San Felipe Neri
Etimología: “Amigo de los caballos” en griego.
Nació en Florencia el 21 de junio del año de 1595 y murió en el mes de mayo del año de 1595 en la ciudad de Roma.
Durante su niñez creció como cualquier niño de su época, al paso de su juventud su papá lo quería impulsar en el mundo de los negocios.
A los 17 años lo enviaron a San Germano, cerca de Monte Casino, como aprendiz de Romolo, un mercante primo de su padre. Su estancia ahí no fue muy prolongarla, ya que al poco tiempo tuvo Felipe la experiencia mística que lo llamaría, más tarde, su “conversión” y, desde ese momento, dejaron de interesarle los negocios.
La experiencia espiritual lo transformo y comenzó a estudiar a teología y filosofía, fue ordenado en el año de 1551, fundó un círculo al que le llamó “oratorio” para que educará a los jóvenes y les facilitará el conocimiento de Dios y que a la vez tuvieran un compromiso en el mundo.
Fuera del tiempo que consagraba a la enseñanza, Felipe vivió como un anacoreta, los dos primeros años que pasó en Roma, entregado día y noche a la oración. Fue ese un período de preparación interior, en el que se fortaleció su vida espiritual y se confirmó en su deseo de servir a Dios.
El instituto religioso en el año de 1575, se llamó “congregación del oratorio” , se distinguía por su buen carácter, confianza entre todos y entusiasmo en las vivencias y práctica de la fe cristiana.
Era muy devoto al estudio, sin embargo le costaba concentrarse en ellos porque su mente se absorbía en el amor de Dios, especialmente al contemplar el crucifijo. El comprendía que Jesús, fuente de toda la sabiduría de la filosofía y teología le llenaba el alma en el silencio de la oración. A los tres años de estudio, cuando el tesón y el éxito con que había trabajado abrían ante él una brillante carrera, Felipe abandonó súbitamente los estudios. Movido probablemente por una inspiración divina, vendió la mayor parte de sus libros y se consagró al apostolado.
Fue el Director General de su congregación hasta el año de 1593, en que fungió como mediador entre la Santa sede y Francia.
La vida religiosa del pueblo de Roma dejaba mucho que desear, graves abusos abundaban en la Iglesia; todo el mundo lo reconocía pero muy poco se hacía para remediarlo. En el Colegio cardenalicio gobernaban los Medici, de suerte que muchos cardenales se comportaban más bien como príncipes seculares que como eclesiásticos. El renacimiento de los estudios clásicos había sustituido los ideales cristianos por los paganos, con el consiguiente debilitamiento de la fe y el descenso del nivel moral. El clero había caído en la indiferencia, cuando no en la corrupción; la mayoría de los sacerdotes no celebraba la misa sino rara vez, dejaba arruinarse las iglesias y se desentendía del cuidado espiritual de los fieles. El pueblo, por ende, se había alejado de Dios. La obra de San Felipe habría de consistir en reevangelizar la ciudad de Roma y lo hizo con tal éxito, que un día se le llamaría “el Apóstol de Roma“.
Los comienzos fueron modestos. Felipe iba a la calle o al mercado y empezaba a conversar con las gentes. particularmente con los empleados de los bancos y las tiendas del barrio de Sant’Angelo. Corno era muy simpático y tenía un buen sentido del humor, no le costaba trabajo entablar conversación, en el curso de la cual dejaba caer alguna palabra oportuna acerca del amor de Dios o del estado espiritual de sus interlocutores.
Conversaciones espirituales
Consideraba que era muy importante la formación. Para ayudar en el crecimiento espiritual, organizaba conversaciones espirituales en las que se oraba y se leían las vidas de los santos y misioneros. Terminaban con una visita al Santísimo Sacramento en alguna iglesia o con la asistencia a las vísperas.
El Papa Paulo V lo beatificó el día 25 del mes de mayo de 1612 y lo canonizó en el mes de mayo el día 12 del año 1622, como intercesor lo invocan contra el reumatismo.
En la iconografía se le representa en arrebato místico y sus atributos se le reconoce como: “enseñaste mi corazón”, un rosario en la mano, corazón flamante o en llamas y un capelo cardenalicio a sus pies (título que nunca acepto)