“PERDONA LA OFENSA A TU PRÓJIMO, PARA OBTENER EL PERDÓN”.
Odio y cólera son dos cosas abominables en las que se destaca el pecador.
El que se venga experimentará la venganza del Señor: él le tomará rigurosa cuenta de todos sus pecados.
Perdona a tu prójimo el daño que te ha hecho, así cuando tú lo pidas, te serán perdonados tus pecados.
¡Cómo! ¿Un hombre guarda rencor a otro hombre y le pide a Dios que lo sane?
No tiene misericordia con otro hombre, su semejante, y ¿suplica por sus propios pecados?
Si él, débil y pecador, guarda rencor, ¿quién le conseguirá el perdón?
Acuérdate de tu fin y déjate de odiar; piensa en la muerte, en la descomposición, y observa los mandamientos.
Acuérdate de los mandamientos y no tengas rencor a tu prójimo; piensa en la alianza del Altísimo, y olvida la ofensa.
Mantente alejado de las peleas y cometerás menos pecados, porque el hombre colérico enciende las peleas.
El pecador siembra la perturbación entre los amigos, y hace cundir las desavenencias entre los que viven en paz.
*El verso 33 de la Vulgata es equivalente al verso 30 de las demás versiones.
Biblia Latinoamericana / se toma como guía el misal Católico: Asamblea Eucarística. México