Onanismo: los niños no deben ser concebidos
El onanismo –el no permitir que se conciban nuevos hombres- es la primera etapa hacia la meta de la muerte moral, espiritual y física que el “homicida desde el principio” (Jn. 8,44) trata de realizar en las almas para establecer su reino de las tinieblas.
Demoños cuenta, que hemos llegado a la oscuridad espiritual de ONAN, y de las secuelas que conlleva.
Sabiendo perfectamente que pocos comparten nuestra tesis, continuamos sosteniendo que la máxima culpa la lleva el hecho de no querer concebir hijos: negándose a acoger la vida, el hombre genera entonces una realidad de muerte que lo envuelve en un torbellino cada vez más profundo desde el nacimiento hasta la muerte natural, y aún antes, antes de nuestro nacimiento y antes de nuestra propia muerte.
La culpa que con lleva el onanismo tiene repercusiones profundas, antes que nada en el mundo espiritual y después en el mundo material porque cada bebé que nace lleva en su alma una chispa de vida y de Luz divina y humana que ilumina todo el cuerpo místico de la humanidad, y en ella nuestro Padre del Cielo continúa renovando el don del HIJO en el mundo:
Al principio ya existía la palabra y la palabra se dirigía a Dios y la palabra era Dios. Ella al principio se dirigía a Dios, mediante ella existía todo; sin ella no existía nada de lo que existe.
Ella contenía vida, y esa vida era la luz del hombre; esa luz brillaba en las tiniebla y la tiniebla no la ha extinguido.
Pero las tinieblas no la acogerán…vino al mundo la Luz verdadera, aquella que ilumina a cada hombre” (Jn.1,1)
En cada bebé que “vienes al mundo” existe la Luz de Dios que viene a diluir las tinieblas del infierno las cuales nos tienen espiritualmente acorralados: no permitir a los bebés “llegar a este mundo” equivale a dejar a este mundo (que lo representamos nosotros) inmerso en tinieblas cada vez más densas. Así el reino de Satanás príncipe de las tinieblas y señor de la muerte, se hace cada vez más fuerte.