Meditación de las Horas Nocturnas
IV. Reparad por las almas embotadas de la mediocridad y el superficialísimo.
Coronilla del Amor
En las cuentas del Rosario:
En las cuentas grandes:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
Sed nuestro amor y salvación.
En las cuentas pequeñas (10 veces):
Jesús, María os amo. Salvad almas.
Al final del Rosario, repetir tres veces:
Sagrados Corazones de Jesús y de María:
Haced que os ame cada vez más.
IV. Reparad por las almas embotadas de la mediocridad y el superficialísimo.
Jesús:
Hijo mío: dejadme entrar en vuestro corazón, deseo sentir el calorcito de vuestro amor por Mí. Deseo que dejéis vuestras habituales tareas y os ocupéis de las mías, reparando en esta hora nocturna porque es mucho el sufrimiento que abate mi Sagrado Corazón. Es mucha la crueldad e ignominia de los hombres. Es mucha la desolación en mi Santo Templo. Es mucha la incredulidad hacia las cosas de Dios. Es mucha la acedia espiritual, ya que muchas almas no quieren saber de Mí, se molestan cuando escuchan hablar de un tal Jesús que transformó la historia de la humanidad, que vino al mundo no a abolir la ley sino a perfeccionarla, que descendió a la tierra a restaurar su Reino de paz y de justicia.
Hijos queridos: en vuestro corazón hallo complacencia porque habéis abierto sus puertas para que Yo entre, para que lo tome como mi trono, como mi posesión pero esta felicidad no es completa porque muchas almas cierran su corazón a mi Amor Divino; los quehaceres del mundo los dispersa de los deleites del Cielo.
Cielo abierto para todas las almas con corazón puro.
Cielo abierto para todas las almas que supieron escuchar mi voz.
Cielo abierto para todas las almas que vivieron en santidad, en coherencia con mi Palabra.
Cielo abierto para todas las almas que decidieron seguir las huellas del Crucificado.
Tengo otras ovejas fuera de mi redil que desperdician los manjares del Cielo y apetecen migajas que ofrece el mundo; dejan de vestirse con ropajes de gracia para cubrir su corazón con los andrajos del pecado, dejan los caminos angostos para caminar en la laxitud de la vida.
Reparad, pues, en esta noche para que todos los hombres abran sus corazones y me permitan reinar en sus vidas como su Señor.
Reparad, para que la humanidad entienda que la vida sin Dios no es vida, es un desierto árido, sediento de agua, es un jardín de rosas y flores marchitas.
Levantad vuestras manos al Cielo y suplicad misericordia para estas almas embotadas en la mediocridad y superficialísimo, por la dureza a mis manifestaciones de amor.
Pedid con insistencia para que reaccionen a tiempo; para que recojan, como llovizna fresca, mis gracias y mis bendiciones.