Catecismo del Sagrado Corazón. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús en los primeros siglos:

Catecismo del Sagrado Corazón. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús en los primeros siglos:

Catecismo del Sagrado Corazón.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús en los primeros siglos:

bendito-sea-Jesus-en-la-Eucaristia

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nació en el mismo Monte Calvario como uno de los más preciados frutos del árbol de la Cruz, del que dice un himno litúrgico “no hay selva que produzca otro igual en lozanía, en flor o en fruto” (Himno de laudes de la Santa Cruz). “uno de los soldados le abrió el costado con su lanza, y al punto salió Sangre y Agua” comentando este texto de San Juan Evangelista exclama admirado San Agustín: “¡Qué palabra más adecuada usa el Evangelista!”

Pues no dice que “el soldado golpeó o hirió el costado, sino que lo abrió para manifestar que así quedaba abierta aquella puerta de vida de donde dimanan los Sacramentos y todas las gracias.” Honda impresión dejó en la primitiva Iglesia el recuerdo de la sangre y agua brotadas del costado de Cristo. Ya en los toscos grabados de las catacumbas se observan las piadosas miradas fijas en el costado del Salvador.

 

 

reina-por-la eternidad

Capítulo I
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús

1.- ¿A quién designamos con las palabras: Sagrado Corazón de Jesús?
Con las palabras Sagrado Corazón de Jesús designamos a Jesucristo nuestro Señor, considerado, adorado y alabado en su amor divino y humano, manifestado y simbolizado por su Corazón de carne, su Corazón real.

2.- ¿Cuál es el objeto final y definitivo de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús?

Es la persona única y divina de Jesucristo: Jesucristo en su integridad, amabilísimo y amantísimo. Porque la honra que tributamos a una cualidad o a una parte de una persona va dirigida, a la misma persona. Así, cuando besamos el anillo episcopal es al Obispo a quien honramos y no a su mano.

3.- ¿Cuál es el objeto concreto de la devoción al sagrado Corazón?
Es el Corazón de carne del Hombre Dios, órgano propulsor de su sangre, y que sigue latiendo en el divino pecho de Jesús glorioso, en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

4.- ¿Cuál es su objeto profundo y último?
Es el amor de Jesucristo nuestro Señor, amor humano y amor divino.

5.- ¿Cuáles son las más insignes manifestaciones del amor de Jesús a los hombres?
El amor de Jesús a los hombres se manifestó maravillosamente en todos los actos de su Encarnación, de su vida y de su Resurrección. Pueden sintetizarse en tres palabras: la Cuna, el Calvario y el Altar.

6.- ¿Hasta dónde se extiende el amor de Jesús?
El amor a Cristo se extiende a todos los hombres, a todos los tiempos y a todos los lugares. Impulsado por él se rebajó el Verbo hasta la naturaleza humana, y se anonadó hasta la muerte, la muerte horrible y afrentosa de la Cruz. Por él fuimos encumbrados hasta la dignidad de hijos adoptivos de Dios con derecho a gozar de su misma gloria.

7.- ¿Cómo se expresaba San Pablo al encarecer la grandeza del amor de Jesús para los hombres?
Decía a los de Éfeso: “Doblo mis rodillas ante el Padre de Nuestro Señor Jesucristo…para que podáis comprender con todos los santos, cuál es la anchura y la largura, la sublimidad y la hondura de la caridad de Cristo.”

santa Gertrudis la grande

Santa Gertrudis la Grande

Nació esta privilegiada del Sagrado Corazón el 06 de enero de 1256. Niña de 5 años, ingresó en el monasterio benedictino de Helfta, cerca de Eisleben (Sajonia), donde Martín Lutero había de ver la luz. Toda su vida se deslizó tranquila en la serenidad del claustro, donde murió de un éxtasis de amor a la edad de cuarenta y seis años.

Escritora tan insigne como elevada mística, fue escogida como confidente y mensajera del divino Corazón. La página más interesante de sus revelaciones es, sin duda, aquella en que relata la visión celebre en la que vio perfilarse los destinos futuros de la devoción al Corazón Sagrado. Ocurrió el día de la fiesta de San Juan Evangelista, como la primera aparición a Santa Margarita María.

Como la Santa se entregara por entero a los impulsos de su devoción durante el rezo de los Maitines, se le apareció el discípulo predilecto de Jesús colmándola de demostraciones de amistad.

Dijo Gertrudis:
-¿Qué gracia podrá conseguir yo, ruin criatura, en vuestra amabilísima fiesta?
Ven conmigo –contestó San Juan- ya que eres la elegida del Señor, y juntos descansemos en el amoroso pecho de Jesús, que encierra los tesoros de toda dicha. Y, tomándola consigo, la llevó junto a nuestro Salvador, dejándola a su derecha mientras él se situaba a la izquierda.

Luego, señalándole el pecho del Salvador, añadió el santo Evangelista:
-este es el Santo de los santos, que atrae hacia Él todo el bien del cielo y de la tierra. Yo te he colocado junto a la llaga para que pudieras saborear más a gusto la suavidad y el consuelo que, derrama el amor divino sobre cuántos lo desean.

Y como la Santa experimentara inefable deleite al percibir los dulcísimos latidos del Sagrado Corazón, hubo de preguntar a San Juan: -Decidme, predilecto del Señor, estos latidos que ahora me embelesan ¿no os causaron celestial dulzura cuando reclinabas la frente en el pecho de Jesús durante la última cena? –Es cierto- repuso el Apóstol-, y mi alma quedó embebida por su suavidad como un bocado de pan tierno queda endulzado por la miel más exquisita.

-Siendo esto así- repuso la santa-, ¿por qué fue tan riguroso vuestro silencio hasta el punto de no escribir una sola palabra que nos lo diese a entender, con gran provecho de nuestras almas?
-La misión que se me confió- dijo San Juan- fue la de escribir, con destino a la Iglesia primitiva, unos breves conceptos acerca del Verbo increado; conceptos suficientes para satisfacer las ansias de verdad del humano linaje, que jamás llegará a comprenderlos plenamente.

En cuanto a la suavidad de estos latidos, quedaba reservado el conocerla a estos últimos tiempos, a fin de que el mundo, entumecido por la edad, recobre algún calor de amor divino al oír la revelación de tan altos misterios.
Comentario: ¿No es ésta la devoción al Sagrado Corazón en su más pura esencia y en su porvenir, vaticinando con tres siglos de anticipación? ¿Quién no descubre al leer estas líneas las misteriosas afinidades, que existen entre la gran mística benedictina y la vidente de Paray-le-Monial? Tal vez no podamos llamar a Gertrudis apóstol del Sagrado Corazón, pero sí hemos de proclamarla su mensajera, su profetisa, su amante embelesada.

Acerca del autor

Temas relacionados

1 Comentario

  1. Pedro Pinto

    Jesús a Sta. Margarita Ma. de Alacoque: “Mis enemigos me pusieron una corona de espinas en la cabeza; los que se dicen mis amigos me ponen una corona de espinas en el Corazón”.
    Se refiere Jesús a muchos de nosotros, católicos tibios, que nos proclamamos buenos, obramos mal y seguimos creyéndonos buenos.

    Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.