“Corazones petrificados.”
Hora Santa
Parroquia de San Pío X
Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…
Perdón Padre nuestro, por nuestra indiferencia, por guiarnos siempre por nuestros pobres criterios tan alejados de tu Voluntad. Perdón por olvidar que como Dueño y Señor de nuestra vida, eres Tú, quien la debe dirigir. Te adoramos y te bendecimos, por tu fidelidad y Amor que envuelve nuestra alma de gozo y gratitud.
Del Libro de Jeremías 7, 23- 28
Lo que les mandé fue esto otro: “Si escucháis mi voz, yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, e iréis por donde yo os mandé, para que os vaya bien.” mas ellos no escucharon ni aplicaron el oído, sino que se guiaron por la pertinacia de sus malas intenciones. Se volvieron de espaldas, por no darme la cara. Desde el día en que salieron vuestros padres del país de Egipto hasta el día de hoy, os envié a todos mis siervos, los profetas, cada día puntualmente. Pero no me escucharon ni aplicaron el oído, sino que atiesaron la cerviz y se hicieron peor que sus padres. Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán. Los llamaras y no te responderán. Entonces les dirás: ésta es la nación que no ha escuchado la voz de Yahvé su Dios, ni ha querido aprender: Ha perecido la lealtad, ha desaparecido de su boca.
Palabra de Dios.
Canto
Pueblo mío, ¿Qué te he hecho? En que te he ofendido: ¡Respóndeme! (2)
Yo te saqué de Egipto, y por cuarenta años te guié en el desierto: tú hiciste una cruz para tu Salvador.
Yo te libré del mal, te di a beber el agua que manaba de la roca: tú hiciste una cruz para tu Salvador.
Yo te llevé a tu tierra, por ti vencí a los reyes de los pueblos cananeos: tú hiciste una cruz para tu Salvador.
Yo te hice poderoso, estando yo a tu lado derroté a tus enemigos: tú hiciste una cruz para tu Salvador.
“Corazones petrificados.”
Papa Francisco.
Ninguna componenda: o nos dejamos amar «por la misericordia de Dios» o elegimos el camino «de la hipocresía» y hacemos lo que queremos dejando que nuestro corazón «se endurezca» cada vez más. Es la historia de la relación entre Dios y el hombre, desde los tiempos de Abel hasta nuestros días.
«No endurezcáis vuestro corazón» « ¿Por qué sucede esto?». La lectura del libro del profeta Jeremías sintetiza la «historia de Dios». Y nos podríamos preguntar: ¿Cómo, «Dios tiene una historia?». ¿Cómo es posible visto que «Dios es eterno»? Es verdad, «pero desde el momento en que Dios entró en diálogo con su pueblo, entró en la historia».
Y la historia de Dios con su pueblo «es una historia triste» porque «Dios lo dio todo» y a cambio «sólo recibió cosas malas». El Señor había dicho: «Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien». Ese era el «camino» hacia la felicidad. «Pero ellos no escucharon ni hicieron caso» y, es más, «caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón»: es decir, no querían «escuchar la Palabra de Dios».
Esta opción, caracterizó toda la historia del pueblo de Dios: «pensemos en el asesinato, en la muerte de Abel, asesinado por su hermano, corazón malvado de envidia». Sin embargo, a pesar de que el pueblo haya continuamente «dado la espalda» al Señor, Él afirma: «Yo no me he cansado». Y envía «con asidua atención» a los profetas.
Aun así, sin embargo, los hombres no lo escucharon. Es más, se lee en la Escritura, «endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres». Y «la situación del pueblo de Dios empeoró, a través de las generaciones».
El Señor dijo a Jeremías: «Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aún así les dirás: “Esta es la gente que no escucha la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar». una palabra «terrible: “Ha desaparecido la fidelidad… Vosotros no sois un pueblo fiel”». Parece que Dios llorase: «Te he amado tanto, te he dado tanto y tú… todo en contra de mí». Un llanto que recuerda el de Jesús «contemplando Jerusalén». Por lo demás, explicó el Pontífice, «en el corazón de Jesús estaba toda esta historia, donde la fidelidad había desaparecido».
Una historia de infidelidad que atañe «nuestra historia personal», porque «nosotros hacemos nuestra voluntad. Pero haciendo esto, en el camino de la vida seguimos una senda de endurecimiento: el corazón se endurece, se petrifica. La palabra del Señor no entra. El pueblo se aleja». Por ello, «hoy, en este día cuaresmal, podemos preguntarnos: ¿Escucho la voz del Señor, o hago lo que yo quiero, lo que me gusta?».
–«No endurezcáis vuestro corazón»– se vuelve a encontrar «muchas veces en la Biblia» donde, para explicar la «infidelidad del pueblo», se usa a menudo «la figura de la adúltera». Por ejemplo, el pasaje famoso de Ezequiel 16: «Toda una historia de adulterio, es la tuya. Tú, pueblo, no fuiste fiel a mí, eres un pueblo adúltero». O también las muchas veces en que Jesús «reprochaba a los discípulos ese corazón endurecido», como hizo con los de Emaús: « ¡Qué necios y torpes sois!».
El corazón malvado «todos tenemos un pedacito»– «no nos deja entender el amor de Dios. Nosotros queremos ser libres», pero «con una libertad que al final nos hace esclavos, y no con la libertad del amor que nos ofrece el Señor».
Esto, sucede también en las «instituciones»: por ejemplo, «Jesús cura a una persona, pero el corazón de estos doctores de la ley, de estos sacerdotes, de este sistema legal era muy duro, siempre buscaban excusas». Y, así, le dicen: «Pero, tú arrojas a los demonios en nombre del demonio». Tú eres un brujo demoníaco. Son los legalistas «que creen que la vida de la fe se regula solamente por las leyes que hacen ellos». Para ellos «Jesús usa esa palabra: hipócritas, sepulcros blanqueados, muy hermosos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre y de hipocresía».
Lamentablemente, lo mismo «ocurrió en la historia de la Iglesia». Pensemos «en la pobre Juana de Arco: hoy es santa. Pobrecita: estos doctores la quemaron viva, porque decían que era herética». O incluso más cercano en el tiempo, pensemos «en el beato Rosmini: todos sus libros al Índice. No se podían leer, era pecado leerlos. Hoy es beato». Al respecto el Pontífice destacó que así como «en la historia de Dios con su pueblo, el Señor enviaba a los profetas para decir que amaba a su pueblo», así «en la Iglesia, el Señor envía a los santos». Son ellos «los que llevan adelante la vida de la Iglesia: son los santos. No son los poderosos, no son los hipócritas». Son «el hombre santo, la mujer santa, el niño, el joven santo, el sacerdote santo, la religiosa santa, el obispo santo…»: es decir, los «que no tienen el corazón endurecido», sino «siempre abierto a la palabra de amor del Señor», los que «no tienen miedo de dejarse acariciar por la misericordia de Dios. Por eso los santos son hombres y mujeres que comprenden tantas miserias, tantas miserias humanas, y acompañan al pueblo de cerca. No desprecian al pueblo».
Con este pueblo que «perdió la fidelidad» el Señor es claro: «El que no está conmigo, está contra mí». Alguien podría preguntar: « ¿Pero no existirá otro camino de componenda, un poco de aquí y un poco de allá?». No, «o estás en la senda del amor, o estás en la senda de la hipocresía. O te dejas amar por la misericordia de Dios, o haces lo que quieres según tu corazón, que se endurece cada vez más por esta senda». No existe, afirmó, «una tercera senda posible: o eres santo, o vas por el otro camino». Y quien «no recoge» con el Señor, no sólo «deja las cosas», sino «peor: desparrama, arruina. Es un corruptor. Es un corrupto, que corrompe».
Por esta infidelidad «Jesús llora por Jerusalén» y «por cada uno de nosotros». En el capítulo 23 de san Mateo, se lee una maldición «terrible» contra los «dirigentes que tienen el corazón endurecido y quieren endurecer el corazón del pueblo». Dice Jesús: «Así recaerá sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre de Abel. Serán culpables de tanta sangre inocente, derramada por su maldad, su hipocresía, su corazón corrupto, endurecido, petrificado».
Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo leído.
Canto
Perdón a tu pueblo, Señor, Perdona a tu pueblo: perdónale, Señor.
No estés eternamente enojado, no estés eternamente enojado, perdónale, Señor.
Por tus profundas llagas crueles, por tus salivas y por tus hieles: perdónale, Señor.
Por tus heridas de pies y manos, por los azotes tan inhumanos: perdónale, Señor.
Por los tres clavos que te clavaron, y las espinas que te punzaron: perdónale, Señor.
Por las tres horas de agonía, en que por madre diste a María: perdónale, Señor.
Por la abertura de tu costado, no estés eternamente enojado: perdónale, Señor.
Oremos a María Santísima
Mamita María tú que viviste de cerca la Pasión de tu Hijo Jesucristo, y que conociste el amor con que se entrego a la muerte en la Cruz, por la redención de la humanidad, intercede por nosotros para que sintamos dolor de todas nuestras ofensas hechas a nuestro Dios, pídele mamita María Misericordia para su pueblo que continúa ignorando su Amor y sin escuchar su voz.
1er. Misterio. El corazón y la apariencia. En la relación entre personas es evidente que lo que importa es la actitud del interior. Normalmente el exterior de un hombre debe manifestar lo que hay en el corazón.asi se conoce directamente el corazón lo que expresa el rostro y lo que dicen las palabras, por lo que revelan los actos. Sin embargo, las palabras y actos pueden disimular el corazón en lugar de manifestarlo el hombre tiene tremenda posibilidad de aparentar y al mismo tiempo tener dobleces
Pidamos la gracia de un corazón sincero.
2do. Misterio. Dios y el corazón. Ante el llamamiento de Dios el hombre trata de salir del paso con la doblez. “Dios es fuego devorador” ¿cómo afrontar sus exigencias tan radicales? El mismo pueblo elegido no cesa de buscar rodeos. Para dispensarse una autentica conversión, trata de contentar a Dios con un culto exterior y con buenas palabras. Pero, a Dios no se le puede engañar como se le puede engañar al hombre. “El hombre mira las apariencias, pero Yahvé mira al corazón” Dios escudriña el corazón y desenmascara la mentira declarando “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi”
Pidamos una verdadera conversión.
3er. Misterio. Necesidad de un corazón nuevo. El pueblo debe comprender que no basta una religión exterior. Para hallar a Dios “Hay que buscarlo con todo el corazón”. En lugar de poner la fe en Dios “Han seguido la inclinación de su mal corazón”
Pidamos un amor verdadero a Dios.
4to. Misterio. El fuego de Dios es un “fuego de amor” Dios no pretende la destrucción de su pueblo. Ha conducido a su esposa infiel por el desierto, para hablar de nuevo al corazón. Dios promete un corazón nuevo “un corazón para conocerle” “Yo os purificare”, pondré en ustedes un espíritu nuevo quitaré de vuestra carne el corazón de “piedra” y os daré “un corazón de carne”.
Pidamos que el amor de Dios arda en nuestro corazón.
5to. Misterio. Jesús recuerda divina de generosidad interior, hay que recibir la Palabra con un corazón dispuesto, amar a Dios con todo el corazón y a perdonar al hermano con todo el corazón. A los corazones puros les promete la visión de Dios. La fe en Cristo, adhesión del corazón, procura renovación interior de otra manera es inaccesible. La fe ilumina los ojos del corazón, por la fe habita Cristo en los corazones. Y en los corazones de los creyentes Dios derrama su Espíritu.
Roguemos aumente nuestra fe.
Recemos la Coronilla de la Misericordia De rodillas o de pie
Ofrezcámosla por la paz en todo el mundo.
Padre nuestro…Ave María… Credo…
En las cuentas grandes antes de cada decena.
Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.
En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.
Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti
Doxología final después de las cinco decenas.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero
(3 Veces)
Oremos en Silencio
Por las necesidades en todo el mundo en especial por la paz en Siria.
Los momentos que nos quedan reparemos el Corazón de Jesús que sufre por todos los sacrilegios cometidos en las diversas Iglesias del mundo y por todos los que cometen comuniones y confesiones sacrílegas, oremos para que el Espíritu Santo, les dé luz y conversión y a todos nos permita realizar buenas y sinceras confesiones.
Repetimos varias veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón:
Cuerpo y Sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro.
Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.
Permanezcamos silencio unos momentos
Escuchemos lo que nos dice el Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»
Qué mensaje tan comprometedor, tan recalcador de lo que somos y hemos sido desde el primer pecado hasta nuestros días.ojalá no endurezcamos el corazón y escuchemos y sigamos la voz de Dios que resuena por todos los confines de la tierra, ojalá haga eco en nuestras almas y seamos atentos para transmitir el eco de la Palabra de Dios más con el ejemplo y con la vida misma, además de la palabra. Gracias, Papa Francisco, gracias Aleteia, Esneda