Familias con el reto de trabajar la abnegación de sí mismos.
El ser humano, tiene una virtud o defecto dependiendo del punto de vista como se enfoque y es el de extender sus lazos de afecto casi inmediatamente, no solo en lo humano sino hasta en lo material, se encariña fácilmente y es obvio que así sea ya que en su corazón tiene todo de Dios y esto es: “amor”, la sagrada palabra de Dios lo cita: 1Jn 4:8 Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.
Las familias cristianas tienen un gran reto: “la abnegación de sí mismos”; es inobjetable que sus miembros se amen los unos a los otros, se cuiden unos a otros, haya ese cariño y atención entre ellos; papá y mamá dan sus vidas por sus hijos y llega el momento que el papá y la mamá trabajan solo para que sus hijos tengan lo mejor; muchos padres son infelices porque no les alcanza o obtienen lo suficiente monetariamente para darles una vida decente a sus hijos; muchos padres se ven rebasados en conocimientos y se ven limitados en cómo ayudar a sus hijos en los aspectos de sus vidas y muchas veces aceptan lo que los hijos digan y hagan aun cuando están mal orientados sus conceptos que toman como modelo de vida.
Las familias cristianas, deben de marcar la diferencia en la sociedad ya que tienen el gran amor de Cristo Jesús, tienen al maestro de la vida en Cristo, tienen al maestro de los valores, de las virtudes, en pocas palabras tienen todo lo necesario para que su familia viva intensamente su papel de su vocación: “ser generadora de excelentes hombres para la sociedad”, la palabra de Dios vuelve a confirmar: Mt 5:16 Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Un hombre en Cristo irradia esa luz que ilumina a los hombres y marca la diferencia.
La abnegación es la hermosa virtud de desprenderse del amor a lo material e incluso el amor a los hombres y no por falta de no tener entrañas entre e los hombres sino más bien de no depender del amor de los hombres para ser feliz; la abnegación de si mismos en la familia va a permitir que los miembros den con mayor facilidad lo que reciben en el hogar, es decir, el egoísmo va desapareciendo de las familias y esa familia se da hacía el exterior, hacía los demás; en estos tiempos que difícil es que la gente se dé a los demás por el entrañable amor a lo material y a lo humano. Ha escuchado usted en algunas familias: “tú quieres más a mí hermano”, “tú le das todo a mí hermana”, “claro es tú consentido”, “a ella todo le pasas”, queremos toda la atención, todo lo material y todo el afecto.
Fomentar la abnegación de la familia de sí mismos es muy hermoso, muchas familias ofrecerían a su hijo para que fuera sacerdote, que fuera un consagrado de Dios, pensamos mucho en la educación académica de nuestros hijos, su futuro, pero en la vida religiosa sea la última opción, ¿de curita?, ¡ni Dios lo quiera!, ¿cómo en un convento?, sí tu eres bella y joven para vivir la vida; sí las familias vivieran la abnegación no habría pobres, porque en una cuadra de una colonia todos al ver a una familia en desgracia la apoyaría; cuando las familias fomentan la abnegación en sus miembros estos se aman menos y aman más al prójimo y no es que uno no se deba de amar sino que es el obstáculo número uno de la perfección cristiana y sí la familia no lo fomenta siempre habrá egoísmo y amor propio excesivamente en los hombres.
Cuando las familias no fomentan ese desprendimiento de lo material favorece al desorden del poder, del tener, del aparentar y del placer, pero lo más triste a falta de abnegación de los afectos humanos exteriores e interiores (el yo), la conversión cuesta y en muchas ocasiones es casi nula porque todo esto es como un lastre que el hombre tiene que cargar y no le deja avanzar. Fomentar en la familia la abnegación de sí mismos hace que sus miembros se sensibilicen más del prójimo, más a Dios y más a lo espiritual.
Lo maravilloso con el fomento de la abnegación de sí mismos en la familia, es que la vida de la familia gira alrededor de Cristo Jesús, reina el amor y sus miembros buscan la paz, no por decirlo simplemente Jesús queda como máxima sino más bien un estado de vida: Mt 5:9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Hay muchas maneras de fomentar en nuestros hijos la abnegación en ellos: diciéndoles que regalen sus juguetes que muchas veces están en cajas, en closet, llevándolos a regalar a otros niños que no tienen comida, a dar su ropa y zapatos que no les va quedando, a participar con los demás niños en limpieza de la colonia, de su calle, en juegos colectivos, a que abracen a sus hermanitos y a su padres sin interés, enseñar ayudar a los ancianos primeramente respetándolos, saludando a los demás para verlos como familia; cuando el juguetón y el teletón se promueven, muchísima gente participa, ¿por qué no quedar permanentemente en acción?; es muy duro Jesús para los hombres cuando dice en el evangelio de Lucas 6:30 A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. “Qué duro es dar” por falta de abnegación de sí mismo, asegura primero su familia, su casa, su vestido, sus bienes y de lo que sobre… pues de eso se da o al menos: “vamos a guardar otro poquito por sí las dudas” , “porque puede ser que no necesite y se esté haciendo el flojo”.
A sus hijos jóvenes seguirles inculcando el bien al prójimo con hechos, con servicio, con atenciones, con cuidados; enseñarles a los jóvenes que el amor a lo material es pasajero y no es lo más importante, que él es administrador de los bienes de Dios para sus hermanos y que todo tiene un fin: “Dios y mis hermanos que no son de sangre”, ¿por qué de que sirve amar a los que los aman?, eso diría Jesús y remacharía: “ama a tu enemigo, ama al que te odia, da al que te ofende”. El detalle es descuidar y dejar de fomentar la abnegación en la familia y todo da un giro horrendo a lo desordenado.
Por último, cuando la familia práctica la abnegación se une más a Dios, su espíritu se libera y es capaz de actuar libre en su fe, busca las cosas santas, sus acciones son más sinceras, se convierte en un autentico discípulo de Jesús: Lc 9:23 Decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. ¡Vaya que la familia ha ganado la santidad! Y no lo decimos de broma, el detalle es que la falta de abnegación no deja ser santo, familia santa abnegada en cristo Jesús es la meta de nuestra Iglesia.