Fundador de los Misioneros
de la Preciosa Sangre
Gaspar del Búfalo (nacido en Roma el 6 de enero de 1786 y fallecido el 28 de diciembre de 1837) fue un religioso y sacerdote italiano, fundador de los Misioneros de la Preciosa Sangre.
Gaspar significa: “el que administra tesoros”, “el que guarda los bienes de Dios” este nombre es de origen Persa.
Este santo nació en Roma en 1786. Era hijo de Antonio y Anunciata del Bufalo, lo bautizaron con el nombre de los Tres Reyes Magos, pero solo usaba el de Gaspar Su padre era también de Roma y se ganaba la vida como cocinero en el palacio del Príncipe Alieri. La pareja tuvo dos hijos: Gaspar y Luis.
Al parecer durante su niñez contrajo una grave enfermedad de la que salió librado, según él mismo afirma, por intercesión de san Francisco Javier. Esto motivó que en la congregación que fundaría poco después se venerara a este santo como patrono celestial.
Fue admitido a la tonsura en 1800 y ordenado sacerdote en julio de 1808. El 8 de diciembre de ese año realizaba su ministerio con el Padre Francisco Albertini con quien fundó la Archicofradía de la Preciosa Sangre en la Iglesia de San Nicolás in Carcere, Roma.
Ese mismo año las tropas de Napoleón invadieron Roma y obligaron a los religiosos a prestar juramento de lealtad al militar francés. Gaspar no quiso jurar y respondió a los soldados con una frase ya célebre: “No puedo, no debo, no quiero”.
Pero en 1809 Napoleón puso preso al Sumo Pontífice Pío VII y entonces el Padre Gaspar y todos los sacerdotes que permanecieron fieles al Papa, fueron desterrados en el año de 1814 a Piacenza a unas 250 millas de Roma., al ser derrotado Napoleón, pudo volver libre el Pontífice a Roma y también el Padre Gaspar volvió a la ciudad eterna, y encontró que por haber estado la ciudad varios años casi sin sacerdotes había muchísimo trabajo que hacer en confesiones y predicaciones y en tratar de instruir a la juventud, y se dedicó a ello con toda su energía y de tiempo completo.
Viendo que se necesitaban fervorosos misioneros que predicaran de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad, y apoyado por Los Misioneros de la Preciosa Sangre se hecho a cuestas tan ardua misión. El Papa lo ayudó y lo animó y así pronto tuvo ya un buen número de misioneros. El quería que las casas de su nueva comunidad se fundaran en los barrios más pobres, más abandonados y más pervertidos de cada ciudad.
Entre los cofundadores célebres cabe mencionar a los Padres Bonanni, Giampedi y Albertini (que luego fueron ordenados obispos) y Merlini (quien sucedió a Gaspar al frente de la congregación).
Luego se entregó a una obra misional incansable especialmente entre los masones, los bandidos y delincuentes.
Y empezó por la ciudad de Nápoles que en ese tiempo era una verdadera guarida de bandidos, donde nadie tenía la vida segura. El propio Sumo Pontífice le recomendó que empezara por Nápoles, pues esa gente necesitaba mucho de la conversión .Y las dificultades que se le presentaban eran extremas. Parecía que Nuestro Señor lo estaba poniendo a prueba, pues apenas solucionaba una dificultad le aparecían varias más. Sin embargo él, con una gran confianza en Dios, logró reunir un buen número de sacerdotes y allá se fue a fundar casas de misiones y obtuvieron grandes conversiones.
A sus misioneros les recomendaba que trabajaran fuertemente, y que nunca se dieran por vencidos a pesar de las dificultades y que no dejaran un solo día sin instruirse más y más en nuestra santa religión. El y sus sacerdotes recorrían pueblos y ciudades predicando el evangelio y la conversión. Aguantaban hambres, fríos, persecuciones y pobreza, pero conseguían un gran número de conversiones, con su predicación, su buen ejemplo y sus sacrificios.
Las gentes al verlos tan mortificados y tan instruidos y al oírlos hablar con tanto entusiasmo acerca de la conversión y de la salvación del alma se entusiasmaban y cambiaban de modo de vivir y empezaban a ser mejores. El santo, que terminaba cada misión terriblemente fatigado, les decía a sus amigos: ¿Si es tan bonito trabajar por Nuestro Señor aquí en medio de tantas fatigas, cuánto más será estar junto a El en el cielo donde no hay dolor ni cansancio?.
Por todas partes por donde andaba predicando iba propagando la Adoración Nocturna: ese dedicar una noche cada mes para pasar varias horas rezando ante el Santísimo Sacramento.
Ya bastante enfermo sufría muchísimo de sed por el calor y por la fiebre, pero hacía el sacrificio de no tomar agua, para obtener con ese sufrimiento la conversión de los pecadores. En invierno el frío lo hacía sufrir muchísimo pero no tenía calefacción, porque el martirio del frío podía convertir pecadores.
Murió en Roma en 1837, y fueron tantos los milagros que se obtuvieron por su intercesión, que el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1954.