El Corazón de Jesús y la experiencia de su Amor.
En el momento actual en que la Guardia de Honor se extiende por todo el mundo, es necesario volver a descubrir el Corazón traspasado de Jesús. El 15 de mayo de 2006, al conmemorar los 50 años de la encíclica Haurietis aquas del Papa Pío XII, S.s. Benedicto XVI escribió:
“El costado traspasado del Redentor es la fuente a la que debemos recurrir para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo y experimentar más a fondo su amor.
Así podremos comprender mejor lo que significa conocer en Jesucristo el amor de Dios, experimentarlo teniendo puesta nuestra mirada en Él, hasta vivir completamente de la experiencia de su amor, para poderlo testimoniar después a los demás.
En efecto, como escribió mi venerado predecesor San Juan Pablo II, ‘junto al Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y de su destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a evitar ciertas perversiones del corazón humano, a unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo. Así –y esta es la verdadera reparación pedida por el Corazón del Salvador- sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, se podrá construir la civilización del Corazón de Cristo’ (Carta de san Juan Pablo II al propósito general de la Compañía de Jesús, 5 de octubre de 1986). Solo se puede ser cristiano dirigiendo la mirada a la cruz de nuestro Redentor, a ‘Aquel al que traspasaron’ (Juan 19,37); Za 12,10)
La encíclica Haurietis aquas, con razón, que la herida del costado y las de los clavos han sido par innumerables almas los signos de un amor que ha trasformado cada vez más eficazmente su vida (cf. N.52) Reconocer el amor de Dios en el Crucificado se ha convertido para ellas en una experiencia interior que les ha llevado a confesar, como Santo Tomás: ‘¡Señor mío y Dios mío! (Juan 20,28), permitiéndoles alcanzar una fe más profunda acogiendo sin reservas el amor de Dios (cf. Enc. Haurientis aquas, n. 49)”