Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33 días. Consagración necesaria para la salvación de la humanidad, humanidad enferma, humanidad alejada de Dios y de la Iglesia. Primer Día

Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33 días. Consagración necesaria para la salvación de la humanidad, humanidad enferma, humanidad alejada de Dios y de la Iglesia. Primer Día

Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33 días.
Consagración necesaria para la salvación de la humanidad, humanidad enferma, humanidad alejada de Dios y de la Iglesia.

Inicia 01 Abril para terminar el 03 de Mayo 2015

Inmaculado-Corazon-M

 Primer Día. Os muestro el camino

Pasos para cada día:

1. Rezo del santo Rosario, meditado y con letanías de la Virgen
2. Meditación del día y una virtud.
3. Coronilla de protección.
4. Letanías al Inmaculado Corazón de María.
5. Oración final
6. Consagración (para el día de la festividad o al terminar los 33 días.

 

 

1er. Rezo del Santo Rosario

Gozosos: lunes y Sábados
Dolorosos: martes y miércoles.
Luminosos: jueves
Gloriosos miércoles y domingos.

 

Jaculatorias para rezar en cada decena del Santo Rosario:

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y llevad al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.

Dio mío yo creo, adoro, espero y os amo, os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

Santísima Trinidad: Padre, Hijo y espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculo del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

 

Día 1. Os muestro el camino

Hijos míos: es María, Maestra de los Apóstoles de os últimos tiempos la que os llama dulcemente con su voz de Madre. Madre que os quiere arrullar en su seno Materno como a niños pequeños que no saben dormirse si no están entre sus brazos. Madre que os quiere alimentar con su leche espiritual para que crezcáis robustos en la fe.

 

Madre que os quiere mostrar el camino que os lleva al Cielo. Madre que os quiere guardar, proteger en uno de los Aposentos de su Inmaculado Corazón. Madre que os quiere instruir en Sabiduría Divina para que no caigáis en el error, en la confusión porque sobreabundan filosofías llamativas y extrañas que os harán herejes, anatemas. Madre que os quiere arropar bajo los pliegues de su Sagrado manto y calentar con la llama de su Amor Santo.
Es María, Maestra de los Apóstoles de los últimos tiempos, la que os llama a que os consagréis a mi Inmaculado Corazón.

 

Consagración que os revestirá de la luz del espíritu Santo para que conozcáis en lo profundo el bien.
Consagración que os llevará a despreciar los encantos y las falacias del mundo.
Consagración que os hará sentir repugnancia y horror por el pecado.
Consagración que intercambiará místicamente nuestros corazones.
Consagración que os enrolará como soldados rasos del Ejército victorioso de los Corazones triunfantes.
Consagración que os marcará como elegidos de Dios.
Consagración que adelantará el triunfo de mi Inmaculado Corazón y el reinado del Sagrado Corazón de mi Hijo Jesús.
Consagración que abreviará, aún más, el tiempo para que veáis cielos nuevos y tierra nueva.
Consagración que os hará participes de la Iglesia Remanente, el resto fiel.
Consagración que encenderá la llama de la esperanza en vuestro corazón, para que esperéis la segunda llegada de Jesús con anhelo, sin miedos.
Consagración que iluminará vuestro entendimiento opacado, llevándoos a comprender los signos y manifestaciones del final de los tiempos.
Consagración que restaurará nuestra Iglesia, porque el humo de Satanás ha penetrado en ella.
Consagración que os hará soldados aguerridos, intrépidos, preparados y entrenados para el campo de batalla.
Consagración que os hará sentir deseos de entregaros completamente a mí, de manera perenne, para disponer de vosotros según el querer de Dios.
Consagración que os enrutará en el camino directo que os lleva a Jesús.
Consagración que es necesaria para la salvación de la humanidad; humanidad enferma, humanidad alejada de Dios y de la Iglesia.

 

Hijos míos: la hora de la batalla ha llegado. Son los ejércitos que luchan entre sí:
El ejército del dragón rojo y la bestia negra, ejército dirigido por Satanás; ejército que quiere llevar a la humanidad a la negación de Dios; ejército que quiere colocar a Lucifer en lugar de Dios para que sea adorado; ejército que se está llevando gran número de almas a los abismos del infierno; ejército que trabaja solapadamente dentro de la misma Iglesia para destruirla, para profanar lo sagrado, para introducir en ella el error; error que lleva a la apostasía y pérdida de la fe.

 

El otro Ejército está liderado por Mí y San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial por designios del padre Eterno.

 

Soy Capitana de este Ejército, que combatirá con el arma poderosa del santo Rosario. Arma que debilitará y encadenará a Satanás en este final de los tiempos. Arma que perfumará con olor a santidad a los soldados rasos de mi Ejército Victorioso; arma que os dará fuerzas para que no os dejéis amilanar, ni aterrorizar por el adversario; arma que os hará invencibles frente a los ataques del enemigo. Ejército que con su lucha constante triunfará sobre el mal. Ejército que verá descender a la mujer vestida de sol con corona de doce estrellas, parada sobre la luna; mujer excelsa que aplastará con su talón la cabeza de la serpiente, Ejército que se revestirá de la armadura de Dios para no ser vencidos, ni derrotados.

 

Hijitos amados: atended a mi último llamado; no despreciéis este tesoro del Cielo que hoy he depositado en vuestras manos. Corred apresurados, porque el tiempo se os acaba. Discernid los acontecimientos y haced lo que Jesús os diga, porque muy pronto juzgará al mundo entero con justicia y con misericordia; muy pronto habrá de ser reconocido como el Rey de reyes y Señor de señores.

 

 

La Virtud de la Fe

 

“Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón, mantente firme, y no te aceleres en la hora de la adversidad” Eclesiástico 2,1-2

Caminar en el Señor es andar por caminos entre rosas y espinas, espinas que hieren vuestro corazón, porque, aún, os cuesta morir al hombre viejo, aún os falta desprenderos para que no caigáis en el vacío.
Os falta robustecer vuestra fe, porque decís creer en Dios pero os falta más abandono a los Misterios de la Divina Providencia, ya que os atrevéis a cuestionar los designios de Dios; os atrevéis a sugerirle nuevas rutas, nuevos caminos.

 

En la fe acepté el Anuncio que me hizo el Ángel Gabriel.
En la fe no me detuve a pensar en el que dirían las gentes de mí.
En la fe acepte el Misterio de la Corredención que daba inicio al decir SI, al aceptar ser la Madre del Redentor.
En la fe no sentí miedo en abrazar la cruz del sufrimiento, porque mi Corazón sabía que Dios se ocuparía de mí.
En fe creía que José aceptaría ser el custodio y protector de los Corazones Unidos, Corazones que siempre permanecerían juntos, porque Dios me congració de dones especiales que me permitía sentir sus mismas emociones, sus mismos estados de ánimo.
En fe mi Hijo crecía en mi vientre y yo le adoraba como mi Dios.
En fe huimos a Egipto en la oscuridad de la noche, pero asistido de los Santos Ángeles que nos guiaban.
En fe nació el Hijo de Dios, en una pobreza tal que abrumaba mi Corazón, pero confiaba en su Divina Voluntad, porque el Verbo encarnado me había sido enviado para que lo cuidase y lo protegiese.
En fe el Niño Jesús crecía en estatura y en Sabiduría y todo lo que nos acontecía lo guardaba en mi Corazón.
En fe abogué ante mi hijo en las bodas de Caná.
En fe lo acompañe espiritualmente en sus viajes, en sus misiones, porque conocía de sus milagros, de sus portentosas predicas que producían efectos maravillosos en todas las almas.
En fe estuve con mi Hijo en el doloroso trance de su Pasión. Mi Corazón sufría y se desgarraba de dolor al ver cómo era tratado.
En fe creía en su Resurrección, en su triunfo victorioso contra la muerte.
En fe, hijitos, no me cuestione el por qué Dios Padre eligió a una joven mujer de campo, a una sencilla aldeana para ser la Madre del Salvador.
Acepte y camine a ciegas, segura de nunca caer, porque nuestros caminos no son los caminos del Señor.
Acepte sufrimientos variados, penurias diversas con la esperanza del auxilio que provenía del cielo.
Que vuestra fe no se tambalee de un lado para otro y caiga como las hojas de los árboles.
Aceptad pacientemente todo lo que Dios os envié, que Él dispone para el bien de todos los que le aman.
Que vuestra fe crezca como el álamo y el ciprés, no pretendáis discurrir sus misterios. Aceptadlos con agrado y guardarlos en vuestro corazón.
La fe se os ha dado como un regalo de Dios, caminad con entereza, con vuestra frente en alto y con vuestro corazón abierto, porque según sea vuestra fe, así serán las obras.

 

3. Coronilla de Protección
(Se reza en un rosario común)

En cada Padre Nuestro:
Ave María Purísima, sin pecado concebida, hija de San Joaquín y santa Ana, María Santísima.

 

En cada Ave María (diez veces)
V. ¿Quién como Dios?
R. Nadie como Dios.

 

En cada Gloria:
V. Huid poderes malignos
R. venció Cristo el Señor.

 

Al final del Rosario:
V. Corazones Triunfantes de Jesús y de María.
R. Reinad en mi vida y en mi corazón. Amén.

Letanías al inmaculado Corazón de María

V/ Señor, ten piedad.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
V/Cristo, ten piedad.
R/Cristo ten piedad de nosotros.
V/Señor, ten piedad.
R/Señor, ten piedad de nosotros.
V/Cristo, óyenos.
R/Cristo óyenos.
V/Cristo, escúchanos.
R/Cristo, escúchanos.
V/Dios, Padre celestial.
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/Dios, Hijo Redentor del mundo.
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/Dios, Espíritu Santo
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/ Trinidad Santa, un solo Dios.
R/ Ten Misericordia de nosotros.
Santa María, Corazón Inmaculado de María. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lleno de gracia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vaso de amor más puro. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consagrado integro a Dios. Ruega por nosotros.
Corazón de María, preservado de todo pecado. Ruega por nosotros.
Corazón de María, morada de la Santísima Trinidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, delicia del Padre en la Creación. Ruega por nosotros.
Corazón de María, instrumento del Hijo en la Redención. Ruega por nosotros.
Corazón de María, la esposa del Espíritu Santo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abismo y prodigio de humildad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, medianero de todas las gracias. Ruega por nosotros.
Corazón de María, latiendo al unisonó con el Corazón de Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, gozando siempre de la visión beatifica. Ruega por nosotros.
Corazón de María, holocausto del amor divino. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abogado ante la justicia divina. Ruega por nosotros.
Corazón de María, traspasado de una espada. Ruega por nosotros.
Corazón de María, coronado de espinas por nuestros pecados. Ruega por nosotros.
Corazón de María, agonizando en la Pasión de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, exultando en la resurrección de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, triunfando eternamente con Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, fortaleza de los cristianos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, refugio de los perseguidos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, esperanza de los pecadores. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consuelo de los moribundos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, alivio de los que sufren. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lazo de unión con Cristo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, camino seguro al cielo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, prenda de paz y santidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vencedora de las herejías. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Reina de Cielos y tierra. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Madre de Dios y de la Iglesia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, que por fin triunfarás. Ruega por nosotros.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Ten misericordia de nosotros.

V/ Ruega santa Madre de Dios
R/ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos:

Tú que nos has preparado en el Corazón Inmaculado de María una digna morada de tu Hijo Jesucristo, concédenos la gracia de vivir siempre conforme a sus enseñanzas y de cumplir sus deseos. Por Cristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

 

5. Oración final.

Santísima Virgen María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, preparadme con vuestras lecciones de amor al segundo advenimiento de vuestro Hijo Jesús.
Avivad mis sentidos para que guarde en mi corazón vuestras enseñanzas, enseñanzas que son doctrina segura que me adentran al cielo. Despertad en mí: celo insaciable por la salvación de mi alma. Desapego al mundo y anhelos de santidad.

Instruidme en la ciencia de la cruz para que acepte con beneplácito el sufrimiento y me haga heredero de uno de los aposentos de vuestro Inmaculado Corazón.

Arropad todo mi ser con vuestros rayos de luz para que seáis mi Maestra y yo vuestro, discípulo que imite vuestras adorables virtudes para ser bien visto ante los ojos de vuestro Hijo. Fortalecedme en este tiempo de la tribulación, cercenad mi corazón con vuestra espada de doble filo y heridlo de amor, para que vuestra presencia siempre me acompañe hasta el día del retorno de Nuestro Señor Jesucristo.

Madre celestial, Maestra del apóstoles de los últimos tiempos, preservad nuestra Iglesia frente a toda apostasía, herejía y cisma.

Conservadnos fieles a la Tradición de la Iglesia e instruidnos con vuestra Sabiduría Divina para que la luz del Espíritu Santo acreciente nuestra fe, nos muestre el camino de salvación y lleve nuestro corazón a la santidad.

Madre celestial, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, guardad al resto santo en vuestro Inmaculado Corazón hasta el día de la segunda llegada de vuestro Amadísimo Hijo Jesús.

Amén.

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