divagar de un lado para otro sin hallar reposo a sus corazones agitados, a creer que los logros y éxitos alcanzados han sido producto de su propio esfuerzo. La indiferencia e ingratitud de estas almas son espadas que laceran mi Divino Corazón. Corazón que sólo sabe amar y perdonar.
Corazón que se consume en sed de almas.
Corazón siempre abierto dispuesto en daros alojo.
Corazón que palpita con fuerza ante el arrepentimiento y contrición verdadera. Corazón que espera ser adorado y reverenciado por todas las almas. Corazón rodeado de una corona de espinas porque los hombres no me saben agradecer; son indolentes, apáticos ante mis pulsaciones de amor. Corazón que se desgarra de dolor porque de la mayoría de los hombres sólo recibo desdén e ingratitud.
Consolad, pues, mi agonizante Corazón y dadme todo el amor que no recibo de las criaturas, rendidme tributos de adoración y de alabanza porque, aun así, sigo llamando para que todas las almas vuelvan a Mí. Estoy dispuesto a perdonarles, en abrasarlas en la llama de mi Amor Divino, en borrarles del libro de sus vidas sus muchísimos pecados, en arroparlas con el Manto de mi Misericordia, para absolverlas de toda culpa, en quitarles los harapos de mendicidad para vestirlas con ropajes de gracia.