“ÉSTOS DOS PROFETAS HABÍAN SIDO EL AZOTE DE LOS HABITANTES DE LA TIERRA”.
Estos son los dos olivos y las dos lámparas que están ante el Dueño de la tierra.
Si alguien intenta hacerles mal, saldrá de su boca fuego y devorará a sus enemigos; así perecerá el que intente maltratarlos.
Tienen poder para cerrar el cielo y que no caiga lluvia mientras dure su misión profética; tienen también poder para convertir las aguas en sangre y castigar la tierra con toda clase de plagas siempre que quieran.
Cuando hayan concluido su misión, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará.
Ahora sus cadáveres están tendidos en la plaza de la Gran Ciudad, que los creyentes llaman Sodoma o Egipto, en la que también su Señor fue crucificado.
Y durante tres días y medio, gente de todos los pueblos, razas, lenguas y naciones contemplan sus cadáveres, pues no está permitido sepultarlos.
Los habitantes de la tierra se alegran y se felicitan por ello, y se intercambian regalos, porque estos dos profetas eran para ellos un tormento.
Pero pasados los tres días y medio, un espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie, lo que provocó gran espanto entre los mirones.
Entonces una voz poderosa les gritó desde el cielo: “Suban. Y subieron al cielo en medio de la nube a la vista de sus enemigos.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México