Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33
Día 30. Consagraos a mi Inmaculado Corazón.
Pasos para cada día:
1. Rezo del santo Rosario, meditado y con letanías de la Virgen
2. Meditación del día y una virtud.
3. Coronilla de protección.
4. Letanías al Inmaculado Corazón de María.
5. Oración final
6. Consagración (para el día de la festividad o al terminar los 33 días.
1er. Rezo del Santo Rosario
Gozosos: lunes y Sábados
Dolorosos: martes y miércoles.
Luminosos: jueves
Gloriosos miércoles y domingos.
Jaculatorias para rezar en cada decena del Santo Rosario:
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y llevad al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.
Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo, os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculo del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
Día 30. Consagraos a mi Inmaculado Corazón.
Hijos míos: no tengáis miedo a mis palabras. Estos mimos mensajes han sido transmitidos a las almas privilegiadas en varias partes del mundo. Aquí en esta consagración lo único que hago es volver a recordar, porque algunos de vosotros sois sumamente olvidadizos y algunos han guardado mis lecciones de amor en las gavetas oxidadas y empolvadas de sus corazones.
No os hablo nada nuevo. Sólo os instruyo, os educo porque soy maría, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, y la misión de una maestra es formar a sus discípulos, llevarlos por los caminos del bien, sacarlos de la ignorancia y darles toda la sabiduría necesaria para que en un futuro construyan proyectos de vida:
Sólidos, firmes.
Carísimos hijos: la consagración a mi Inmaculado Corazón y la conversión transformante son medios que os favorecerán en este tiempo de tribulación y de justicia porque “mirad que va a llegar el día del Señor, día horroroso y lleno de indignación, y de ira, y de furor, para convertir en un desierto la tierra, y borrar de ella a los pecadores.
Porque las más resplandecientes estrellas del cielo no despedirán la luz acostumbrada: se oscurecerá el sol al nacer, y la luna no alumbrará con su luz. Y castigaré la tierra por sus maldades, y a los impíos por su iniquidad; y pondré fina a la soberbia de los infieles, y abatiré la arrogancia de los fuertes” (Isaías 13, 911)
Hoy mismo tomad la decisión de dar muerte al hombre viejo, hombre que camina tras las obras de las tinieblas, mas no de la luz; hombre que encuentra gozo en los placeres furtivos del mundo; hombre aferrado al dinero; hombre concupiscente, carnal; hombre que adora falsos dioses; hombre que transgrede los Mandatos Divinos; hombre que se zambulle en el lodazal de sus pecados; hombre que no ha conocido a Jesucristo porque no vive su Palabra, actúa contrariamente al Evangelio; ya que es hora que volváis vuestro corazón al Señor. No posterguéis más vuestra conversión; Satanás os la hace aplazar porque sabe del poco tiempo que os queda. El retorno glorioso de Jesús está muy próximo. Que no os pase como las vírgenes necias que se durmieron y a la media noche llegó el esposo y las sorprendió con sus lámparas apagadas y son provisión de aceite; salieron a la tienda a comprarlo y no alcanzaron a entrar a las bodas, les cerraron las puertas. “Así que velad vosotros, ya que no sabéis ni el día ni la hora” (Mateo 25,13) día en que el Hijo del Hombre venga en su gloria y se reúnan en su presencia todas las gentes, día en que separará a unos de otros como el pastor separa a las ovejas de los cabritos, día en que pondrá las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda; “entonces el rey dirá a los que estarán a su derecha: venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino Celestial, que os está preparado desde el principio del mundo” (Mateo 25,34) “Al mismo tiempo dirá a los que estarán a la izquierda: apartaos de Mi, malditos: es al fuego eterno, que fue destinado para el diablo y sus ángeles, o ministros” (Mateo 25,41)
Hijos amadísimos: dejad ya vuestro pecado, grabad con letras de oro en vuestro corazón, ésta, mi lección de amor. Meditad lo que os dice las Sagradas Escrituras, libro santo con el que os formo como apóstoles de los últimos tiempos. Libro Santo que ha de ser el manual de vuestras vidas. Libro Santo en el que debéis meditar y discernir bajo la luz del Espíritu Santo. Libro santo que debéis de llevar escrito en vuestros labios y en vuestro corazón porque en él hallaréis la salvación, en él sabréis cual es el camino que os lleva al Cielo.
Una vez hayáis iniciado vuestro proceso de conversión transformante, enrolaos a mi Inmaculado Corazón porque os quiero sustraer de todo lo profano para que hagáis de vuestra vida culto de adoración al Señor, himno y ofrenda de gloria a su Santo Nombre.
Consagraos a mi Inmaculado Corazón y entregaos por entero a mí, que os arroparé bajo los pliegues de mi Sagrado manto. Os defenderé del adversario porque sois mis soldados rasos, os arrancaré con la señal de Cristo como elegidos de Dios.
Consagraos a mi Inmaculado Corazón para yo disponer de vosotros libremente y dirigir vuestras vidas según mis designios.
Consagraos a mi Inmaculado Corazón que seré vuestro refugio, refugio en el que contemplaréis los acontecimientos profetizados, pronto por realizarse plenamente; refugio en el que no sentiréis miedo por mis advertencias marianas en este final de los tiempos, refugio en el que os calentaré con la llama de mi Amor Santo, porque habrá una semana de terrible hielo en la tierra. Refugio en el que pasaréis desapercibidos, cuando el hombre impío haga su aparición en el mundo entero. Refugio que os mantendrá ocultos frente a los pérfidos ataques de Satanás.
Virtud de la oración
Si no oráis pereceréis. Si no oráis os marchitaréis como cuando a una rosa o a una flor le falta el aire, le falta agua. Si no oráis moriréis como al girasol le falta el sol, o como al pez le falta el agua. Orad sin nunca cansaros.
La oración os lleva a un encuentro de corazón a corazón con el Amor Santo y Divino.
La oración os lleva a un vaciar vuestro corazón de vuestras preocupaciones.
La oración os lleva a llenaros de las gracias del Cielo.
La oración es la columna vertebral que sostiene vuestro cuerpo espiritual.
La oración ha de convertirse en vuestro pulmón, en vuestro corazón.
La oración es el único medio con el cual podéis ir cortando con vuestras ataduras, podéis ir recobrando la libertad, podéis ir cortando con vuestras ataduras, podéis ir recobrando la libertad, podéis ir muriendo a vuestro hombre viejo, ya que la oración hace de vosotros hombres nuevos, hombres radiantes, hombres impregnados de la fragancia exquisita de los Cielos.
La oración os hace radiantes, os revitaliza, os da armonía, os da regocijo y os da la paz. Emprended, pues, el gran camino de la oración. Oración que se convierte en los más bellos himnos, en los más hermosos cantos celestiales. Oración que ha de resonar en todo el Cielo. Oración que ha de subir como incienso ante la Presencia del Padre Eterno. Os insto, os llamo a que viváis para Dios alimentándoos diariamente de la oración. Orad con vuestro corazón, muchas veces cerrando vuestros labios. Sed, almas contemplativas. Sed, almas ansiosas y deseosas del cielo. Sed, ángeles en la tierra, orando en cada momento, en cada lugar y en cualquier situación específica de vuestras vidas.
Orad también con la Palabra de Dios, meditad el Evangelio del día, vividlo, encarnadlo.
Os bendigo capullos florecientes del vergel de mi Inmaculado Corazón: +. Amén.
Consagraos a mi Inmaculado Corazón
3. Coronilla de Protección
(Se reza en un rosario común)
En cada Padre Nuestro:
Ave María Purísima, sin pecado concebida, hija de San Joaquín y santa Ana, María Santísima.
En cada Ave María (diez veces)
V. ¿Quién como Dios?
R. Nadie como Dios.
En cada Gloria:
V. Huid poderes malignos
R. venció Cristo el Señor.
Al final del Rosario:
V. Corazones Triunfantes de Jesús y de María.
R. Reinad en mi vida y en mi corazón. Amén.