San Bernardino de Siena
(En antiguo germánico significa “oso o militar fuerte”)
Bernardino Albizzechi nació en 1380 en Massa Marítima y murió en Aquila en el año de 1444. En el año de 1402 ingresó a la orden franciscana y al cabo de 2 años Bernardino fue ordenado sacerdote.
Dos grandes atributos a los que dedicó la mayor parte de su vida desde el año 1417 hasta el 1444, fue la predicación de la palabra de Dios, gran predicador que iba de un lugar a otro lugar donde desarrollo la otra gran virtud el ser un misionero, emprendiendo grandes misiones populares, dar a conocer a Cristo era su gran amor.
Ocupó como cargo, el ser superior general de la Orden durante los años de 1ª37-1aa3. Difundió y promovió asiduamente el anagrama JHS, abreviación griega del nombre de Jesús, más que la frase latina: Jesús Hominum Salvator (“Jesús Salvador de los hombres”) como una síntesis de fe y veneración al santo nombre de Jesús, conversión latente y única era lo que Jesús representaba para Bernardino, quien luchaba tenazmente contra las supersticiones, práctica y vicios.
Rechazó las sedes episcopales de Siena Ferrara y Urbino que le ofrecieron. Como buen predicador escribió una gran cantidad de sermones, que aún se conservan como tesoro de la Iglesia y ejemplo de enseñanza para los nuevos predicadores que llevan la palabra de Dios, como portadores de la salvación de Dios para los hombres.
Es el Patrón de Siena y de los periodistas italianos, recordado como predicador y asceta, su devoción y la iconografía fue reafirmada al ser canonizado por el Papa Nicolás V el 24 de mayo de 1450.
Uno de los frutos de su apostolado a aparte de transformar costumbres y reforma de vastos territorios. En Venecia, donde predica en 1422, obtiene la fundación de una cartuja y de un hospital para infecciosos y de toda clase de atención a los desprotegidos.
Predica de nuevo en Verona en 1423 con gran unción del Espíritu Santo, y de nuevo nos relatan los cronistas del tiempo un milagro formidable, que como un milagro sólo hace exclamar que grande es Dios y toma de instrumento a Bernardino, cuando hace retornar a la vida a un hombre muerto en un accidente. La fama de su santidad y de la fuerza arrebatadora de su predicación toma proporciones nunca oídas por aquellas regiones, ya que antes de él hubo grandes predicadores de la palabra de Dios.
Algunos signos importantes lo distinguen de otros santos y estos son: El anagrama de Jesús “JHS” que difundió, un crucifijo y tres mitras a sus pies, las mitras como signo alusivo de las diócesis que rechazó.
El pueblo lo invoca como el santo que asiste los problemas de ronquera y garganta y problema de los bronquios y pulmones.