Aposento de Adoración III. Lámparas del Amor Divino

Aposento de Adoración III. Lámparas del Amor Divino

Aposento de Adoración
III. Lámparas del Amor Divino

 

 

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Jesús:

Hijo mío, no dudéis jamás de mi presencia n la Sagrada Hostia. Pensé en vosotros, por eso decidí quedarme hasta la consumación de siglos oculto en la Sagrada Eucaristía.

 

De mi corazón Eucarístico desprendo saetas de amor. Saetas que chocan en el corazón de muchas almas porque no creen en Mí, piensan que soy un símbolo; almas que llenan sus corazones de salvado y desprecian este manjar del cielo; almas que no sienten nada frente a Mí, porque sus corazón de mármol es duro a mis flechazos de amor.

 

Reparad por sus desvíos de amor, porque al Dios Amor lo tratan con desdén.

 

Reparad por las almas que no caminan por mis sendas. Venid alma adoradora de mi misterio de amor y dadme todo el amor que no recibo de las criaturas, permanezco solitario sin quien me visite ni me adore, dejadme descargar en vuestro corazón mi dolor, porque mis hijos menosprecian el viático que los lleva al cielo.

 

El veros arrodillado o postrado frente a Mí, dilato mi Corazón de amor, mis latidos se unen con los vuestros porque he encontrado almas adoradoras, almas enamoradas de mi real presencia, almas que son la atracción de mi Eucarístico Corazón.

 

El veros, en mi Tabernáculo de amor, mi Corazón es sanado porque vuestra adoración es un ungüento que cicatriza mis heridas, heridas producidas por el desamor de los hombres.

 

Sosegad vuestro corazón, aquietad vuestro espíritu, desechad vuestros pensamientos ligeros, y desbocados de amor por Mí.

 

Por haber pensado en vosotros estoy aquí, atrapado de amor por toda la humanidad, estoy aquí esperándoos ya que quiero obrar prodigios en vuestro corazón; no os resistáis a mis llamados, ceded porque ha llegado el momento de daros nueva vida, llegado el momento de transformaros en un ángel en la tierra, ángel que ha de pensar sólo en Mí, ángel que ha de vivir sólo para Mí, ángel que sabrá hacer de corazón incensario de amor y de todo su ser, lámpara del Amor Divino, lámpara que arda las veinticuatro horas del día amando, adorando y reparando.

 

Lámpara que arrope a toda la humanidad con sus destellos de luz. Lámpara en que su fuego suba como incienso ante la presencia de mi Padre.

 

Hoy, hijo mío, os llamo a la contemplación y a la adoración. Adoración que es un himno continúo de amor; himno que no os cansará, no os aburrirá porque son mis palabras. Palabras que quiero escuchar de vuestros labios y de vuestro corazón.

 

Palabras que son oración. Oración que antecede el reinado de mi Sagrado Corazón.

 

Oración que es himno de Ángeles recitados en la tierra.

 

Orad, pues, con vuestra mente y con vuestro corazón para que aliviéis mi dolor y mitiguéis mi soledad, porque muy pocas almas frecuentan mi Tabernáculo, muy pocas almas reciben de mis Gracias.

 

Alma adoradora del silencio:

Amado Jesús mío, regocijo hay en mi corazón ante la majestuosidad de vuestra real presencia en la Sagrada Eucaristía, sacramento que instituisteis en la Última Cena para no dejarnos huérfanos, porque siempre permaneceréis en todos los Tabernáculos del mundo.

 

¡Cómo no creer que habitáis en la simpleza de una Sagrada Hostia! Os habéis quedado en el Pan de Ángeles para alimentarnos con vuestro sacratísimo Cuerpo y Preciosísima Sangre, Especies Sagradas que son viático a la vida eterna.

 

En vuestro Tabernáculo mi corazón arde con el fuego de vuestro Amor Divino, fuego que consume mi pecado y me restituye al estado de gracia, fuego que tritura las cosas que no son de vuestro agrado y revestís mi corazón con el candor de vuestra pureza.

 

Amado Jesús mío, os pido mil y mil veces perdón por el escepticismo de vuestros hijos, hijos cegados por un falso racionalismo que los lleva a no creer en vuestra verdadera y eterna presencia en la Sagrada Eucaristía. Pobres almas, tened misericordia de ellas, desprecian al Dios escondido en la humildad del pan Consagrado y aceptan mentiras con apariencia de verdad.

 

Amado Jesús mío, no sois un símbolo, sois una realidad, realidad entendible por los corazones puros y sencillos, pero sofisma, distractor, para los filósofos y letrados.

 

Amado Jesús mío, sois el camino y la senda que me lleva al cielo, senda segura de salvación, senda que es Pórtico Divino que me adentra en vuestra mansión celestial.

 

Reparo por los corazones contumaces, corazones soberbios, corazones que se resisten a vuestros flechazos de amor, corazones egoístas que no piensan en vuestro bienestar, corazones que os dejan solitario y abandonado en vuestro Tabernáculo, corazones que degradan vuestro sublime Sacramento.

 

Haced de mí, lámpara de vuestro Amor Divino, lámpara que arda y se consuma al pie de vuestra adorable presencia.

 

 

Os adoro, os alabo y os amo con todas las almas que, en esta hora, os están amando en la tierra y en el cielo.
Amén.

 

Sea siempre bendito y alabado el Santísimo y Divinísimo Sacramento.

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