Aposento de Adoración
X. Lámparas del Amor Divino
Jesús:
Aquí en el Sagrario, hijo mío, encontraréis el cielo anticipado en la tierra. Basta que centréis vuestra mirada en Mí y sintáis que desde mi Corazón Eucarístico os envío destellos de amor, para que vuestro corazón se goce ante mi presencia.
Aquí en el Sagrario, hijo mío, encontraréis un océano de paz, porque mi Corazón Eucarístico sobreabunda en aguas reposadas, aguas que os han de dar quietud a vuestro corazón y deleite a vuestro espíritu.
Aquí en el Sagrario, hijo mío, encontraréis riquezas del cielo, porque mi Corazón Eucarístico es el tesoro escondido que se deja descubrir del corazón manso y humilde como el mío.
Aquí en el Sagrario, hijo mío, encontraréis un cielo nuevo, cielo fabricado y adornado con arte divino, porque mi Corazón Eucarístico es un palacio suntuoso en el que os podéis recrear con su belleza.
Aquí en el Sagrario, hijo mío, no sentiréis más penas porque mi sola presencia os dulcifica.
Son muy pocas las almas que aprovechan los misterios divinos de mi Corazón Eucarístico; de él fluyen muchísimas gracias; gracias que en su mayor parte se pierden, porque no hay quien recolecte la vendimia, no encuentro trabajadores para mi viña y esto lastima mi Sacratísimo Corazón, porque en Mí sólo hallaréis bondad y capacidad en perdonaros sin límites.
Venid a Mí. Necesito que estéis a mi lado para que recojáis con toda reverencia la Preciosísima Sangre que derramo en el Gólgota de los Sagrarios, porque de nuevo soy maltratado, reavivan los dolores de mi Pasión: unos clavan con ferocidad mi corona de espinas con sus malos pensamientos, otros agrandan mis llagas con sus Bínalas acciones, otros torturan mi cuerpo con su falta de reverencia frente a mi Milagro de Amor.
En vosotras, almas adoradoras del silencio me deleito, porque vuestra oración seca las lágrimas de mis ojos, vuestra oración suaviza el dolor de mi Corazón, vuestra oración endulza mi amargura ya que la obstinación de las almas por la vida de pecado las lleva a perderse de mis gracias, de mis dones y de mis riquezas.
En vosotras, almas adoradoras del silencio, hallo complacencias, porque llegáis al Tabernáculo de mi amor a darme todo el amor, la adoración y la alabanza que no recibo de las otras criaturas. Vuestra mera presencia hace que los latidos de mi Corazón palpiten con vehemencia, porque hijos, a los que adoro con locura, han venido como ofrendas de amor para reparar por todos los desprecios que recibo, las veinticuatro horas del día, en todos los sagrarios de la tierra.
Aquí en el sagrario, hijo mío, os haré participe de mis penas; penas que serán dulcificadas si os hacéis como lámparas del Amor Divino, lámparas que han de reparar con sus actos de adoración los vejámenes que recibo en todo momento y en cada lugar.
Alma adoradora del silencio:
Amado Jesús mío: vuestra presencia es suave oleaje a mi corazón y susurros de brisa suave a mi espíritu.
Amado Jesús mío: saetad mi corazón con vuestros rayos de luz, cubrid todo mi ser con vuestro esplendor y dadme nuevo brillo a mis ojos para veros con mayor nitidez y amaros con amor y con locura.
Amado Jesús mío: elevad mi alma al cielo y santificadla, tomad mi corazón y purificadlo, arrebatad mi espíritu y adornadlo con vuestras virtudes.
Amado Jesús mío: enderezad mis sendas y allanad mis caminos.
Amado Jesús mío: dejadme habitar en vuestra tienda, vestid mi cuerpo con la túnica de la pureza y calzad mis pies con las sandalias del arrepentimiento.
Amado Jesús mío: que padecéis soledad y sed de almas: heme aquí para haceros compañía y refrescar vuestro ardiente Corazón.
Amado Jesús mío. Que sufrís nuevamente los dolores de vuestra Sagrada Pasión: dejadme sanar vuestras heridas y menguar vuestro sufrimiento.
Amado Jesús mío: que sois maltratado por los hombres: heme aquí para reparar por la dureza de sus corazones y su pertinaz vida de pecado.
Amado Jesús mío: que estáis en la pureza de la Sagrada Hostia: alimentadme de este Manjar Celestial, atraed hacia Vos las almas perdidas.
Amado Jesús mío: recibidme como vuestra ofrenda de amor, para suavizar vuestro dolor y reparar por los vejámenes de las criaturas.