La beata Osanna
Nació en Mantua (Lombardía Italia) en el año de 1449, murió ahí en el año 1505.
Toda su vida se desarrollo dentro de los palacios, colmada de gracias y acabada por los sufrimientos, unos y otros invisibles, a los ojos de los hombres.
Fue su confesor que después de morir reveló que permanecía diez horas inmóvil orando y soportaba misteriosas heridas interiores que renovaban en ella los dolores de la pasión.
Desde su infancia Osanna había tenido la obsesión de las realidades del cielo, a los seis años imaginándose que los teólogos sabían más de Dios. Le pidió a su padre que le comprara libros de teología y que le permitiera enseñarse a leer para estudiarlos, no se le hizo caso y le dijeron que se fuera a jugar con sus juguetes, al año siguiente se puso tan mal que se pensó que iba a morir, poco después se le permitió estudiar y entro en la tercera orden dominica hizo profesión hasta el año de 1501, de modo que su noviciado duro más de cincuenta años, Osanna pasó los últimos 37 años en la corte de Mutua, en el año de 1478 los entonces soberanos, el duque Francisco II y su esposa Isabel de Este lograron que ella fuera súper intendente de su casa; pronto se dieron cuenta de que era un ángel el que habitaba bajo su techo.
A la hora de su muerte arrodillados junto a su lecho le pidieron que los bendijera, ella respondió que era al sacerdote que se hallaba ahí presente quien debía venderlos, el sacerdote tomo de la mano a Osanna para hacer el signo de la cruz, en memoria de la beata el duque Francisco II , exento de por 20 años a su familia de impuestos, Isabel le erigió un moseleum que todavía se ve en la c