Excesos de Amor del Inmaculado Corazón.
Primer Exceso de Amor:
Reparar por todas las almas que blasfeman contra vuestra Inmaculada Concepción.
Para los cinco primeros sábados de mes
Pasos:
1. Santo Rosario meditado
2. Excesos del Amor del Inmaculado Corazón
(Del mes correspondiente)
3. Letanías al Inmaculado Corazón
4. Consagración al Inmaculado Corazón
Primer Exceso de Amor:
Reparar por todas las almas que blasfeman contra vuestra Inmaculada Concepción.
María Santísima:
Hijo mío: Mi Corazón sufre porque muchas almas blasfeman contra mi Inmaculada Concepción; blasfemias que embriagan todo mi ser de tristeza, blasfemias que son espadas de dolor que hieren mi alma, blasfemias que hacen que llore desconsoladamente, porque de cada palabra injuriosa tendrán que dar cuenta en el día del juicio.
Los hombres no alcanzan a penetrar en los Misterios Divinos, misterios que consigo traen muchísimas bendiciones para las almas de corazón puro y sencillo como el corazón de los niños, misterios que son revelados sólo a los humildes, misterios que analizados bajo la razón humana son huecos, vacíos, carecen de fundamentos, misterios que son develados en el cielo.
Hijo mío: os llamo a abrir vuestros oídos a mi voz. Os llamo a guardar mis palabras en vuestro corazón.
Os llamo a guardar mis palabras en vuestro corazón.
Os llamo a que os dejéis bañar por las luces del Espíritu santo para que no protestéis ante el gran misterio de mi Inmaculada Concepción.
Mi madre, Ana, sufrió desplantes, agravios y burlas por su infertilidad. Mis padres, siendo tan buenos, sufrieron al verse señalados, al sentirse criticados, relegados.
Mi madre sumida en la aflicción, rogaba a Dios por ella misma y por su fiel esposo Joaquín; esposo que mantuvo en silencio su gran dolor, esposo que también suplicaba a Dios un milagro, esposo que se sentía inútil y amilanado al no poder hacer nada ante la esterilidad de su amadísima esposa Ana.
Hijo querido: cuando un alma ruega a Dios insistentemente, El la escucha, la favorece porque puso en su Divino Corazón sus complacencias, sus necesidades.
La oración de mi madre subió como incienso a la casa del Padre. Padre que hizo de su vientre marchito un frondoso jardín, porque sembró en su seno maternal una azucena de hermosura sin igual; azucena que empezaría a abrirse para cobijar con su amor a toda la humanidad, azucena que sería el encanto del cielo y de la tierra por su singular belleza, azucena que engalanaría el corazón de las almas vírgenes.
Mi madre agradeció a Dios por sus beneficios, su corazón rebosaba de alegría. Después de mucho orar se quedó dormida, pero un rostro luminoso, junto a ella, le hizo despertar: ser celestial que escribía con letras de oro y letras rojas brillantes que su fruto sería único, que la fuente de esa concepción era la bendición recibida de Abraham. Su vientre contenía el vaso más purísimo, su vientre se abría para recibir un fruto santísimo, fruto que de capullo pasaría a ser la rosa más preciosa de cualquier jardín, rosa que perfumaría el mundo entero con la exquisitez de su aroma.
En el día de mi nacimiento la habitación se iluminó de un resplandor celestial; resplandor que tomó la forma de una llama ardiente; llama que penetró el interior de mi madre, llama que la consumió en un éxtasis de Amor Divino; llama que era preludio, el anuncio porque estaba próxima en recibirme en sus brazos; brazos que se alzarían al cielo para ofrendarme, brazos que me estrecharían en su corazón, porque después de mucho llorar; lo más amado, lo más anhelado había descendido del cielo para darle regocijo, alegría y contento también para mi padre que supo ser paciente, supo esperar. Padre que ahora lloraba ya no de dolor, sino de felicidad. Padre que entonaba canticos de alabanza, canticos que resonaban armoniosamente, canticos de júbilo porque su corazón estaba rebosado de la presencia de Dios, canticos acompañados de las flautas y de las citaras de los Santos Ángeles. Ángeles que sabían que la niña que acababa de nacer era un prodigio de la mano de Dios, porque cambiaría el transcurso de la historia. De ella se hablaría por generaciones sin fin.
Hijos míos: os narro parte de mi vida, para que comprendáis la elección que hizo Dios en mí desde mucho antes de nacer. Abrid vuestros ojos y reconoced el gran misterio de mi Inmaculada Concepción.
Reparad, porque muchas almas se resisten a creer, muchas almas con su incredulidad, hieren mi Inmaculado Corazón.
Alma reparadora del Inmaculado Corazón:
Corazón doloroso e Inmaculado de María: heme aquí en este primer sábado de mes, para reparar por todas las almas que blasfeman contra vuestra Inmaculada Concepción. Almas que no aceptan este Misterio Divino porque su corazón es prepotente, arrogante y mezquino. Almas que hablan por hablar, guiadas por meras suposiciones, conjeturas e hipótesis. Almas que no os ven como a una mujer sublime, mujer elegida por Dios desde antes de la creación. Almas que aceptan teorías falaces, argumentos que chocan doctrina de nuestra Iglesia; doctrina iluminada por el Espíritu Santo, doctrina que compagina perfectamente con las Sagradas Escrituras.
Corazón doloroso e Inmaculado de María: heme aquí en este primer sábado de mes con mi corazón bien abierto, para recibir a vuestro Amadísimo Hijo bajo las especies Consagradas del pan y del Vino, porque quiero mitigar un poco vuestro dolor con mi reparación; quiero aplicar suave bálsamo para que la herida, que os produce esta negativa a vuestra Inmaculada Concepción, sane.
Corazón doloroso e Inmaculado de María: heme aquí en este primer sábado de mes con mi corazón sumido en la tristeza, porque ¿Cómo puede ser que existan hombres que duden de la gran obra que Dios hizo en vuestra Santa Madre? Madre que fue adornada con una azucena purísima del cielo. Madre que fue escuchada por Dios ante sus insistentes ruegos.
Madre que de su vientre marchito pasó a ser el jardín más hermoso, jardín con la flor más exquisita del padre Eterno. Madre que sufrió por su problema de esterilidad. Madre que fue premiada porque siempre confió en la bondad del Señor. Madre que supo compartir su alegría con muchísima gente, gente que desde la sencillez de su corazón aceptaban que todo esto fue un milagro, un prodigio de un Dios vivo, un plan de amor que derribaría fronteras, un designio Divino que perduraría por toda una eternidad.
Corazón doloroso e Inmaculado de María: heme aquí en este primer sábado de mes, para asistir al Milagro de los milagros y ofrecer la Santa Eucaristía en reparación por los ultrajes que recibís de las almas que atacan el misterio de vuestra Inmaculada Concepción.
Misterio que es aceptado por los humildes. Misterio que es osadía para los soberbios y arrogantes, porque su altivez intelectual les hace divagar en ideas fugaces, heme aquí en este primer sábado de mes, porque deseo traeros almas que os amen, almas que sepan ser buenos hijos; hijos que os defiendan, hijos que se asemejen en vuestro candor y en vuestra pureza, hijos que necesitan del cuidado y mimo de una madre porque aún son pequeños, débiles, frágiles.
Gracias Mamá por haberos fijado en mí. Siento el arropo suave de vuestra maternal mirada.
Mirada que me atrajo en este primer sábado de mes, para daros descanso a vuestro fatigado Corazón. Corazón que sufre por el desplante e ingratitud de muchas almas.
Letanías al Inmaculado Corazón de María
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos
Dios Padre celestial. Ten Misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo. Ten Misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo. Ten Misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios. Ten Misericordia de nosotros.
Santa María, Corazón Inmaculado de María. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lleno de gracia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vaso del amor más puro. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consagrado integro a Dios. Ruega por nosotros.
Corazón de María, preservado de todo pecado. Ruega por nosotros.
Corazón de María, morada de la Santísima Trinidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, delicia del Padre en la Creación. Ruega por nosotros.
Corazón de María, instrumento del Hijo en la Redención. Ruega por nosotros.
Corazón de María, Esposa del Espíritu Santo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abismo y prodigio de humildad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, medianero de todas las gracias. Ruega por nosotros.
Corazón de María, latiendo al unisonó con el Corazón de Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, gozando siempre de la visión beatífica. Ruega por nosotros.
Corazón de María, holocausto del Amor Divino. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abogado ante la justicia divina. Ruega por nosotros.
Corazón de María, traspasado de una espada. Ruega por nosotros.
Corazón de María, coronado de espinas por nuestros pecados. Ruega por nosotros.
Corazón de María, agonizando en la Pasión de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, exultando en la Resurrección de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, triunfando eternamente con Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, fortaleza de los cristianos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, refugio de los perseguidos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, esperanza de los pecadores. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consuelo de los moribundos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, alivio de los que sufren. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lazo de unión con Cristo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, camino seguro al Cielo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, prenda de paz y santidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vencedora de las herejías. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Reina de Cielos y Tierra. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Madre de Dios y de la Iglesia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, que por fin triunfaras. Ruega por nosotros.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quistas el pecado del mundo.
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Ten misericordia de nosotros.
Oración
Tú que nos has preparado en el Corazón Inmaculado de María una digna morada de tu Hijo Jesucristo, concédenos la gracia de vivir siempre conformes a sus enseñanzas y de cumplir sus deseos. Por Cristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.